En el día de la Fiesta Nacional

Es inútil que nos quejemos de que, después de tantos años, no sólo defender, elogiar, dar muestras de amor a España sea una cosa insólita, sino hasta mal vista y mal recibida. Hace muchos años que los protagonistas del progresismo español se han empeñado en hacer todo eso poible. Que ahora algunos de esos progresistas se quejen de la falta de conciencia nacional, de la carencia de un buen patriotismo español… tiene su aquél. Por otra parte, una Nación, y más si es tan antigua como España, no es sólo la colección de sus derechos (y deberes), lo que se llama hoy su ciudadanía, sino también, y antes que eso y dentro de eso -tan esencial, por otra parte- es su historia, su geografía,  sus usos y costumbres, su religión, su etnia, su lengua, su cultura, su vida diaria… Lo que implica entendimiento y comprensión, voluntad y decisión, afectos y emociones, memoria y fantasía, recuerdos y proyectos… Es decir, el hombre (ser humano) de carne y hueso, de un tiempo y un lugar. Todo eso es el País, la Nación, la Patria, el Estado, dentro de Europa, de Hispanoamérica y del Mundo. ¿Quién se atreve hoy siquiera a decirlo?