Archivo por meses: octubre 2006

Apariencia de concordia y paz

Una de las defensas más bellas de la libertad y de la paz que conozco en la literatura clásica es el discurso al pueblo romano, que pone Salustio en boca del cónsul Marco Lépido contra Sila y sus aspiraciones tiránicas: “Hay que actuar y salirles al paso, romanos, para que vuestros despojos no queden en manos de ellos; no se puede perder el tiempo ni buscar auxilio en las plegarias. A no ser que esperéis que a Sila le entre de una vez el hastío o el pudor de su tiranía y que deje escapar, con más riesgo para él, lo que ha cogido por medio del crimen. Pero es que él ha llegado a tal punto que no considera glorioso nada que no sea seguro y todo lo que sirva para conservar su poder es honroso. De modo que aquella paz y tranquilidad en libertad que mucha gente honrada anhelaba tener, prefiriéndola a la fatiga de los cargos públicos, no existe: en los tiempos que corren o hay que ser esclavo o ejercer el poder, o hay que tener miedo o inspirarlo, romanos. Pues, ¿qué más hay? ¿Qué leyes humanas os quedan? ¿Qué leyes divinas no han sido violadas? (…) Pero yo soy un sedicioso, al decir de Sila, porque me quejo de las recompensas asignadas a las revueltas civiles, y un amante de la guerra porque reclamo los derechos de la paz.(…) A Sila le sirve el éxito militar y político para ocultar sus miserias y se refugia en la “apariencia de concordia y de paz“, nombres que da a toda clase de crímenes: “Si vosotros entendéis que esto es la paz y los acuerdos, dad el visto bueno a las máximas perturbaciones y destrucción de la república; decid amén a las leyes que os imponen, aceptad una paz con esclavitud y dejad el ejemplo a la posteridad de aniquilar a la república al precio de su propia sangre”.

La libertad en juego

Terminado el discurso de César en el Senado, se levantó Marco Porcio Catón, biznieto de Catón el Censor, y, mucho más severo que su predecesor, pidió la pena de muerte para los cinco conjurados: “Pero, por los dioses inmortales, a vosotros os digo, sí, que siempre habéis tenido en más vuestras casas, villas, estatuas y cuadros que la república: si queréis conservar esas cosas, tengan el valor que tengan, a las que os abrazáis, si queréis gozar de paz para vuestros placeres, despertad de una vez y tomad bajo vuestro cuidado la república. No estamos tratando de impuestos ni de los agravios de los aliados: lo que está en juego es nuestra libertad y nuestra vida. (…) Pero ahora no se trata de si las costumbres en que vivimos son buenas o malas, ni cuán grande y esplenderoso es el imperio del pueblo romano, sino si todo esto, cualquiera que sea nuestro parecer sobre ello, va a seguir siendo nuestro, o ello y nosotros vamos a ser del enemigo. ¿Y en este punto se atreve nadie a hablarme de comprensión y piedad? Verdad es que hace mucho hemos perdido el nombre verdadero de las cosas…”

Crímenes de desalmados

En el discurso que Salustio pone en boca del senador a sus colegas romanos sobre el castigo que se merecen los principales secuaces de Catilina, conjurados contra la República el año 63 a.C., Gayo César, aun afirmando que “cualquier castigo es inferior a los crímenes que han cometido“, pide sólo para ellos la prisión fuera de Roma y la confiscación de sus bienes, pero no la pena de muerte. Y nos trae a la memoria una muy habitual conducta humana: “La mayoría de la gente recuerda el final y, por lo que respecta a los desalmados, se olvida de su crimen, y habla sobre todo del castigo si éste ha sido un tanto severo”.

Eternos por su gloria

Leo con agrado, entre tanta escritura barata, las primeras líneas del prólogo al Bellum Jugurthinum,de Gayo Salustio Crispo, importante político romano y creador de la historiografía latina:”El género humano se queja equivocadamente de su naturaleza, porque, débil y efímera, a su juicio, la gobierna más bien el azar que las dotes personales (…) Ahora bien, guía y rectora de la vida de los hombres es el alma; cuando emprende el camino de la virtud hacia la gloria, es inmensamente enérgica, poderosa y resplandeciente, y no necesita de la fortuna, puesto que ésta no puede dar ni quitar a nadie la probidad, la energía y demás buenas cualidades. Pero, si presa de las malas pasiones, se hunde en la inercia y los placeres del cuerpo, después de servirse un poco de su pernicioso capricho, cuando con la falta de tesón se han dilapidado fuerzas, tiempo y talento, se echa la culpa a la debilidad de la naturaleza: los autores descargan su propia culpa en los asuntos del mundo. Asi que, si los hombres pusiesen tanto cuidado en los bienes reales como el afán con que buscan lo ajeno a ellos y que en nada les va a servir, e incluso les va a ser  peligroso o nocivo, gobernarían al azar en vez de ser gobernados por él y llegarían a tal grado de grandeza que, en vez de mortales, serían eternos por su gloria”.

