Archivo por meses: noviembre 2013

El reparto de los jueces

Entre  que los jueces se elijan a sí mismos para las altas instituciones del Estado o que los partidos los elijan, según cuotas proporcionales de poder, alguna fórmula habrá más justa y menos descarada, digo yo. Pues no parece. A pesar de todas las promesas electorales, seguimos haciendo lo que se hacía. Y esta vez entran todos en el reparto del poder judicial: hasta IU: a mi tantos jueces, y a tí tantos. Y luego, ya sa sabe, cada decisión de ese poder judicial será más o menos conservadora o progresista (es decir, del PP o del PSOE), según sea la contribución de cada juez, propuesto por este o por el otro partido. Lo que se trasladará, una vez elegidos el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, a las sentencias de ambos. Los medios informativos, partidarios o no del actual sistema, se encargarán de decirnos que las sentencias serán buenas o malas, justas o injustas, según sean los jueces que las dicten. Lo que degrada la justicia a los ojos de todos, al hacerla supuestamente dependiente de este o del otro interés particular político, no del interés general del derecho y de la justicia. Porque lo peor no es que que Montesquieu haya muerto en España, que ya hace años lo mató Alfonso Guerra. Lo peor es que el poder ejecutivo de turno, que ya manda omnímodamente en el poder legislativo, mande también a sus anchas en el poder judicial.

Tres recorridos por la otoñada (III)

Este año, las uvas me vinieron a tiempo, desde primeros de octubre, de varios sitios: de Lerín, de Mañeru y de Falces. Pero la gracia de racimar en una de las viñas del imperio del Rioja no me la quita nadie. Así que, una vez que la vendimia, este año tan tardía, terminó en la Rioja alavesa, nos fuimos para allá, en medio de noviembre, al dia siguiente de haber llovido un poco.- Antes de llegar a Logroño, cogemos la despejada carretera de Laguardia (la guardia de Navarra), uno de los más preciosos pueblos de España y bien conocida de los viajeros. Laguardia es hermosa ya desde lejos. Por si el tiempo cambia y por la tarde nos impide el festejo, detenemos el coche junto a una viña cercana y bajo con mi cesta y tijeras, como un vendimiador añoso, tintado por todos los soles del otoño. Hay mucho barro, me hundo un poco más cada vez que me muevo, pero en las cepas a mi alrededor hay suficiente cosecha de uva redonda, dura, entre morada y granate -variedad tempranillo- para llenar la cesta en menos de diez minutos. En el ribazo me desprendo como puedo del barro de las botas, ante la risa perezosa de mis compañeros, y entro al coche como un campeón del racimaje, ese menester útil y humilde que aprendí de chico cuando racimábamos cada año “para las Misiones”. Rodeamos la villa cimera y vigilante por el este y seguimos hasta Samaniego, de donde le vino seguramente el nombre al escritor laguardiés, que  tan buenos ratos nos ha hecho pasar con sus fábulas. Pocas veces habíamos visto las vastas extensiones de viñedo con colores tan transparentes y vivace: el púrpura-granate-morado de las viñas de tempranillo, y el amarillo-limón de las de viura, y algún que otro color intermedio, que seguramente corresponde al mazuelo o a la uva blanca. En Samaniego, cabeza del antiguo Tercio de Samaniego, contemplamos la iglesia barroca del  XVI, recostada sobre el único torreón circular que queda de la que fue avanzada de las fortificaciones de la plaza fuerte de Laguardia, a la que el lugar pertenecía, frente a la frontera de la Sonsierra. Recorremos las calles solitarias de este pueblo de poco más de 300 habitantes, limpio y familiar. Una mujer vuelve del huerto con unas acelgas haciendo aspavientos con el frío que hace. Nos asomamos a las puertas, entreabiertas, de las bodegas –upategiak– Remírez de Ganuza, una de las nueve grandes del pueblo, pero suena una alarma y nos vamos. Más tranquilos vemos el exterior del palacete del XVIII, llamado Casa del Cura, convertido en hotel con encanto el año 1997. En la casa consistorial luce un espléndido escudo del tiempo de Carlos V, que no parece interesar a nadie, por lo que leo después. Seguimos la ruta del Terccio de Samaniego y vemos -camino de Elciego, que conocemos bien- Villabuena de Álava, pueblo de parecida población que Samaniego, con 43 bodegas de pequeños viticultores y una inmensa, Luis Cañas. Llegamos, sin detenernos, hasta Baños de Ebro, que durante la edad medias se llamá Baños de Navarra, con similar número de habitantes y similar número de bodegas, en torno a la iglesia de Nuestra Señora la Antigua, barroca también. El reino de los viñedos circundantes nos parece tan perfecto, que damos una vuelta por los aledaños, pensando entrar luego en el pueblo, pero continuamos por un carretil que nos lleva… a Samaniego. Continuamos, pues, viaje hacia Labastida-Haro, pero, al llegar cerca de San Vicente de la Sonsierra, otro punto de nuestras excursiones, nos ladeamos hacia Rivas de Tereso, que no conocemos, ya en el somontano, ladera baja de la sierra de Cantabria, cubierta ahora de nubes de nieve, y donde seguramente está nevando. Nos olvidamos de Haro y su museo. El nuevo paisaje nos fascina y, sin visitar Rivas, subimos y subimos, despacio, hasta el mirador, levemente nevado. Nos bajamos, chanceamos con la nieve, contemplamos embobados el inmenso lago, mejor lagar, púrpura-granate-morado-limón a nuestros pies, mientras nieva a nuestras espaldas, en pleno otoño. Dificilmente podríamos encontrar una ocasión como ésta. Nos adentramos, pues, en la sierra de Cantabria, entre las hayas nevadas, mientras sigue nevando. Vamos como encantados, junto a grandes y puntiagudas rocas, ahora blanquecinas, los hayedos cada vez más multicolores, mágicos. Y así llegamos al otro lado de la sierra, en la cuadrilla alavesa de Campezo,  a Peñacerrada-Urizaharra, que nos parece una aparición…

