Archivo por meses: septiembre 2007

Los diez “barones”

Veo en un diario navarro la fotografía, en plan pose, de los diez navarros más influyentes, según no sé qué revista de actualidad. Antes hicieron lo mismo con diez mujeres. En algunos de los casos, los personajes son conocidos en su casa y poco más, y su influencia es, en todo caso, mínima. Pero lo malo es que, por lo visto, todas y todos, de izquierda o de derecha, se lo creyeron y quisieron salir en las fotos, después de una esmerada composición. A ese extremo de necedad hemos llegado. Los más influyentes, los más sabios, los más generosos… Como si fuesen los más ricos, los más altos o los más gordos. Con los criterios propios de una sociedad que mide a las personas por la cantidad: de cargos y de dinero.

El primer diácono

El pasado domingo, el arzobispo de Pamplona ordenó al primer diácono de la diócesis de San Fermín. Un hombre joven, casado y con una hija. Ayer, la lectura de la misa nos traía los consejos que daba San Pablo a su discípulo Timoteo sobre las cualidades que debían adornar a los diáconos de su tiempo: “También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios; que guarden el misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos”. Y en seguida se refiere a las mujeres diaconisas: “Las mujeres igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo”. Y otra vez sobre los varones: “Los diáconos sean casados una sola vez [acaba  de dar el mismo consejo a los epíscopos, que todavía no equivalen a los obispos de hoy] y gobiernen bien a sus hijos y a su propia casa. Porque los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús“. Sabrosos y discretos consejos, incluido el del vino, en un país vitivinícola y todavía sin control de alcoholemia. Qué elogio tan alto el de San Pablo, y qué poco aprecio hemos tenido hasta ahora por tan gran misión. Hasta ahora, cuando la necesidad nos recomienda volver los ojos a muy antiguas virtudes. Muchos siglos han  pasado desde entonces y muchos más siglos nos esperan probablemente. ¿Es un comienzo prometedor? De todos modos, un acontecimiento eclesial.

Gases fluorocarbonados

La busqué entre lo más visto o lo más leído de los periódicos, pero no lo encontré en ninguno de ellos. Y, sin embargo, entre tantas malas noticias, por ejemplo, el fracaso de la larga cumbre de Madrid, que acaba de terminar, sobre el avance del desierto en muchos países, algún diario recordó ayer los 20 años de la firma del Protocolo de Montreal: el acuerdo por el que 190 paises, convocados por la ONU, se comprometieron a reducir drásticamente las emisiones de gases fluorocarbonados, que dañan la capa de ozono que envuelve a la Tierra. Parecía en un comienzo muy lejano el compromiso, porque una importante rama de la industria solía utilizar esos compuestos. Y, sin embargo, las cosas han ido mucho mejor de lo que se temía y hasta mejor de lo que se esperaba. No ha desparecido, en verdad, el agujero, pero los científicos aseguran que, si seguimos tomándolo en serio, en unas décadas volverá a recuperarse la capa de ozono y se habrán evitado con ello decenas de miles de casos de cáncer de piel.

El pianista universal

Anoche, viendo la película del polaco Román Polanski, brutal a veces, dramática siempre, pensé muchas veces en todos los guetos en que unos hombres han ido encerrando a otros: judíos, cristianos, paganos, musulmanes, herejes, comunistas, gitanos, masones, palestinos, católicos… Una identidad soberbia e insegura, unida al poder, ha sido casi siempre la causa de la exclusión, del odio, y al final, de la matanza. No es necesario que la identidad sea siempre clasista ni racista o, en su versión más leve, étnica; puede serlo, por los ejemplos citados, también ideológica y hasta simplemente vecinal. El arrojado al gueto es siempre un sospechoso de poder impedir o dificultar al menos el omnímodo, totalitario, dominio de una minoría arrogante, fanática, miedosa. Cuando en nuestros días y en nuestros espacios más cercanos una minoría xenófoba, totalitaria y enloquecida de odio y de mentiras, como es ETA y su numeroso entorno, amenaza, persigue, acosa, acorrala, mata a los españoles – la causa escrita de sus crímenes es siempre ser español y no otra-, no está sólo castigando al enemigo secular o coyuntural, sino queriendo inutilizar y, si es posible -que no lo es-, hacer desaparecer al enemigo de su malvado proyecto de poder total. Primero, unos; luego, los demás. La resistencia y, al fin, el levantamiento del gueto de Varsovia, después de Varsovia y de medio mundo, es para todos un signo claro de un peligro universal y de un remedio también universal.

Mi tía Alodia…

– Mi tía Alodia se murió sin saber qué eran los bienes alodiales.
Los compromisos suelen ser más la suma de disgustos mutuos que el denominador común de mutuas satisfacciones.

