Archivo por meses: octubre 2013

La incomunicación del PP

La incomunicación ha sido desde el comienzo una nota caracterísica del PP en el Gobierno de España. Ya sea por convicción arraigada, por elitismo político (complejo de singularidad o de superioridad), por falta de verdaderos comunicadores, o por tal número de realidades onerosas (casos de corrupción, etc), que hacen imposible toda fluida y natural comunicación. O por todo ello a la vez. Para colmo, cuando la secretaria general del partido, harta de Bárcenas, sus trampas y sus mentiras, decide por las bravas querellarse contra él, se encuentra con que la salida personal -una palabra contra otra- lleva consigo la escenificación judicial de la acusación de Bárcenas, pantalla mediante, desde la cárcel, lo que añade mayor desconfianza y mayor escándalo, si cabe, en medio de una nueva, radical, incomunicación.- La política, arte del gobierno de la comunidad, de la sociedad, del pueblo, es plaza pública o es una merienda de negros. Pero la plaza pública exige personas comunicadoras, de buena y convencida comunicación, y, sobe todo, sin temor a lo comunicado.

¿Qué es la gracia?

Es uno de los conceptos peor explicados, peor aprendidos, peor asimilados en la comunidad cristiana, a lo que no han ayudado mucho las curiosas y a veces extravagantes especulaciones y el intrincado vocabulario de la decadente escolástica anterior al Vaticano II. Pero ya desde los primeros siglos, prevaleció en los padres (teólogos) griegos la gracia de Dios como la acción del Dios trino en la historia de la salvación, y la inhabitación de ese Dios en el hombre y en el mundo para divinizarlos. En el siglo XX, superadas viejas disputas abstractas de escuela, los grandes teólogos protestantes y católicos -Barth, Brunner, Rahner, Tillich, Greshake, Pesch, Schillebeeckx, Schmaus, Kraus, Küng…-  subrayaron el carácter personal de la gracia, como amor de Dios, como autocomunicación de Dios, como donación personal de Dios al hombre, que transforma su existencia y sus relaciones eclesiológicas y sociales. Gracia, pues, personal, dinámica, real, histórica, también bajo signos sensibles, comunitaria, gratuita, necesaria, universal. Una fuerza liberadora, unida a la virtualidad de Dios y a la virtualidad del hombre. (Libertad liberada del hombre, podríamos decir, recordando la frase de san Agustín, que ayer comentaba).  Libertad en gracia, como la define el teólogo Georg Kraus -autor de una síntesis excelente sobre el tema-, en la que prevalece la omnipotencia de Dios, sin negar la libertad autónoma, aunque subordinada, del hombre. Éste es tanto más libre y activo cuanto más deja operar a la gracia de Dios en él. Dios respeta  al hombre creado libre, y liberado de nuevo, y le llama a una comución  amorosa y salvífica para su salvación y la salvación de todos los hombres, incluido el mundo en que viven.