Tres recorridos por la otoñada (II)

Queríamos ver la sierra de Urbasa, una propiedad de todos los navarros, en la plenitud del otoño. Lo conseguimos esta vez. Subimos por donde hay que subir, por Olazagutía: cada larga curva era una nueva exposición otoñal, con tiempo para examinar todos los colores del arco iris del hayedo. Desde Portugain, o alto del puerto, echamos una mirada compasiva sobre el valle, mordido aqui y  allí por las extracciones de la cementera pionera del pueblo, que ha dado de comer a tantas familias trabajdoras, incluso a las que ha conturbado con sus muchos humos. Un ramillete de flores artificlales recuerda cerca del borde del precipicio, a alguien que se cayó o se tiró hacia el abismo. Hasta en los momentos má altos de la belleza de la vida se nos cuela el memento mori. Las hayas de la entrada a la sierra, batidas siempre por el cierzazo que irrumpe por el puerto, ya no tienen hojas. Parece vacía la casa forestal, donde se anuncia información. Es noviembre y hace buen tiempo. De vez en cuando reaparece el sol. Andamos un rato. Varios grupos de montañeros, madrugadores, vuelven ya a los coches aparcados en los sitios señalados cerca de la casa. Cogemos nosotros también el coche y nos adentramos por la pista que va a Otxoportillo, o portillo del lobo, a 13 kilómetros de aqui. Esta vez no paramos en el lugar de la sima siniestra, cubierta artísticamente por dos planchas de cobre, que cobijan tambien la placa conmemorativa. Vamos despacio mirando todas las hayas, y todos los colores de las hojas, que en los primeros cientos de metros están ya despidiéndose: del gris plata al granate, pasando por el sepia, el marrón, el verde haya, el ámbar, el amarillo, el gualda, el naranja, el limón, el rosicler, el rosa, el rojo rubí… Pero cada color se mezcla con el otro y ya no bastan los colores primitivos y singulares. Conforme vamos adentrándonos en el bosque y bajando, las hayas están más hojeadas y forman conjuntos del primer otoño y del otoño pleno, como nosotros queríamos. Además, cada haya, si bien se mira, es un mundo, con plinto de rocas propias, su musgo verde espeso que le cubre los hijares, su fina corteza blancuzca encallecida, su ramaje vertical que busca el sol y el horizontal que marca con sus largos brazos extendidos su territorio natural. Hasta los espinos resistentes de los calveros, ya pelados del todo, y el tronco modelado por todos los vientos y huracanes, presentan una dignidad casi animal, que merece nuesta atención. Algunas uvalas parecen precipicios y algunas dolinas escondites de los animales del bosque. Bajamos y subimos levemente en la misma pista. Divisamos pequeños cresteríos de rocas, y paredes, a izquierda y derecha, casi regulares, que parecen obra de hombres primitivos. Los hombres neolíticos siempre están presentes en el bosque y cualquier combinación de piedras amontonadas o esparcidas se nos antojan dólmenes y cromlecs, aunque en la excursión de hoy no vemos, tampoco buscamos, ninguno. En uno de los rasillos soleados nos paramos a zampar los bocadillos. Y seguimos hasta el kilómetro 10, cerca de la ruta norte a la ermita de Santa Marina, patrona de un mar verdgrisrojizo, ondulante de hayas. En esto que  comienza a llover blandamente.  Cambia por completo el paisaje en sólo unos minutos. Ahora todo el horizonnte es un velo brumoso, tras el que van apareciendo los fantasmas, cada vez más abultados, de las hayas. Tomamos un café en el activo, tranquilo y poblado campin de Biotza, y tornamos por la pista tradicional del sur, con tantas vivencias como recuerdos: la fuente de los mosquitos, el raso grande, el palacio abandonado y siempre lamentado, el frontón a la intemperie, la residencia de los capuchinos… La bajada hacia Zudaire es otro lugar santo del otoño, pero nos coge ya ahitos. Nos paramos unos minutos en el mirador frente al nacedero del Urederra, y nos prometemos llegar hasta el extremos alto de la cárcava en la primera ocasión: con sol o con nieve. Ya en la planice amescoana y valdegana, entre los chopos, los álamos y las mimbreras del Urederra y del Ega, nos parece que hemos visto el otoño en carme viva, y hasta que lo hemos encarnado en nosotros mismos.