– En los áticos sólo debieran vivir los griegos.
– La historia sustituyó a la épica, pero no pocas veces la épica ha venido sustituyendo a la historia.
– El Art Nouveau quiso expresar la vida de los hombres del tiempo: un tiempo ya industrial y urbano. Antes de que el arte fuera  nuevo, fue nuevo el modo de vida de la gente.
– No es que los bárbaros llevaran barba, no. Es que tartamudeaban (de la raíz barbara, en sánscrito). Hacían bar-bar... Al menos, al querer hablar en griego. Que griegos fueron los que, por algo, les pusieron ese nombre: (bárbaros).
– Catón el Viejo llegó a afirmar que, si los romanos habían podido pasar sin médicos más de seis siglos, se debía sobre todo al consumo frecuente de la berza. ¡Y nosotros, aqui, llamando berzas a los más tontos del lugar!
-La Revolución de Octubre se conmemora en Rusia el 7 de Noviembre.

Verdura de las eras

Tiene razón Arcadi Espada cuando nos hace parar mientes en que los tres principales compañeros generacionales del presidente del Gobierno de España en aquel desgraciado proceso de autodeterminación, que él llamaba de paz, ya no están donde solían. Uno -escribe AE- está en la calle (Imaz); otro, “en el delirio” (Artur Mas), y el tercero, ay, en la mismísima cárcel (Otegi). Por cierto, ¿quién se acuerda ya de aquel hombre de paz, de aquel aguerrido y omnipresente lider de la izquierda abertzale? ¿Sólo eso era el angelito? En ciertos lances de la política, tal vez más que en otro cualquier sector de la vida, suele venir como de molde aquel verso entre resignado y melancólico de nuestro Manrique: “¿qué fueron sino verdura / de las eras?”. Pero mientras unos ya no están en la política real, otros quieren estar, y algunos quisieran quitarles el aliento antes de que lleguen a estar. Ocurrió con Ciutadans / Ciudadanos. Ayer todos se congratulaban de su presencia. Hoy parecen desaparecidos, al menos desde fuera de Cataluña. Ahora quieren presentar un nuevo partido algunos miembros de Basta Ya y del Foro de Ermua. Y ya están, agoreros, maldicientes, contrincantes, sicofantas, ruines, envidiosos, o simplemente fríos calculadores, queriendo desprestigiarlos, menospreciarlos, ningunearlos, sin conocer siquiera su programa, su lista de nombres, sus dirigentes, sus candidatos. Dejémosles al menos llegar, hablar, presentarse. Ojalá que su esfuerzo, su empeño, sus esperanzas no sean verdura de las eras.

La dimisión de Imaz

Desde la fundación del PNV en 1895 sus crisis de identidad han sido constantes. El mismo Sabino Arana Goiri, el fundador, pasó de carlista a independentista vasco y al final de su vida a fundar la Liga de Vascos Españolista. Llegó después la expulsión del partido de su cofundador, Luis Arana Goiri. hermano mayor de Sabino. Vino más tarde la división entre aberrianos intransigentes (Aberri) y comunionistas pragmáticos y pactistas(Comunión Nacionalista Vasca). En 1930 se llevó a cabo la escisión de los fundadores de Acción Nacionalista Vasca. Tras el fracaso histórico de la República y Guerra Civil, se fueron en los años sesenta un buen grupo de jóvenes que fundaron la banda terrorista ETA. En 1982, los sabinianos vizcaínos (facción de Ormaza), y, a los dos años, quienes iban a formar un nuevo partido, Eusko Alkartasuna, con el ex lehendakari Garaicoechea a la cabeza. Ahora Jon Josu Imaz San Miguel -dos apellidos significativos-, nacido en Zumárraga, villa fabril, ferroviaria y con mayoría de emigrantes, y ex diputado europeo, explica su dimisión en un artículo enviado a la prensa, donde, aparte las reverenciales pleitesías partidistas, muestra su fe en “una Euskadi, en la que los diferentes sentimientos de pertenencia de quienes componemos la sociedasd vasca convivan compartiendo un proyecto de país, cuyo futuro construyamos entre todos”; una Euskadi en la que la identidad vasca “se construya en base a valores en un mundo cada vez más abierto y complejo, en el que el amor a lo propio no nos lleve a construir el futuro contra nadie”; sin dejar de subrayar que “conceptos como estado-nación, soberanía e independencia adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban”. Algo de esto, mucho menos claro, se dice en la reciente y laboriosa ponencia del PNV, aprobada curiosamente por unanimidad, pero esto mismo se da de bruces con el axioma sabiniano, siempre repetido, de que Euzkadi (sic) es la (única) patria de los vascos, la nación que quiere estar de pleno dereccho en el concierto de las naciones europeas, con la exigencia primordial e irrenunciable -desde 1998- del derecho a decidir, eufemismo de autodeterminación, tenida antes como “un estribillo leninista”, etc. Y es que, sin renunciar al pueblo vasco unánime, imaginado y no real, sabiniano, es decir, abertzale (patriota) = nacionalista independentista, el PNV de las dos alas, de las dos almas, no tiene salida. Pero ¿sería entonces el PNV un partido autonomista sin más? Esa es la acusación perenne de ETA-HB, que sueña con la sucesión del partido hegemónico de Euskadi. Todo demasiado difícil para entenderlo demasiado pronto.

