Formar conciencias

Ahora que el PSOE vuelve, como si fuera un partido radical y no estuvièramos en la Unión Europea, a querer sacar de la escuela, en solitario, lo que llama la religión, recurramos a la memoria histórica En enero de 1932, el diputado radicalsocialista por Alicante en  las Cortes de la República, y alto grado masónico, Juan Botella Asensi (hermano Manuel), pedía al Gobierno que sustituyera de inmediado la escuela privada, y sobre todo religiosa, por la nueva escuela laica-laicista instituiuda por la Constitución. Le contestaba el ministro socialista de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, gado 33 de la Orden (hermano Jurgan) que no había dinero, que no había escuelas, que no había maestros suficientes para ello. Le pedía por eso a su correligionario que pensara que a ese enorme esfuerzo de reclutar 7.000 maestros más que habían previsto para el próximo año, no podía menos de corresponderle una seria formación en aquellos hombres a quienes se les encomienda lo más delicado que hay, a saber: el formar conciencias. En ese momento, Ángel Samblancat, ex novicio claretiano, periodista anticlerical aragonés, radicado en Barcelona -que, según había oído Azaña, tenía una tienda de condones en el barrio chino de la ciudad condal-, voceó: Como la están formando los frailes. Se levantó entonces una salva de protestas y de rumores en la Cámara, amén de la llamada al orden del presidente, ante las palabras cáusticas, como casi todas las suyas, del miembro de la  Esquerra Republicana de Catalunya, en la que el líder del partido, el presidente Macía, había incluido a media docena de estafalarios, llamados de extrema izquierda, como el  mismo Samblancat, el aviador comandante Ramón Fanco, el capitán Sediles y otros de la misma calaña, que fueron parlamentariamente una calamidad. La resabiada interrupción debió de recordar al ministro que el lema de los socialistas y de todos los partidarios de la escuela única y laica por entonces era que la Iglesia, a la que los padres entregaban a sus hijos, quería formar (deformar para ellos) el alma del niño, entrar en ella, profanarla, alienarla, robarla… Y continuó don Fernando, solemne como siempre, pero intencionado de lleno:  Precisamente, porque queremos que esas conciencias se formen de distinta manera de como hasta ahora se han formado, nos ocupamos de una selección exquisita en aquéllos a quienes vamos a entregar la juventud de mañana. Se oyeron gritos de Muy bien. Puso el ejemplo del fracaso soviético en Rusia, donde habían querido, con un noble espiritu y con una profunda preocupación social, lanzar toda una falange de médicos, formados con una gan rapidez, y que tuvieron que retirar, por el enorme daño que estaban produciendo en la sociedad. Y volvió a reiterar, entre grandes aplausos y vítores de la Cámara, la petición de rendimiento espiritual a aquellos a quienes España les encomienda esa misión elevada, para la que no había, desgraciadamente, los miles de hombres peparados que todos deseaban que existieran. Todos era mucho decir: al menos el ex novicio anarcoide Samblancat no parecía estar por la labor.