Contra los paraísos fiscales

Cuatro instituciones eclesiales fancesas, entre ellas, Cáritas y Justicia y Paz, hicieron público el documento Al servicio del bien común, con motivo de la reunión  de los representantes políticos del G-20 en Cannes, los  pasados días 3 y 4 de noviembre. Sobresale en él la sonora denuncia  de los paraísos fiscales, agujeros negros de las finanzas internacionales, presentes no sólo en islas exóticas, sino en el corazón de las grandes ciudades, en los distritos comercialesZonas opacas y sin control, que permiten a individuos, empresas y bancos ocultar sus ingresos. Hasta 125.000 millones de euros al año son privados a todos los países, y, especialmente, a los más pobres. Sólo en Francia la cifra de ingresos evadidos al Estado oscila entre 40.000  y 50.000 millones de euros, el equivalente a dos veces el déficit de la Seguridad social. Considerados como una de las más escandalosas trampas, formas de corrupción y de fraude fiscal, a la vez que verdaderas cadenas criminales en muchos casos, los paraísos fiscales contribuyen a privar a los Estados de sus instrumentos de redistribución, ya que los beneficios que pueden generar van a parar únicamente a manos de inversores extranjeros. El año 2008, el volumen de las transacciones financieras, a las que muchos se oponen a imponer la más mínima tasa, fue 74 veces mayor que el PIB mundial y su influencia ha sido decisiva en el origen de la crisis  actual, que no no ha sido ni es sólo financiera, sino toda una crisis de ciivilización: el dinero como valor supremo y único criterio de éxito en la vida, en detrimento de las dimensiones social, espiritual y cultural de la misma. Como ejemplos concretos, baste decir que las empresas gigantes de las nuevas tecnologías tienen un lugar  importante de sus ganancias en los paraísos de Luxemburgo, Suiza o las Bermudas. Los principales bancos europeos tienen un promedio de 25 filiales en las Islas Caimán. Las dos terceras partes de la inversión extranjera directa en la India y China provienen de los paraísos fiscales. Y en las Islas Vírgenes británicas están registradas 830.000 empresas, por 25.000 habitantes. Verdaderos paraísos para ese 1 por ciento que posee el 50 por ciento de la riqueza mundial. Que no dan trabajo y roban progreso, salud, educacción y vida a todos los países del mundo, incluidos los más pobres. Pero ¿qué Estados, qué partidos políticos, qué politicos denuncian todo ello? ¿Hemos oído hablar acaso en serio alguna vez de todo ello durante estos largos meses de precampaña y de campaña electoral?