La libertad agraciada

En la Iglesia occidental la densa doctrina de la gracia que Agustín, obispo de Hipona, defendió en sus últimos años (412-430) frente a pelagianos y semipelagianos -la primera herejía en Occidente- marcó toda la teologÍa occidental posterior. Agustín ve la gracia sobre todo como un adjutorium, como una ayuda en el alma humana. Y así separa la gracia de Dios mismo y la convierte en una realidad antropológica y psicológica, en una realidad interna del hombre. Además, contrapone esta gracia de Dios a la libertad de la creatura, defendiendo la eficacia y la operatividad exclusiva de la gracia en el acontecer salvífico. Gracia y libertad pasan a ser, pues, causas concurrentes y rivales. En la polémica con Pelagio y sus discípulos Celestio y Juan de  Eclano, Agustín, siguiendo de cerca a Pablo de Tarso, llegó a ciertos excesos de lenguaje: corrupción de la naturaleza humana por el pecado original, ruina del libre albedrío, “massa damnata”, predestinación…, que parecían poner en cuestión la libertad del hombre y que provocaron serias apologías de la libertad humana por parte de otros teólogos y monjes, mayormente de la Galia del Sur, y posteriormente dieron pie a ciertas doctrinas de Wiclef, Lutero, Calvino, Bayo, Jansenio… Un autor que conoció como pocos la obra agustinana, el historiador católico francés Henri Irenée Marrou, no tenía empacho en recordar que el santo obispo de Hipona fue durante nueve años maniqueo, como él mismo contó en sus Confesiones, en observar  que algo de eso le quedó después en las horas febriles de la controversia antipelagiana. Pero yo quiero ahora recordar, dentro de las muchas genialidades de teólogo y fislósofo africano, aquel sublime párrafo sobre la gracia y la libertad en su carta 194 a Sixto, 5, 19: Quo itaque auxilio et munere Dei non aufertur liberum arbitrium, sed liberatur, ut de  tenebroso lucidum, de pravo rectum, de languido sanum, de imprudente sit providum: (Y es que con el auxilio y regalo de Dios no se suprime el libre albedrío del hombre, sino que se libera, y de tenebroso llega a ser lúcido, de malo se hace recto, de lánguido se convierte en robusto, y de imprudente pasa a ser discreto).  Y continúa el santo: Tan generosa es la bondad de Dios para con todos los hombres, que lo que son regalos suyos devienen méritos nuestros, y por los dones que Él nos otorgó nos dará premios eternos.

Malas noticias de Mondragón

Malas noticias nos llegan de Mondragón; las peores, según el Gobiertno vasco. La sección de electrodomésticos, Fagor, la joya de la corporación cooperativa mayor de España y tal vez de Europa y del mundo, ha solicitado, a causa de  una deuda de  casi mil millones de euros, preconcurso de acreedores, como tantas otras empresas del país. La Corporación (MCC) en su conjunto no ha podido salir, como anteriormente, a enjugar esa deuda, ni ha bastado la ayuda del Gobierno vasco. ¿A la crisis  general se ha unido una excesiva expansión: Marruecos, China, Polonia, Francia? ¿Las reglas del cooperativismo se han vuelto ineficaces en esta coyuntura? La poderosa maquinaria de la investigación y de la innovación en la universidad propia de Mondragón, en la UPV y en Deusto, que no tiene parangón en otras latitudes, ¿no ha valido esta vez? La noticia ha venido accompañada de poca información. Los admiradores del cooperativismo de Mondragón necesitamos saber un poco más.

Una felicitación a los 44 años

          (. . . )

Dos cuatros gemelísimos.

Dos sillas de montar cabalgando por la vida.

Dos asientos, más que reservados,

para el gran espectáculo

del mundo actual.

Dos sillas bajas

de descanso

después de tanto sobresalto y decepción.

 

Antes de que lleguen los cincos,

 y los seises, los sietes y los ochos,

cada vez más altos,

más rígidos, más débiles…,

que tus cuatros

 te dejen

mucho más que cuatro cosas

esenciales:

un doble cuatro de oros,

un canto a más

de cuatro voces mixtas,

 y  la capacidad

de hacer y de  decir

muchas más de cuatro cosas

a más de cuatro…

                      (. . . )

¿La nación, el todo?

Escribe el historiador catalán Josep M. Pradera que el gran logro del nacionalismo está en la aceptación y aparente éxito de que lo social e individual es la parte y la nación el todo. Y es que una política eficacista, puramente realista y egoísta, sin cultura humanista que le sirva de fundamentro nutricio, ha conseguido eso en casi todas partes.

