Archivo por meses: junio 2007

Las víctimas vivas de la matanza de Hipercor

A los veinte años de aquel excidio causado por ETA -la organización armada, como la llama aún Zabaleta-, leo en EP una entrevista con algunas víctimas vivas, que se lamentan todavía del abandono que han sufrido por parte de las administraciones y de una sociedad, que “echaba a un lado a las víctimas como si tuvieran la peste“. Una de esas víctimas, que perdió a su mujer, dice que algunas personas casi le felicitan porque, cuando cobre la indemnización, se va “a forrar“. Otra recuerda que sus ex compañeros de trabajo no querían subirse al mismo coche que ella. A parte de las dificultades psicológicas, laborales y económicas que han ido sufriendo, algunas de estas víctimas declaran que no han recibido aún las indemnizaciones que les corresponden, y esto les pasa a 30 familiares de fallecidos o heridos.- Me duele, me entristece y hasta me escandaliza que estemos tras veinte años así. Pregunto a quien de esto sabe mucho más que yo y no me da razón. La memoria de aquel horror y de esta irresponsabilidad posterior me ha borrado hoy en buena medida otras preocupaciones y hasta angustias mucho más cercanas.

El santo cardenal Pironio

A los nueve años de la muerte del cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998), en Roma y en su país se ha celebrado su aniversario como el de un santo profeta de la conversión y de la denuncia del mal en nuestro tiempo, aunque su causa de beatificación haya sido promovida por la Conferencia Episcopal Argentina tan sólo hace un año. Obispo de Mar del Plata, secretario y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), a él le tocó presentar a Pablo VI los documentos de la célebre Conferencia de Medellín (1967), y sobre todo interpretar los signos de los tiempos, diseñando la idea cristiana de liberación, que vincula evangelizción, desarrollo y justicia. Su valiente actuación frente a la violencia de todo tipo en Argentina y su defensa de la reconciliación antes y después del golpe militar de 1976 pusieron en riesgo su vida, cuando su amigo Pablo VI decidió llamarlo a Roma, donde presidió, sucesivamente, la Congregación para la vida religiosa y el Pontificio Consejo para los Laicos, desde el que inauguró las Jornadas Mundiales de la Juventud. Roger de Taizé dijo de él: “Pironio, hombre de Dios, irradiaba la santidad divina en la Iglesia. Cuántas veces me ha ocurrido decir: hoy también los santos existen, y el cardenal Pironio es uno de ellos”. El cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone declaraba recientemente que Pironio había sido para muchos “presencia de Dios, llena de gracia, cordialidad y sencillez” y que “irradiaba la santidad de Dios como luz en el camino”. Y Mons.Renato Boccardo, que fue su colaborador en el Consejo para los Laicos, resumía el ideal cristiano que el santo cardenal veía en los laicos: “No es la suya una religión de conquista, sino de levadura que transforma la masa; que sazona y anima lo temporal y vive una triple fidelidad al Cristo del Evangelio, a la comunidad eclesial y al mundo, con mirada positiva y optimista sobre el mundo y la historia. Qué gozo leer estos altos elogios sobre un obispo polémico un día en su tierra y, sobre todo, un cardenal romano exiliado por la causa de la la justicia y la reconciliación entre los hombres!