Tres recorridos por la otoñada (I)

Por el ramal carretero que parte de Tiebas a Urroz, cruzamos los valles de Elorz, Unciti e Izagandoa, entre las sierras de Tajonar, Alaiz, Aranguren y la más distante de Gongólaz, admirando los todavía erguidos y luminosos chopos de guardia de los ríos Elorz, Unciti y Erro. Siguiendo a éste último, extenso y casi vertical, nos metemos por el desconocido Arriasgoiti, sin encontrar un solo coche en el trayecto, pero sí álamos, arces y serbales, casi exhaustos de bellleza. Hasta que llegamos, circundados y confortados de otoño, a las alturas del valle de Erro. Están en su máximo esplendor de majestad galana los hayedos de  Mezkiritz y Biskarreta. Atravesamos Aezkoa, que es ahora un paraíso concluso en el marco otoñal de sus latitudes celestes. Y nos asomamos en Ezcároz a un turbio y turbulento Salazar, que baja del Pirineo y del subpirineo las últimas aguas llovidas con el mismo ímpetu con que cayeron del cielo. En Esparza, bajo el encanto de un poblado rural rampante entre las ermitas de San Tirso y santa Engracia, en una casa entrañada y entrañable a la vera del río, museo de recuerdos familiares y religiosos, pasamos tres horas deliciosas para el cuerpo y el espíritu. Y, a la vuelta, nos dejamos llevar por el brillante cortejo otoñal del Salazar, con el que bajamos en picado, para pasar luego por las soledades, casi marinas, del Almiradío, con pocos almirantes, y del resonante Romanzado, entre las severas sierras de Idokorri  y de Illón. Saludamos al faro blanqui-verdioscuro de Arangoiti; contemplamos con nostalgia las frondas verdinaranjas del legendario Irati, ya sin domeñar, y enfilamos, ay, la inexorable autovía que nos devuelve, entre muchos ruidos rodantes y velocidades medidas, allá de donde partimos.

La selección española en Guinea

Gran escándalo en ciertos medios informativos porque la la selección española de fútbol -¡qué Roja ni qué niño muerto!- ha ido a jugar a Guinea Ecuatorial, único paaís de habla española en África, conocida y repugnante dictadura desde hace años. Si hubiera sido Cuba, otra dictadura similar, esos mismos medios hubieran hablado de la especial relación de España con ella, de su lengua común, de la pertenencia a España durante mucho tiempo…, como han hecho muchas veces cuando se ha tratado de visitas de políticos o empresarios españoles. Y cuando  varios equipos españoles han recorrido China, la mayor y más cruel dictadura del mundo, no han hecho la mínima objección. Pero Guinea Ecuatorial es una dictadura – no seré yo quien la justifique ni la entienda- de negros, sin influencia alguna en el mundo, sin potencial económico notable, y, además, una dictadura que no es marxista-leninista ni leninista-maoísta, es decir, progresista y de izquierda. Dos varas de medir, dos formas de juzgar, una misma hipocresía para discriminar. Y el eterno sectarismo particular-político para no decir ni buscar la verdad.

