El reparto de los jueces

Entre  que los jueces se elijan a sí mismos para las altas instituciones del Estado o que los partidos los elijan, según cuotas proporcionales de poder, alguna fórmula habrá más justa y menos descarada, digo yo. Pues no parece. A pesar de todas las promesas electorales, seguimos haciendo lo que se hacía. Y esta vez entran todos en el reparto del poder judicial: hasta IU: a mi tantos jueces, y a tí tantos. Y luego, ya sa sabe, cada decisión de ese poder judicial será más o menos conservadora o progresista (es decir, del PP o del PSOE), según sea la contribución de cada juez, propuesto por este o por el otro partido. Lo que se trasladará, una vez elegidos el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, a las sentencias de ambos. Los medios informativos, partidarios o no del actual sistema, se encargarán de decirnos que las sentencias serán buenas o malas, justas o injustas, según sean los jueces que las dicten. Lo que degrada la justicia a los ojos de todos, al hacerla supuestamente dependiente de este o del otro interés particular político, no del interés general del derecho y de la justicia. Porque lo peor no es que que Montesquieu haya muerto en España, que ya hace años lo mató Alfonso Guerra. Lo peor es que el poder ejecutivo de turno, que ya manda omnímodamente en el poder legislativo, mande también a sus anchas en el poder judicial.