Donde Baroja habla menos mal de los jesuitas

Es raro encontrar en las novelas, los ensayos, los artículos de Pío Baroja, obseso escritor antijudío, antiromano y anticatólico, algún juicio que no sea negativo sobre los jesuitas, máximos exponentes de todo lo que él emás aborrece. En su artículo Los jesuitas, escrito probablemente en los primeros años treinta, el autor de Vitrina pintoresca, que reconoce no conocer a los teólogos y moralistas jesuíticos del XVI y XVII, sino por las Provinciales de Pascal, sale en defensa de estos teólogos, ignotos para él -Escobar, Soto, Mariana, Suárez, Molina…-, a los que llama “los libertarios del tiempo, los que llevaban la crítica hasta sus últimas consecuencias“. Y resume: “La moral jesuítica y todo el jesuitismo tendía a remplazar la utopía cristiana irrealizable por un pragmatismo realista y posible“. A esto llama él “moral laxa“, que intenta hacer desaparecer “la antinomia violenta que se desprende del Evangelio entre Cristo y el mundo”, vista sobre todo a la manera de Kierkegard. “Se dice –comenta don Pío– que la moral jesuítica está hecha a base de hipocresía; yo encuentro todo lo contrario: que hay en ella una tendencia a la probidad y a la claridad (…) La moral laxa de los jesuitas y el probabilismo intentan buscar al hombre tal como es, basarse en su naturaleza, no en un puritanismo fingido (…) El jesuita vio al hombre pequeño, interesado, egoista, vanidoso, y quiso hacer una moral para él. No iba a construir una ética de caballeros andantes, ni de héroes, sino una ética para las gentes que conocía por el trato y el confesionario“. Asimismo Baroja no cree que los jesuitas inventaran el principio de que el fin justifica los medios, y califica de “literatura de portería y de poco valor” todas esas historias de conspiraciones, intrigas y misterios que se les atribuye. Pondera también el valor cultural de los jesuitas historiadores y filólogos del XVIII, como Masdéu o Hervás y Panduro, pero sostiene asimismo que, “pasada esta brillante época, la cultura jesuítica se estanca”, que el jesuita pierde sus líneas fuertes: “se hace blando, amadamado, cursi“. En fin, frente a los radicales españoles que han querido darles el golpe de gracia, por aquello de que a moro muerto, gran lanzada -¿la disolución de la Compañía, el año 1932?-, el autor de El árbol de la ciencia estima que esa lanzada les ha hecho acaso revivir algún tiempo. Para él, uno de “los escasos liberales” que quedan, la fórmula clásica de los fisócratas “Dejad hacer, dejad pasar” es la que acaba con todo lo que está destinado a morir, “y acabaría con los jesuitas mejor que las proscripciones”.– No se le puede pedir a Baroja mucho más en este punto. Pero mira por dónde lo que él llama su liberalismo le hace salir al paso de los acusadores e inquisidores, intransigentes y zelantes, de la Compañía, así como de los zafios y violentos enemigos posteriores, y aparece, salvadas ciertas falsas interpretaciones e imprecisiones, como un defensor de una moral cristiana más humanista y anti jansenista, que hoy se entiende mucho mejor que en los días en que le tocó vivir.

La moral del capitalismo

En unos tiempos en que, cerca y lejos de nosotros, estamos acostumbrados a ver enriquecimientos injustificados incluso cuando las empresas tienen pérdidas; blindajes millonarios al servicio de directivos empresariales en caso de jubilación o de despido; informaciones confidenciales al servicio de parentelas y amiguismos; operaciones especulativas, en el sentido innoble de la palabra, sin ninguna apuesta real y sin riesgo alguno; “opciones sobre acciones”, que suelen ser simples mecanismos de enriquecimiento a costa de los fondos societarios…, alivia el espíritu recordar el discurso del candidato francés Nicolás Sakozy, hoy presidente de la República, el pasado 29 de abril en Bercy, contra el “capitalismo especulativo“.Sarkozy criticaba acremente el sistema de valores que, como herencia de Mayo del 68, hizo de la francesa una sociedad reacia a la culura del esfuerzo y del mérito; sistema que habría promovido, a su entender, la deriva del capitalismo financiero: el culto al dinero, la codicia del beneficio corto plazo, el deporte de la especulación perezosa. “El poner en cuestión todas las referencias éticas y todos los valores morales ha contribuido a debilutar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador.Ojalá que el nuevo ministro de economía, Jean Louis Borloo, encargado de la nueva legislación sobre este grave asunto, logre, como ha declarado, hacer que las empresas se obliguen “a subordinar el pago de remuneraciones diferidas a ciertas condiciones relacionadas con los resultados conseguidos, fijados previamente y valorados por el consejo de administración en el momento del pago“.¡Qué menos! Para ejemplo también de los países vecinos, progresistas o no.

Lo que faltó a la Transición

Ya son muchos años (30, al menos) los que venimos ensalzando, exaltando, celebrando la Transición y su joya coronil que fue la Constitución. Aquel espíritu (encarnado) de reconciliación, concordia y consenso, que tanta falta nos hace hoy. Pero tampoco tendríamos que ocultar lo que entonces no supimos o no pudimos o no quisimos asegurar, convenir, pactar, prevenir o evitar para el futuro próximo, y que hoy tenemos mucho más claro. Por ejemplo, en todo lo que hace al respeto y el uso de los símbolos nacionales, comenzando por la palabra nacional; la reforma del Senado; una justa ley electoral que no primara a los partidos regionales en detrimento de los nacionales, ni primara a las minorías locales o partidistas minoritarias frente a las candidaturas más votadas; la lucha contra el terrorismo sin precio político alguno; las penas impuestas a los responsables de crímenes terroristas y otros crímenes de similar catadura, etc. Si no somos siquiera moderamente autocríticos, tendremos menos razones para que nos crean cuando ensalzamos, exaltamos y celebramos aquella bendita Transición.