Confusión y propaganda

Leo las declaraciones del secretario general del PSE, Francisco López, a un diario de Bilbao, y las resumo en confusión y propaganda. Lo mismo alude a los referéndum de autodeterminación en Quebec (qué oportuno, ¿verdad?) que repite la clásica serenata de que “la voluntad de decisión de los vascos” ha de hacerse según la legalidad vigente. Igual declara próximo “el acuerdo histórico” tras cuarenta años de terrorismo que quita importancia a la lentitud de su “proceso de paz”. Eso sí, afirma paladinamente que continúan sus encuentros y conversaciones con la “izquierda abertzale” (izquierda patriótica), a la que hace unos meses el mismo López calificaba como ” Batasuna, brazo político de ETA”, y se muestra decidido partidario de la “mesa de partidos”, fuera del parlamento, que rechazaba contundentemente en tiempos no muy lejanos. Sigue, pues, el callejón sin salida, a no ser que alguien nos abra un boquete en el callejón. En el mismo periódico se da como probable que Batasuna no quiera legalizarse, y forme al fin una coalición electoral o elija de nuevo las siglas del desconocido partido (PCTV) tras el que se presentó en las últimas elecciones autonómicas. Leo asimismo en la prensa independentista que la organización de los presos de ETA plantea como “mínimos” puntos de acuerdo el derecho de autodeterminación, la exigencia de la unidad territorial y la amnistía de todos los “presos políticos vascos”. Mientras Errazti y Madrazo coinciden en su encuentro de hoy en afirmar como punto incontrovertible y decisivo para cualquier avance en su “proceso de paz” el derecho y el ejercicio de la autodeterminación. “Proceso de autodeterminación”, pues, si nos cabía alguna duda, incluso por parte de EA y de IU. Confusión y propaganda. Callejón sin salida.

De calle

Me conformo hoy con un nuevo aforismo lúdico para aliviar un tanto las tristes evocaciones que vengo exponiendo durante todo este mes (Con ello sólo he querido decir que, mientras buena parte de los españoles no sepa qué ocurrió en la Segunda República española, no habrá plena normalidad política en nuestro país).
¿Por qué, en vísperas de las elecciones municipales, suelen andar tan afanosos los alcaldes arreglando o rehaciendo mayormente las calles de sus municipios? Pues porque quieren ganar de calle las próximas elecciones.

El “Yihad”

Sabemos tan poco del Islam, somos tan ignorantes de ese inmenso acontecimiento histórico y tan actual, que cada día podemos aprender algo. Por ejemplo, sobre la traída y llevada, usada y abusada, Yihad (solemos articularla y adjetivarla, de manera parcial, como femenino). Considerado por muchos como el sexto pilar del islamismo, aparece en el Corán en la fórmula “esfuerzo en el camino de Dios“, en el sentido de esfuerzo para hacer reinar los derechos de Dios, para defender el Islam. Lo que se entiende de varias maneras: desde la predicación pacífica o la explicación de la doctrina a los no musulmanes hasta la lucha militar o guerra santa. También en el cristianismo el reinado de Jesucristo o la defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia han significado a veces todo eso. Nadie mejor que los musulmanes debiera entender, en principio, el primitivo sentido de las cruzadas cristianas para defender los Santos Lugares de Tierra Santa. La teoría clásica islámica entiende que la guerra santa es el pequeño Yihad, mientras el gran Yihad es la genuina defensa del Islam en uno mismo, el verdadero combate espiritual del creyente. Muchos regímenes musulamnes de hoy día usan el término para referirse a la lucha contra el subdesarrollo, el hambre, el analfabetismo, la lucha por las libertades, la justicia social, etc. ¡Cuidado con la palabra!