 

Formar conciencias

Ahora que el PSOE vuelve, como si fuera un partido radical y no estuvièramos en la Unión Europea, a querer sacar de la escuela, en solitario, lo que llama la religión, recurramos a la memoria histórica En enero de 1932, el diputado radicalsocialista por Alicante en  las Cortes de la República, y alto grado masónico, Juan Botella Asensi (hermano Manuel), pedía al Gobierno que sustituyera de inmediado la escuela privada, y sobre todo religiosa, por la nueva escuela laica-laicista instituiuda por la Constitución. Le contestaba el ministro socialista de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, gado 33 de la Orden (hermano Jurgan) que no había dinero, que no había escuelas, que no había maestros suficientes para ello. Le pedía por eso a su correligionario que pensara que a ese enorme esfuerzo de reclutar 7.000 maestros más que habían previsto para el próximo año, no podía menos de corresponderle una seria formación en aquellos hombres a quienes se les encomienda lo más delicado que hay, a saber: el formar conciencias. En ese momento, Ángel Samblancat, ex novicio claretiano, periodista anticlerical aragonés, radicado en Barcelona -que, según había oído Azaña, tenía una tienda de condones en el barrio chino de la ciudad condal-, voceó: Como la están formando los frailes. Se levantó entonces una salva de protestas y de rumores en la Cámara, amén de la llamada al orden del presidente, ante las palabras cáusticas, como casi todas las suyas, del miembro de la  Esquerra Republicana de Catalunya, en la que el líder del partido, el presidente Macía, había incluido a media docena de estafalarios, llamados de extrema izquierda, como el  mismo Samblancat, el aviador comandante Ramón Fanco, el capitán Sediles y otros de la misma calaña, que fueron parlamentariamente una calamidad. La resabiada interrupción debió de recordar al ministro que el lema de los socialistas y de todos los partidarios de la escuela única y laica por entonces era que la Iglesia, a la que los padres entregaban a sus hijos, quería formar (deformar para ellos) el alma del niño, entrar en ella, profanarla, alienarla, robarla… Y continuó don Fernando, solemne como siempre, pero intencionado de lleno:  Precisamente, porque queremos que esas conciencias se formen de distinta manera de como hasta ahora se han formado, nos ocupamos de una selección exquisita en aquéllos a quienes vamos a entregar la juventud de mañana. Se oyeron gritos de Muy bien. Puso el ejemplo del fracaso soviético en Rusia, donde habían querido, con un noble espiritu y con una profunda preocupación social, lanzar toda una falange de médicos, formados con una gan rapidez, y que tuvieron que retirar, por el enorme daño que estaban produciendo en la sociedad. Y volvió a reiterar, entre grandes aplausos y vítores de la Cámara, la petición de rendimiento espiritual a aquellos a quienes España les encomienda esa misión elevada, para la que no había, desgraciadamente, los miles de hombres peparados que todos deseaban que existieran. Todos era mucho decir: al menos el ex novicio anarcoide Samblancat no parecía estar por la labor.

La sandalia impune

La sandalia blandida, entre graves insultos y amenazas, en el Parlamento catalán, por un diputado talibán -así lo han llamado con acierto varios periodistas-, y de cuyo nombe no quiero acordarme, contra un ex ministro y banquero español es uno de los actos parlamentarios más incivilizados que recuerdo en toda la historia del parlamentarismo occidental. Y una de las actuaciones más incivilizadas de la presidente de la Comisión, para colmo del PP, cuyo nombre tampoco quiero remembrar. Pero a la par, si no más bajas todavía en la jerarquía de la degradación, están las muestras de aprobación y elogio por parte de diputados de IU, ERC e ICV. Y el silencio cómplice de la portavoz del PSOE en las Cortes -con una sonrisa, para más inri- y del mismo presidente de la Generalidad de Cataluña. El cainismo político está a la orden del día en este país, pero este incidente lo muestra, lo ridiculiza y acusa como pocos.