Por qué y cómo crece Nafarroa Bai

Las fuentes de Batasuna-ETA han intentado minusvalorar el crecimiemto y el triunfo de su competidor en la carrera hacia el independentismo, y menos hacia el socialismo, la coalición electoral y política NaBai. Y así, aunque reconocen el éxito que suponen los 77.600 votos alcanzados que les sitúan en la segunda posición, por encima del PSN (73.100), recuerdan los 60.552 sufragios que NaBai alcanzó en las elecciones al Congreso hace tres años, por lo que califican el avance actual de “importante“, pero no de “espectacular“. Y calculan que la coalición “ha ¨mordido¨ 12.500 votos de IU, unos 4000 de los ilegalizados (sic), parte de los 18.000 nuevos votantes, algo del PSN, la mitad de EKA (500)…”. Estudios más precisos y objetivos confirman la realidad aproximada pero no certera de esas cifras y, comparando los resultados de hoy con los conseguidos en las elecciones forales de 2003, cuando los cuatro partidos de NaBai iban por separado (54.700 sufragios), aseguran que, si bien la coalición cede a otros partidos y a la abstención 11.000 votos, recibe en cambio 37.000: sobre todo de las siguientes procedencias; 8.400 de IU, 6.700 de votos nulos (Batasuna), 6.800 de abstencionistas, 5.600 de nuevos electores, 5.000 del PSN o 2.400 de CDN. Desde el punto de visto político más que estadístico, el avance, epectacular o no, de Nafarroa Bai se debe, según creo, sobre todo a la unión de las cuatro fuerzas integrantes de la coalición, dinamizadas por el soberanismo, el independentismo y la oposición sin cuartel a UPN; por su aire de novedad y de originalidad; la popularidad de algunos de sus dirigentes; la fuerza de un potente colectivo educativo nacionalista que les es afín, y su implantación desde hace años, aparte de Pamplona y su comarca, en una larga franja del mapa navarro, abandonada igualmente por los cuatro partidos clásicos navarros, UPN, CDN, PSN e IU, casi inexistentes al norte de Pamplona, Estella y Sangüesa. Lo que plantea graves interrogantes de futuro.

Del nacionalcatolicismo al laicismo

Leído, la verdad, un poco tarde, el libro del sociólogo Rafael Díaz-Salazar, El factor católico en la política española: Del nacionalismo al laicismo, Madrid, 2006, me ha decepcionado. Con la intención de superar la crispación, favorecer el diálogo y promover la comprensión de todos, el autor, que no es nuevo en esta plaza, aporta muchos datos y lecturas favorables a su muy subjetiva visión de la historia de España, que divide sectariamente en dos, carga sobre la jerarquía católica y niega que el laicismo del gobierno de Zapatero, más que del partido, sea excluyente u hostil. Para eso prescinde de lo que no le conviene en la historia del partido socialista de antes y de ahora, y recorta, por ejemplo, lo que contradice a su propósito en la muy significativa entrevista del presidente y secretario general del PSOE con el escritor ateo y anticatólico italiano Paolo Flores de Arcais (febrero de 2006), en la que reduce la fe “a la esfera de la intimidad” y llama a la doctrina de la ley natural defendida por la Iglesia “reliquia ideológica“: “Sí, y la deben conservar –recalca Zapatero-, porque, de lo contrario, toda su doctrina pierde fundamento de un modo incisivo; mas la idea de una ley natural por encima de las leyes que se dan a los hombres es una reliquia ideológica de cara a la realidad social y a su evolución. Una idea respetable, pero un vestigio del pasado”. Una parcial sociología y una incompleta historia.

