“Somos españoles… Somos jesuitas”

El lunes día 12, cuando lo vieron todo perdido, los cuatro superiores provinciales de la Compañía de Jesús en España se animaron a enviar a las Cortes el manifiesto preparado hacía tiempo, que no habían querido hacer público antes para evitar probables reacciones en contra. Hasta su antiguo alumno, Miguel Maura Gamazo, ministro de la Gobernación, en quien habían confiado desde primera hora, andaba repartiendo entre los grupos parlamentarios una fórmula, preparada probablemente por algún canonista, por la que se disolvía la Compañía para salvar así a las demás órdenes religiosas. “Somos españoles -comenzaban diciendo-, amantes como el que más de nuestra patria, y, por tanto, tenemos todos los derechos que las leyes reconocen a los demás ciudadanos españoles y la Constitución, que se está elaborando, acaba de confirmar. Somos miembros de familias honradas…(…) Somos jesuitas, y como tales pertenecemos a una Corporación que, si bien está extendida por todo el mundo, tiene más íntima y singular conexión con España: español fue su fundador, que cayó providencialmente herido mientras luchaba por España; españoles los más insignes de sus primeros compañeros, y española, en gran parte, su historia…(…) Pregúntese a los centenares de millares que han frecuentado nuestras clases, han practicado nuestros Ejercicios, han asistido a nuestros sermones o conferencias… (…) Pero, si por animosidad y ofuscación momentáneas se nos arrojara de la Patrias, o se nos hiciera imposible la vida en ella, todos los hijos de la Compañía de Jesús, a ejemplo de nuestros mayores, desterrados en época memorable a las playas de Italia, pedonaríamos la injusticia, y rogando a Dios por nuestros perseguidores, emigraríamos resignados a otros países, llevando siempre en el corazón y en nuestras incesantes actividades el amor a nuestra querida patria España”.