Eternos por su gloria

Leo con agrado, entre tanta escritura barata, las primeras líneas del prólogo al Bellum Jugurthinum,de Gayo Salustio Crispo, importante político romano y creador de la historiografía latina:”El género humano se queja equivocadamente de su naturaleza, porque, débil y efímera, a su juicio, la gobierna más bien el azar que las dotes personales (…) Ahora bien, guía y rectora de la vida de los hombres es el alma; cuando emprende el camino de la virtud hacia la gloria, es inmensamente enérgica, poderosa y resplandeciente, y no necesita de la fortuna, puesto que ésta no puede dar ni quitar a nadie la probidad, la energía y demás buenas cualidades. Pero, si presa de las malas pasiones, se hunde en la inercia y los placeres del cuerpo, después de servirse un poco de su pernicioso capricho, cuando con la falta de tesón se han dilapidado fuerzas, tiempo y talento, se echa la culpa a la debilidad de la naturaleza: los autores descargan su propia culpa en los asuntos del mundo. Asi que, si los hombres pusiesen tanto cuidado en los bienes reales como el afán con que buscan lo ajeno a ellos y que en nada les va a servir, e incluso les va a ser  peligroso o nocivo, gobernarían al azar en vez de ser gobernados por él y llegarían a tal grado de grandeza que, en vez de mortales, serían eternos por su gloria”.