Dos presidencias en Navarra

Envié a DN mi breve artículo habitual con el título ¿Dónde la autocrítica?, haciendo un repaso ligero a las cinco formaciones políticas que han conseguido puestos en el Parlamento de Navarra. Quería hacer pública mi reflexión sobre victorias y derrotas y sobre el estado de la política navarra antes de proponer tal vez, y teniendo en cuenta las circunstancias, la mejor de las salidas a una situación intrincada. Pero, como el artículo no aparecía, me determiné anteayer a enviar una carta al director –lo más leído del periódico-, proponiendo lisa y llanamente, y salga el sol por Antequera, el reparto de los 48 meses de la legislatura para las dos presidencias del Gobierno y del Palamento en manos de UPN y PSN, según la proporción de sus escaños: 31´05 y 17’95, respectivamente, si no quieren dividir la legislatura en dos, que es lo que suele hacerse. Los precedentes son muchos en ayuntamientos, gobiernos regionales, y hasta en el Parlamento Europeo, como acabamos de ver en esta legislatura en la que aún estamos. El programa común, aunque sea de mínimos, y el reparto de consejerías no debe ser escollo mayor, cuando el más grave esté resuelto. Creo que esta solución es hoy la más deseada en el conjunto de Navarra. Auna el cambio y la continuidad. La seguridad y la novedad. Tras la vuelta de ETA a donde solía, la situación no es normal, y no basta la prosperidad económica para excluir la anormalidad. Por otra parte, los dos partidos nacionales, navarros y constitucionales, con la ayuda bien recibida de CDN e IU, y ojalá que de todos los demás, pueden y deben llevar a cabo las reformas del Amejoramiento del Fuero, ya muy elaboradas en el Parlamento, y ponerse de acuerdo en preparar, para cuando sea viable, la reforma de la Constitución en lo que a Navarra respecta. Y ahora, a esperar las naturales reacciones, o, quién sabe, la ausencia de las mismas. Que por mí no quede.

“El buen pastor”

La película dirigida por Robert de Niro, The good shepherd (El buen pastor), con todas sus cualidades y defectos, es mucho más que una historia de espías selecionados entre la flor y nata de la sociedad norteamericana, en la que se trasmite la vocación de padres a hijos, y más también que una historia de 40 años de la CIA, a tavés de la segunda guerra mundial hasta la larga guerra fría, teniendo por eje una filtración misteriosa sobre el desembarco (1961) en la Bahía de los Cochinos (Cuba), que sólo se desvela al final de la proyección. Es todo eso, pero es sobre todo la expresión cruda y descarnada de la política exterior de dos grandes potencias (“el presidente me ha pedido“), que se disputan el dominio del mundo por todos los medios y con todos los costos posibles. Por encima de cualquier valor (“la CIA es como Dios, no hay que pedirle cuentas“), de la vida familiar (“no sé nada de ti“), de cualquier amistad (“solo y sin amigos“), de cualquier relación humana (“no vas a poder confiar en nadie“), en medio de una serie de suicidios, asesinatos, ajustes de cuentas, venganzas y traiciones. Con sólo una condición totalizante: “se trata de creer en lo que haces“. Expresión extrema, si se quiere, de toda política, que en niveles inferiores y cotidianos sufre similares tentaciones y perversiones. Todo se concita a causar inquietud, desasosiego, miedo y hasta horror durante casi tres horas: la excepcionalidad del argumento, la verosimilitud de la narración legitimada en buena parte por la historia, la actividad trepidante, la excelencia de los actores, el uso y el abuso de la retroacción de la vida de los personajes, la variación constante de los lugares de la acción, la repetición obsesiva de las claves de la intriga, o la lentitud de ciertas escenas, que para muchos críticos es uno de sus mayores defectos. Aquí “el padrino”, que siempre nos evoca el director italo-americano, es el sistema o poder político oficial de todo un país. Pero la sustancia de la narración es demasiado parecida al inolvidable filme italiano.

La Liga vertebra a España

Vuelvo a confirmar lo que ya escribí hace meses: que la Liga de Fútbol, y especialmente en la Primera División, vertebra como nada la nación española. Viendo, oyendo, leyendo lo que ayer y anteayer se ha hecho y dicho en torno a los partidos de la penúltima semana de la Liga común; sintiendo de cerca la altísima tensión, el entusiasmo (hasta el delirio) o la decepción (hasta la desesperación), provocados en millones de españoles por el deseo (ansia y pasión) de que unos equipos alcancen los primeros puestos y otros eviten los últimos en la misma y común clasificación, no me cabe la menor duda de que la Liga vertebra a España. ¿Cuándo y dónde podemos ver algo parecido, en Barcelona como en Madrid, en Bilbao al igual que en San Sebastián, en Vigo lo mismo que en Sevilla (sea “el Sevilla” o el Betis)? Que España sea país, nación, estado; que sea confederal, federal, autonómica, integral, descentralizada…, ¿qué más da, si la Liga de Fútbol nos une tanto y durante tanto tiempo a tantos?