Archivo por meses: noviembre 2011

Política y verdad

Quien haya oido a los políticos de cada día, y sobre todo a  los protagonistas de las campañas electorales, contar la historia de los últimos tiempos del país en el que se mueven, ¿quién podrá dar crédito alguno a las historias oficiales de esos mismos partidos? ¿Qué tiene que ver lo que proclaman, narran, exponen los políticos de los diferentes partidos con la realidad de esos partidos, aliados de unos y adversarios de otros? ¿Qué tiene que ver con la realidad pura y dura? ¿Quién de ellos busca ante todo la verdad (expresión de la realidad) y no la exaltación propia y el descrédito del oponente? ¿Y quién busca en el voto esa verdad y no lo mismo que denunciamos en la práctica habitual de los políticos?

Contra los paraísos fiscales

Cuatro instituciones eclesiales fancesas, entre ellas, Cáritas y Justicia y Paz, hicieron público el documento Al servicio del bien común, con motivo de la reunión  de los representantes políticos del G-20 en Cannes, los  pasados días 3 y 4 de noviembre. Sobresale en él la sonora denuncia  de los paraísos fiscales, agujeros negros de las finanzas internacionales, presentes no sólo en islas exóticas, sino en el corazón de las grandes ciudades, en los distritos comercialesZonas opacas y sin control, que permiten a individuos, empresas y bancos ocultar sus ingresos. Hasta 125.000 millones de euros al año son privados a todos los países, y, especialmente, a los más pobres. Sólo en Francia la cifra de ingresos evadidos al Estado oscila entre 40.000  y 50.000 millones de euros, el equivalente a dos veces el déficit de la Seguridad social. Considerados como una de las más escandalosas trampas, formas de corrupción y de fraude fiscal, a la vez que verdaderas cadenas criminales en muchos casos, los paraísos fiscales contribuyen a privar a los Estados de sus instrumentos de redistribución, ya que los beneficios que pueden generar van a parar únicamente a manos de inversores extranjeros. El año 2008, el volumen de las transacciones financieras, a las que muchos se oponen a imponer la más mínima tasa, fue 74 veces mayor que el PIB mundial y su influencia ha sido decisiva en el origen de la crisis  actual, que no no ha sido ni es sólo financiera, sino toda una crisis de ciivilización: el dinero como valor supremo y único criterio de éxito en la vida, en detrimento de las dimensiones social, espiritual y cultural de la misma. Como ejemplos concretos, baste decir que las empresas gigantes de las nuevas tecnologías tienen un lugar  importante de sus ganancias en los paraísos de Luxemburgo, Suiza o las Bermudas. Los principales bancos europeos tienen un promedio de 25 filiales en las Islas Caimán. Las dos terceras partes de la inversión extranjera directa en la India y China provienen de los paraísos fiscales. Y en las Islas Vírgenes británicas están registradas 830.000 empresas, por 25.000 habitantes. Verdaderos paraísos para ese 1 por ciento que posee el 50 por ciento de la riqueza mundial. Que no dan trabajo y roban progreso, salud, educacción y vida a todos los países del mundo, incluidos los más pobres. Pero ¿qué Estados, qué partidos políticos, qué politicos denuncian todo ello? ¿Hemos oído hablar acaso en serio alguna vez de todo ello durante estos largos meses de precampaña y de campaña electoral?

Existencia responsable

Uno de los momentos  más emotivos de la larga conversión al cristianismo, contada por él mismo, del  historiador francés, y después  uno de los  teólogos ortodoxos más influyentes en Europa, Olivier Clément, recientemente fallecido, es aquél, en que el Cristo del icono le mira fijamente en medio del silencio de su habitación de París: Me dijo que yo existía, que él quería que yo existiera y, por tanto, que yo no era ya nada. Me dijo que yo no era todo, pero sí responsable. Que el mal era lo que yo hacía, pero que, aún más profundo, él estaba allí. Me dijo que yo necesitaba ser perdonado, curado, creado de nuevo. Y que estaba perdonado, curado y creado de nuevo. “He aquí que estoy a la puerta llamando”. Y abrí. Y así nació el cristiano Clément, por quien muchos hemos conocido mejor la religión cristiana ortodoxa. El teólogo de la ortodoxia ecuménica, del cristianismo encarnado en el hombre contemporáneo, del cristianismo de la gratitud y de la fiesta, del servicio humilde y de la reconciliación.