Vuelta del PSOE al año 2000

Los fines y los procedimientos de la Conferencia Política del PSOE me recordaron una y otra vez al Programa del año 2000, del que  por entonces se encargó otro vasco, Manuel Escudero. En aquel tiempo fui muy crítico con él y por ahí andan publicadas algunas de mis afirmaciones. El Programa, nada autocrítico, glorioso como siempre y sectario como casi siempre, no dio los frutos apetecidos. Después de doce años, El Psoe ha vuelto, ha dicho Pérez Rubalcaba en su discurso final de la Conferencia, y a fe que el partido ha vuelto, al menos, al año 2000. Todavía no ha llegado, eso no, a la pugna entre el secretario general, Almunia, y el elegido en las primarias, Borrell,  que se vio obligado a dimitir. En el año 2000 ya se decantaron los socialistas catalanes del PSC-PSC(PSOE) por el derecho a decidir, adelantándose a los nacionalistas de CIU, que entoncss no llegaban a tanto. Hoy siguen decantándose por el mismo falso derecho y han arrastrado con ellos a otros muchos, mientras su partido, dividido y vuelto a dividir, pierde militantes y votantes a chorros. En el año 2000 también hubo un giro a la izquierda y el partido se puso rojo, y no de vergüenza, cuando Almunia -¡el actual comisario europeo!- ofreció al comunista Francisco Frutos, entonces presidente de Izquierda Unida, ir juntos con un programa común hacia un Gobierno de progreso a las próximas eleciones generales, en las que Aznar ganó por mayoría absoluta. Progreso llamaban, al parecer, al marxismo-leninismo, como ahora se llama progreso al derecho al aborto o al ahogo fiscal a la sanidad y a la educación privadas, a las que han recurrido y recurren buena parte de los líderes socialistas españoles… en España o en Estados Unidos de América. Progreso, por lo visto, es también volver, sin propósito alguno de enmienda, al año 2000.

Un sueño de madrugada

El pinzamiento de alguna vértebra cervical no me dejaba dormir ni mover siquiera la cabeza, hasta que me rindió el sueño cerca de las siete de la madrugada. Media hora más tarde me desperté sobresaltado y logré encender el “brazo” de la mesilla derecha, después de toda una serie de movimientos calculados, pero siempre dolorosos. Acababa de tener un sueño intenso, fulgurante, conmocionador, de ésos que durante siglos se han tenido como apariciones, y no es para menos. En un vasto espacio luminoso, donde no recuerdo objeto alguno, me encontré de bruces con mi madre en la flor de la vida. Fue tal la alegría que vivi, que para participarla corrí al teléfono (¿cómo sabia yo que allí había un teléfono?) para decir que mi madre vivía y que vinieran (quién, quienes) a verla. Pero en mi vital atropellamiento me equivoqué de jerarquía. Cuando volví, mi madre ya no estaba allí. Había, sí personas, desconocidas, un tanto etéreas, a las que pregunté por ella, pero no me dijeron nada. Pregunté por la hora que era (espacio y tiempo son las grandes coordenadas de hombre mortal). Nadie lo sabía. Nadie tenía reloj. En ese momento llegué a intuir aquella extraña, sobrecogedora realidad. Si el espacio era tan frágil, el tiempo lo era más. Y comencé a gritar: ¡Esto es el cielo! ¡Esto es el cielo! Sentí que la voz se me disminuía hasta casi anularse. Y entonces  me desperté.

¿Conferencia o programa electoral?

Pero ¿qué ha sido esto? ¿Una  Conferencia política, que ha durado menos de día y medio, o un programa electoral? ¿Qué se va a decir en un próximo congreso  o en un próximo programa? Mientras no vea escrito lo que se ha aprobado y rechazado, dependo de lo que digan y escriban otros, que tampoco lo han visto. Para unos, es Rubalcaba el que ha vuelto, sin haberse ido nunca: es él el que ha ganado la Conferencia, porque se queda tras haber hecho el pacto con Andalucía, y tiene todas las de ganar, si la revelación Susana Diaz le perdona la vida. Para otros, ha vuelto el peor PSOE, que ahora se llama rojo y lleva por triple lema: femenismo, ecologismo, laicismo , o, como dice su diario preferido: más sanidad, menos Iglesia. No falta quien relata el contento del PP, porque sigue Rubalcaba, quien, sin haber resuelto la cuestión de su partido en Cataluña -la verdad, cuánta retórica ahí para ocultar la realidad-, no ganará nunca unas elecciones generales… La cosa merece mayor información, más cautela y menos fanatismo. Pero comienzo a ver  sombras y luces;  títulos demagógicos que no son reflexiones de largo alcance, propias de una Conferencia; y ardores izquierdistas más que serenas propuestas para hacer una España -por la que dicen ahora sentir pasión- digna de sus hombres (ciudadanas y ciudadanos) del siglo XXI.