Archivo por meses: abril 2007
Nuevos aforismos
-¿Quién más des-centrado que un ego-céntrico?
-“Un poco horrorizada“, se siente una política vasca. ¿Se puede estar un poco y a la vez horrorizada?
-Muchos creen que semántico es poco menos que romántico.
-El marisco es también, entre otras cosas, manisco.
-El colmo de quien desea transformar la realidad es no tomarla en serio.
Democracia y valores
Según el politólogo italiano Norberto Bobbio, la democracia es sólo un método, un conjunto de reglas procesales para la formación del gobierno y la toma de decisiones políticas. No una ideología. Según él, las reglas democráticas establecen “cómo se debe llegar a la decisión política, pero no qué cosa haya que decidir“. Pero las Constituciones democráticas, ya desde la Constitución de Atenas, recogen no sólo métodos y reglas, sino también principios y valores que dan fundamento y razón a sus normas concretas que vinculan y obligan a todos.Todas las reglas llevan ya en sí principios y valores (ideología). ¿Qué quiere decir la misma palabra democracia sino el gobierno, el poder, del pueblo? ¿Y es eso o no un principio y un valor?
Las clases conservadoras
Un ex alcalde de Fitero
Se nos ha muerto, con unas pocas semanas de enfermedad, Carmelo Aliaga, alcalde de Fitero -nuestra fronteriza villa termal y puerta del Císter- desde 1979 a 1991. Recuerdo vivamente aquellas Fiestas patronales, aquella Fiesta de San Raimundo, aquella Fiesta del Barranco, y otras muchas ocasiones de encuentro, de preocupación, de trabajo y de alegría compartida, incluida una de las visitas de ediles navarros al Parlamento Europeo, entre los que estaba Carmelo. Fue un buen alcalde, un gran alcalde, unos de los mejores regidores que ocuparon la primera magistratura municipal en Navarra en los años no fáciles de la Transición y de la posterior consolidación democrática. En una villa que, por razones históricas y otras más, pudo ser seriamente conflictiva, la rectitud, la bonhomía, la serenidad y el sentido de la concordia de Carmelo con todos, comenzando por la oposición municipal, hizo de ella un caso ejemplar de convivencia y de buen trabajo. Siempre amable, siempre presto, siempre positivo, siempre cercano. Otros podrán decir mejor que yo los frutos concretos y tangibles recogidos en Fiitero gracias a esa actitud y esa conducta, que han seguido siendo recordadas, elogiadas y algunas veces, ay, echadas en falta con nostalgia entre sus paisanos. Hoy he visto en las calles del pueblo, en las cercanías de la Casa Consistorial, en los pasillos y estancias de la misma, en la capilla ardiente -demasiado bulliciosa para mi sentido ritual- y, no digamos, en la esplendorosa iglesia monacal, la respuesta masiva, afectuosa, verdaderamente condoliente del pueblo que le votó o no le votó, que le respetó y que, de un modo u otro, le estimó y quiso como vecino, padre de familia, alcalde y ex alcalde. Todo el campo, regado o no por el Alhama -del que Carmelo fue un profesional cualificado-, en este día estallado de primavera, olía a resurrección y transparentaba la alegría contagiosa de este segundo domingo de Pascua. Día para mí no sólo de muy fuertes emociones, sino también, e inseparablemente, de intensos recuerdos, confirmadas convicciones y arreciados propósitos.Y la pena de no haber compartido con él alguno de sus penúltimos ratos de vida, pensando, tal vez con demasiada comodidad, que podríamos vernos más tarde. El “mañana, mañana” de todos los perezosos, siempre remordidos.
La Segunda República
Sábado de Pascua (Luc 24, 36-43; Jn 20, 19-23)
Las puertas cerradas, candadas de miedo,
velan los discípulos su triste orfandad.
Jesús se presenta, sorprendiendo a todos
con su acostumbrado saludo de paz:
la paz, que es presencia de Dios en la tierra,
sentido y aliento de la humanidad.
Ellos, asombrados, cautos, recelosos,
anque entusiasmados de verle llegar,
dudan de que sea aquél a quien vieron
hace cuatro días llevarlo a matar.
Y el Maestro amable les muestra su cuerpo,
que es de carne y hueso, y no fantasmal:
sus pies y sus manos, a la cruz clavados,
su costado abierto después de expirar.
Es el mismo Cristo, con el que vivieron,
que habla y que come como un hombre más.
Por Dios levantado de la misma muerte,
para siempre es hombre y hombre celestial.
Su cuerpo glorioso, sin tiempo ni espacio,
le hace poderoso, le hace inmaterial.
Es la vida misma venciendo a la muerte.
Es primicia humana de la eterrnidad.
Viernes de Pascua (Mc 16, 12-13; Luc 24, 13-35)
Los dos discípulos de Emaús
se “escandalizaron” de Jesús:
el Profeta, a quien crucificaron,
con lo que sus sueños se esfumaron.
Porque habían esperado en él
como libertador de Israel.
Se lo contaban a un peregrino
al que encontraron en el camino,
quien explicaba las profecías
por las que el Cristo padecería.
Les abrasaba su corazón
aquella ciencia y aquella unción.
Junto a la aldea, quiso alejarse,
mas le insistieron para quedarse.
El peregrino les partió el pan
con tan ardiente fervor y afán,
que los sentidos se les abrieron
y a Jesús mismo reconocieron.
El peregrino despareció
mientras el gozo les estalló.
Y se volvieron a la ciudad
para contarles la novedad
a los amigos que estaban juntos,
entre contentos y cejijuntos.
Unos hablaban de apariciones
y otros hacían sus objecciones.
Y les contaron los de Emaús
cómo se encontraron con Jesús.
Jueves de Pascua (Mc 16, 1-11; Mt 28, 1-10; Luc 24, 1-12; Jn 20, 1-10)
la madrugada
del tercer día,
van al sepulcro
llevando aromas
para el difunto.
Un leve exceso:
¡sólo unas horas
tras el entierro!
Un poco “locas”:
¿Quién correría
la gruesa losa?
Pero, al llegar,
ven el sepulcro
de par en par.
Un ángel blanco
les da la nueva:
¡Resucitado!
En Galilea
le podrán ver,
y les espera.
Muertas de miedo,
las tres mujeres
salen corriendo.
Llenas de gozo,
a los discípulos
les cuentan todo.
Ellos no creen
lo que les cuentan:
¡Al fin, mujeres!
Pedro y Juan corren
entre gozosos
y entre escamones.
Todo es muy cierto.
Y, al ser varones,
se da por bueno.
* * *
Las tres mujeres
son las primeras
y las más fieles.
Ellos las siguen,
siempre los últimos
en decidirse.
Luego las dejan
a retaguardia
o en la reserva.
Santas Marías,
a todas horas,
todos los días.
Mujeres santas,
junto a la cruz,
junto a la Pascua.
Miércoles de Pascua
Verdaderamente resucitó el Señor
y se apareció a Pedro, su negador (Luc 24, 34)