Más altermativas

Otras muchas alternativas expuestas en el mismo libro se refieen, con parecida universalidad, al mundo y a Europa. Por ejemplo, esa de la prohibición de paraísos fiscales, que yo deseo de todo corazón, como si fuera de Europa no los hubiera o no fueran accesibles. Una vez llegados, por fin, a España, entre las muchas propuestas positivas, que comparto y compartimos tantos, están otras mucxho más discutibles  por su falta de eficacia, de concreción y  algunas hasta de sentido común, como proponer un referéndun vinculante ante cualquier plan de ajuste estructural, la nacionalización de  las grandes empresas privatizadas en su día, la nacionalización de las cajas de ahorro -¿de cuáles?-, el aumento de prestaciones por desempleo, el incremento del número de empleados públicos, la eliminación del retraso de la edad de jubilación, el fin del régimen de concertación con la enseñanza privada, acabar con los privilegios financieros de la Iglesia -¿sólo de la católica, y no de partidos, sindicatos, universidades, fundaciones, asociaciones, etc., etc.?-…, y hasta la reforma constitucional que haga que todos los cargos públicos que tengan función de representatividad sean electos y que impida el carácter heredable de los puestos representativos. ¿Qué tiene que ver esto con el empleo? Más bien parece el programa de Izquierda Unida o de algún grupo del 15M, que apoyan o inspiran tal vez estos meritorios economistas, a los que no quito un àpice del mérito de su trabajo y de muchas de sus propuestas.

Hay alternativas

Una mano amable me envía por la red el libro Hay alternativas: Propuestas para crear empleo y bienestar social en España (Ediciones Sequitur, Madrid, 2011), de los economistas españoles Vicenç Navarro, Juan Tomás López y Alberto Garzón Espinosa. Está dedicado a los jóvenes del 15M, y lleva un insípido prólogo del inevitable Noam Chomsky, que podía en esta ocasión perfectamente haber sido evitado. Antes de comenzar a leer el texto, lo confieso, echo una ojeada a las 115 propuestas concretas, y me encuentro con el primer apartado que se titula Gobernanza mundial.  Dice el punto primero: Constitución de un gobierno mundial que permita compensar y reducir el poder de los grupos privados internacionales, así como facilitar la instauración de un mundo diferente. Como se ve, esto no  tiene nada que ver con  propuestas concretas y sí mucho con un mundo ideal y de ideales, que yo también comparto, pero que nunca se me ocurriría aprovechar para la fritanga de un libro que se anuncia como compendio de alternativas para crear empleo. Parece el fragmento de un mitin electoral de estos días, donde se confunde la democracia con la demagogia, las propuestas con los deseos de proponer. Se me cae, pues, el libro de las manos y dejo su lectura para un rato de mayor aguante.

Compartir los fines

Cuando se comparten los fines, sean de una asociación de banqueros o de una banda terrorista, suelen justificarse los medios que llevan a esos fines, o, al menos, suelen enmascararse o maquillarse, aunque no se compartan.

“Se va el caimán…”