La “Diada” catalana

Estaba yo dándole vueltas a lo que iba leyendo de la Diada catalana de anteayer, cuando llegaba la noticia de alcance de la dimisión del presidente del EBB, J.J. Imaz. Malas noticias. Para empezar, en Barcelona casi todos dieron la nota. Unos, entre ellos varios  miembros del Gobierno catalán y el presidente del Parlamento, pidiendo la independencia por la calle, con otros 8.000 manifestantes. Pujol, solemnemente frenético, exigiendo que la Constitución se acomode a Cataluña y no al revés. Maragall, animando a las tres naciones ibéricas Cataluña, Euskadi y Galicia a seguir adelante, no se sabe hasta dónde. Y en ese plan. Los abucheos ante la estatua del héroe catalán Rafael Casanova fueron mas que los aplausos. La verdad es que no sé si los catalanistas, incluidos los independentistas y soberanistas, saben bien quién fue aquel señor o si nos quieren dar gato por liebre a los de fuera. Se me hace difícil creer que a quien rinden homenaje sea aquel abogado catalán y conseller en cap de Barcelona, partidario, en la guerra de sucesión española, de Carlos de Austria -el Carlos IV, después, de Alemania-, traido y llevado por soldados bitánicos y holandeses, enemigos interesados de Francia, que era tan malo o peor que el Borbón Felipe V, nieto de Luis XIV. El mismo que, el 11 de septiembre de 1714, animaba a los suyos contra las tropas asediantes del duque de Berwick, al grito de: “Por nosotros y por la nación española peleamos”. El que invocaba a la patrona Nuestra Señora de la Merced y agitaba en la muralla el estandarte de la también patrona Santa Eulalia, antes de ser herido por una bala en el muslo. El mismo que delegó en otro consejero la capitulación y huyó de la ciudad desfrazado de fraile. Quien, tras ser perdonado por el el Borbón Felipe V, volvió a ejercer tan ricamente como abogado hasta 1737, muriendo después a la edad granada de 83 años ¿Qué tendrá que ver el bueno de este Casanova catalán con el nacionalismo fanático, con la soberanía y la independencia de algunos de sus sucesores, aunque ésta última sea, como sueña Carod Rovira, para el año 2014?

A la alcaldesa de Lizartza

Como otros muchos más, envié el otro día un mensaje de felicitación, gratitud y ánimo a la intrépida, casi temeraria, alcaldesa de LIzartza, Regina Otaola. Le dije que, dentro de su impar aventura de asumir una alcaldía tan inhóspita y difícil, ha hecho con la izada de la bandera española lo que no ha hecho ningún Gobierno español, de 1977 para acá, como era su deber. Y con muchos más medios de todo tipo que ella, y con muchos menos riesgos. Que ningún partido constitucional español, gobernante o no, ha entendido el valor primordial que tienen los símbolos en toda actividad pública, sobre todo en la política. Y que, por ignorancia, por incultura, por falta de sentido patriótico y de sentido común, y por sobra de vulgaridad, de mal gusto y sobre todo de miedo, hemos llegado a la penosa y ridícula situación que muchos lamentamos. Terminé deseándole que su ejemplo tenga más fuerza y autoridad entre los responsables de la Nación y entre los ciudadanos en general que las que han tenido las declaraciones y las leyes de los políticos y las sentencias de los tribunales, por altos y supremos que sean.

Jesuitas autocríticos ante Unamuno

A quienes sigan pensando que la Compañía de Jesús, disuelta hace 75 años por un malhadado decreto del Gobierno de la República española, fueron sólo el fuelle de la reacción y la cueva refugio del oscurantismo les extrañará un detalle como el que acabo de ver en el núm.103 de su revista Razón y Fe, noviembre de 1933. En  la sección de Bibliografía se hace una breve recensión del libro, entre otros muchos más, del célebre jesuita catalán, Gabriel Palau, sociólogo activo y muy popular en España y América, autor de varios libros y profesor entonces de sociología en el Seminario Pontificio de Comillas. El libro se titula nada menos “Por donde se ve…” Réplica de un jesuita español a don Miguel de Unamuno (Buenos Aires, 1932, segunda edición, 168 ps). El crítico, Luis María (que seguramente corresponde a otro jesuita escritor y jurista, Luis Ízaga), reconoce que el libro, muy actual entonces, responde a una “excentricidad calumniosa”, o, mejor, a “una bufonada ya antigua” de don Miguel de Unamuno, pero a renglón seguido confiesa: “Sin embargo, si hemos de ser sinceros, habremos de confesar que no merecía el asunto tanto trabajo y tiempo robado al benemérito autor, como supone la composición de este folleto; y aún más, que el recuento minucioso y casi infantil de sabios, escritores, etc., de la Compañía, aducidos en tono triunfante, y con ironías más o menos aceradas para el adversario, parécenos impropio en la pluma de un jesuita, mayormente en tiempos en que los que no lo son han tomado a su cargo con tanta caridad como elocuencia el defender a San Ignacio y su Obra“. Y para que no quedase nada en el tintero: “Tampoco estará de más advertir, porque ello es de justicia, que no ha mucho don Miguel de Unamuno, en los pasillos del Congreso, calificó duramente, y para los jesuitas de modo halagüeño, la disolución en nuestra patria de la Compañía de Jesús”.