La votación suicida

Por fin, a las siete de la madrugada del día 14, se sometió a votación el último texto del dictamen de la comisión constitucional, que suavizaba el texto primitivo, obra de socialistas y radical socialistas, pero seguía siendo el artículo más anticlerical y antieclesial de las constituciones españolas, el más torpe políticamente también. Fueron 178 votos contra 59. Los radical socialistas se abstuvieron, con alguna excepción, partidarios hasta el final del dictamen anterior. Muchas ausencias de quienes no tuvieron el coraje intelectual y moral propio de guías morales e intelectuales del pueblo español: Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala, Sánchez Román, Sánchez Guerra, Sánchez Albornoz, Madariaga…
Basta transcribir el Diario de Sesiones tras la votación suicida: “La aprobación del artículo es acogida con aplausos en varios lados de la Cámara y en las tribunas, oyéndose reiteradamente vivas a la República, a los que contestan los diputados de la minoría vasco-navarra con vivas a la Libertad. Un grupo numeroso de diputados se dirige hacia los escaños de la minoría vasco-navarra y el Sr. Leizaola es objeto de una agresión personal. El Sr. Presidente reclama insistentemente orden, sin poder dominar durante largo rato el tumulto”. La descripción del diputado vasco-navarro. José Antonio Aguirre es algo distinta: “Parecían un orfeón bien disciplinado. Como obedeciendo a una consigna, comenzaron a aplaudirnos en chanza. Las tribunas, bien aleccionadas, les secundaron. Y, como si fuera poco, empezaron a gritar:”¡Mueran los vascos!”, “¡Mueran los católicos!”. Nosotros -me refiero a los nacionalistas- ante la provocación contestamos con tantos “¡Gora Euzkadi azkatuta!” como mueras nos eran dirigidos”. Dos o tres “jabalíes” increparon entonces a Leizaola por haber gritado “¡Muera la República!”, cosa que éste negó; siete u ocho lo rodearon y uno de ellos le dio un puñetazo en la nuca. Saltó Aguirre de escaño en escaño, y con él Basterrechea, Robles, Eguileor…, pero el agresor se había mezclado en el grupo. Alguien del campo republicano intervino para cortar el incidente, mientras Besteiro rompía “dos o tres campanillas”.
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España ha dejado de ser católica

El martes día 13 de octubre, habló por fin Manuel Azaña, presidente y fundador del partido Acción Repúblicana, ministro de la guerra y próximo presidente del Gobierno. Fue el discurso de su vida, el de “España ha dejado de ser católica”, frase dicha en sentido histórico-cultural, aunque fue entendida por casi todos como una provocación y el resumen de una política. Su intención era unir al mayor número de republicanos para votar un texto común, que evitase la disolución de todas las órdenes religiosas, pero que a la vez mantuviera algunos de los propósitos del viejo azañismo y del viejo anticlerialismo republicano: la disolución de la Compañía de Jesús, la supresión del presupuesto eclesiástico, la prohibición de la enseñanza, la industria y el comercio a las asociaciones religiosas, y el control absoluto de la Iglesia por el Estado. Como recalcó una y otra vez el ministro republicano en este discurso, la salud del Estado, la defensa de la República era el principio supremo de los hombres como él, por encima de cualquier derecho, de cualquier principio. Puro jacobinismo y hasta fascismo, ya lo comenté hace unos días. El futuro presidente de la República calculó mal la operación: “Pensad, señores diputados, que vamos a realizar una operación quirúrgica sobre un enfermo que no está anestesiado y que en los debates propios de su dolor puede complicar la operación y hacerla mortal; no sé para quién, pero mortal para alguien”.
Mortal para todos, pero sobre todo para la República azañista.

“Somos españoles… Somos jesuitas”

El lunes día 12, cuando lo vieron todo perdido, los cuatro superiores provinciales de la Compañía de Jesús en España se animaron a enviar a las Cortes el manifiesto preparado hacía tiempo, que no habían querido hacer público antes para evitar probables reacciones en contra. Hasta su antiguo alumno, Miguel Maura Gamazo, ministro de la Gobernación, en quien habían confiado desde primera hora, andaba repartiendo entre los grupos parlamentarios una fórmula, preparada probablemente por algún canonista, por la que se disolvía la Compañía para salvar así a las demás órdenes religiosas. “Somos españoles -comenzaban diciendo-, amantes como el que más de nuestra patria, y, por tanto, tenemos todos los derechos que las leyes reconocen a los demás ciudadanos españoles y la Constitución, que se está elaborando, acaba de confirmar. Somos miembros de familias honradas…(…) Somos jesuitas, y como tales pertenecemos a una Corporación que, si bien está extendida por todo el mundo, tiene más íntima y singular conexión con España: español fue su fundador, que cayó providencialmente herido mientras luchaba por España; españoles los más insignes de sus primeros compañeros, y española, en gran parte, su historia…(…) Pregúntese a los centenares de millares que han frecuentado nuestras clases, han practicado nuestros Ejercicios, han asistido a nuestros sermones o conferencias… (…) Pero, si por animosidad y ofuscación momentáneas se nos arrojara de la Patrias, o se nos hiciera imposible la vida en ella, todos los hijos de la Compañía de Jesús, a ejemplo de nuestros mayores, desterrados en época memorable a las playas de Italia, pedonaríamos la injusticia, y rogando a Dios por nuestros perseguidores, emigraríamos resignados a otros países, llevando siempre en el corazón y en nuestras incesantes actividades el amor a nuestra querida patria España”.