Sigo en directo durante mucho rato, a través de los diarios italianosl el calvario del Cavaliere, desde Montecitorio al palazzo Chigi, del palacio Chigi al palacio Grazzioli, y desde aqui hasta el Colle, el Quirinale, la antigua residencia del papa y ahora residencia del presidente de la República, el venerable, impecable, admirable y decisivo Giorgio Napolitano. Miles de italianos han silbado, gritado, hurlado, insultado, escupido al hasta hace bien poco amo de Italia, a quien cientos de miles de persoans de toda Italia aclamaban sin cesar. Ante el Quirinal, mientras aguardaban al presidente dimisionario o mientras éste entraba, presentaba su dimisión y salía, los gritos de buffone, ¡A casa!, maffioso, ladro, Italia libera... se repetían sin cesar. Se ondeaban banderas italianas y europeas. Se cantaban letrillas ofensivas al otrora poderoso Silvio Berlusconi, y hasta una orquestina y un coro interpretaban el himno nacional, el popular Bella, ciao, el Requiem de Mozart y el Alleluya de Händel. Sólo en Italia es esto posible.  Se va el caimán..., titula un diario español, recordando una vieja canción española en medio del franquismo. Se va -si es que se va del todo- un político y presidente bufón. Un ricachón propietario de medios de comunicación y de toda clase de bienes, que ha empobrecido y degradado la vida política y cívica de Italia.  Se va un mafioso. Se va un corrupto y corruptor. Un reclamado varias veces por la Justicia, de la que ha huido siempre por medio de leyes hechaspor él para asegurarse la huída. Se va un inmoral en toda regla, desde que, tras cantar y tocar el piano en salas de fiesta y cruceros, se hacía dueño de la construcción en Milán, ayudado por el presidente socialista Bettino Craxi, fugitivo de la ley y muerto en el exilio dorado de Túnez dictatorial, hasta que en Arcore, en Milán o Roma compraba a  juristas, abogados, periodistas, mujeres menores de edad  o postiotitutas de postín. Se va la vergüenza de Italia, tolerado, favorecido y hasta agasajado durante demasiados años por la banca, la confederasción de empresarios, buena parte de la prensa liberal, no pocos políticos democristianos y buena parte de la Iglesia, que sólo al final ha reprobado levemente su vida escandalosa. Alleluya, sí. Me uno a la orquestina y al coro de la piazza del Quirinale.

El antropólogo inocente

Tal es el título del  exitoso librito del etnógrafo inglés Nigel Barley, que al prologuista Alberto Cardin le recuerda Merienda de negros, de Waugh, y hasta el Viaje al País de los Houynhnm, de Swift, en ese desfile de fulanis, dowayo, koma, negros urbanizados, cristianos y musulmanes, misioneros católicos y protestantes, funcionarios negros y cooperantes blancos: todo el espectro de este detritus cultural que forma los márgenes de la Cultura-Mundo occidental, y cuyo mestizaje y entrecruce constituye hoy una de las principales preocupaciones de la antropología. Escrito en una prosa sencilla y accesible, el lector se sorprende al ver, todavía en 1978, un mundo tan extraño y lejano en el norte de Camerún, apenas unos años después de su independencia, que a veces podría parecer  no sólo otro siglo, sino otro planeta. Hay páginas sobre el país interior de los dowayo, por ejemplo, la circuncisión de niños y de mujeres, la fiesta atroz de las calaveras, los ritos de los señores de la lluvia, la extracción de muelas del  antropólogo, la habitual vida sexual promiscua o las constantes borracheras de cerveza, que nos traen a la memoria los primeros libros que leímos, de muchachos, sobre el África recién colonizada por los europeos. Barley, doctor en antropología en Oxford y conservador africanista en el British Museum, autor también de otros dos libros, fruto de sus investigaciones africanas, ha conseguido en veinte años veinticuatro ediciones de su primer trabajo, combinando el candor y colorido de los relatos de los primeros exploradores con un agudo ingenio y un muy humorado sentido del absurdo.

Entrevista de ETA

Siguen diciendo, como siempre, que el original de los comunicados o de esta misma entrevista es el euskara, que luego se traduce al castellano, pero no es verdad. A la legua se ve, y más desde dentro del lenguaje, que el original es el castellano, que luego se traduce a su idioma patriótico, que lo escriben y lo hablan mucho peor. No merece la pena leer esta entrevista río, hecha como propaganda electoral para sus amigos de Amaiur. Basta volver a leer el acuerdo de Gernika y añadirle la atmósfera de un mitin electoral, con algunos rasgos de humor, como el elogio a Rajoy, que después queda neutralizado por el juicio que se hace del Gobierno y del Estado español. Nada nuevo. Lo de siempre. A no ser la ratificación implícita del fracaso de su terrorismo armado, y la ingenua interpretación de algunos periodistas españoles, que de ETA entienden como de la política del reino de Tonga.