Antieclesialismo español y universal

Sigo trabajando sobre el anticlericalismo-antieclesialismo español dentro de un estudio más amplio sobre el antieclesialismo-anticlericalismo en la historia de la Iglesia universal, desde los inicios del cristianismo, que es la manera de poder estudiar a fondo ese movimiento presente ya en el primer siglo de los mártires cristianos y también, con otras motivaciones, en el siglo de la primera Iglesia teodosiana, oficial, dentro del Imperio romano del siglo IV. Siempre he lamentado la indiferencia, la pereza, la inconsciencia de la Iglesia en España y también de la misma sociedad española, especialmente la universitaria, al no estudiar a fondo, e interdisciplinarmente, dicho fenómeno permanente de manera científica, no apologética. Nos daría la clave de otros muchos fenómenos mal conocidos de nuestro país, y, no digamos, de nuestra misma iglesia. En este tema -que es para mí igualmente la tema- me he movido desde hace muchos años. He promovido algunas iniciativas. He animado a varias instituciones y personas. He interpelado a a muchos personajes civiles y eclesiásticos: en Roma, Salamanca, Barcelona, Deusto, Madrid, Vitoria, Alcalá de Henares, Pamplona… Todos ven intresantísima la idea, pero nadie se ha interesado de verdad por ella. En el fondo, todos la temen.

Mártires españoles

He escrito, a lo largo de las últimas semanas, artículos en varios diarios españoles sobre la magna beatificación de hoy en Tarragona de 522 nuevos mártires-testigos de la fe cristiana durante la guerra civil española. Como ya previne en un comentario escrito al reciente libro El siglo de los mártires, habrá gente que intentará negar el carácter de martirio por haber sido ejecutados en una guerra civil. Así ha sido. Y muchos de los que no han pedido nunca perdón por los crímenes de sus antepasados y de sus partidos y sindiatos en los que militan, se atreven ahora hasta a pedir al papa que se disculpe. ¿De qué? La iglesia en España ha sido, que yo sepa, la única institución española que varias veces ha pedido perdón por lo que hizo o dejó de hacer, colectiva o a través de sus miembros, en aquel tiempo. Bueno, sí, el socialista Indalecio Prieto se arrepintió también hace muchos años de su trágica intervención en aquel sangriento disparate que fue el golpe de Asturias, fracasado de inmediato en el resto de España, en octubre de 1934. Los mártires españoles, como tantos mártires en todos los tiempos, murieron por confesar a Cristo, por no blasfemar su nombre, por no pisar el crucifijo, por no acostarse con una prostituta…, como a muchos se les pedía, pra poder salvar su vida. Algunos de ellos fueron eliminados antes de la guerra ciivil, cuando se persiguió acerbamente en algunos lugares a la Iglesia. Casi todos a comienzos de la guerra, cuando la Iglesia no había abierto la boca sobre la la contienda. Casi todos murieron perdonando a los que los mataban. Comprendo que para muchos esto sea demasiado, que les ofenda incluso, que los abochorne. ¿No quieren ellos mismos que respetemos, que admieremos, que veneremos, de la manera que ellos quieren, a los mártires-testigos de sus propias causas? ¿No lo hemos hecho mil veces? ¿No tienen acaso sus martirologios, sus fiestas evocadoras, sus memorias, sus ritos y sus propias beatificaciones? Y ¿ por qué no los mártires cristianos? ¿Porque murieron perdonando?

En el día de la Fiesta Nacional

Es inútil que nos quejemos de que, después de tantos años, no sólo defender, elogiar, dar muestras de amor a España sea una cosa insólita, sino hasta mal vista y mal recibida. Hace muchos años que los protagonistas del progresismo español se han empeñado en hacer todo eso poible. Que ahora algunos de esos progresistas se quejen de la falta de conciencia nacional, de la carencia de un buen patriotismo español… tiene su aquél. Por otra parte, una Nación, y más si es tan antigua como España, no es sólo la colección de sus derechos (y deberes), lo que se llama hoy su ciudadanía, sino también, y antes que eso y dentro de eso -tan esencial, por otra parte- es su historia, su geografía,  sus usos y costumbres, su religión, su etnia, su lengua, su cultura, su vida diaria… Lo que implica entendimiento y comprensión, voluntad y decisión, afectos y emociones, memoria y fantasía, recuerdos y proyectos… Es decir, el hombre (ser humano) de carne y hueso, de un tiempo y un lugar. Todo eso es el País, la Nación, la Patria, el Estado, dentro de Europa, de Hispanoamérica y del Mundo. ¿Quién se atreve hoy siquiera a decirlo?