Archivo por meses: junio 2006

El 51 por ciento

Algunos diarios recuerdan hoy que los nacionalistas catalanes de CIU presentaron hace unos meses una enmienda a la proposición de ley de modificación de la iniciativa popular en el Congreso y en el Senado, pidiendo una participación superior al 50 por ciento en las consultas populares para que éstas pudieran ser válidas. Pero el testimonio más apabullante en contra de una reducida participación en cualquier referéndum nos viene de la boca del mismo presidente del Gobierno español, el 1 de febrero de 2005, en su intervención parlamentaria contra el llamado “Plan Ibarretxe”. Como se trata, objetivamente, de una crítica radical del resultado del referéndum catalán (con un 48´85% de participación) y la cosa va a ser probablemente noticia en los próximos referenda de otros Estatutos, quiero que conste aqui también:
“Salvo estos veinticinco años, nuestra historia constitucional es un recetario de fracasos, una gran página de fracasos. ¿Saben por qué? Todos lo sabemos, porque todos lo conocemos: porque normalmente se hicieron constituciones de partido, se hicieron nom as políticas con el 51 por ciento, y las normas políticas con el 51 por ciento para ordenar la convivencia acaban en el fracaso (Aplausos). Esa es la diferencia, que uno puede, con toda legitimidad, gobernar con el 51 por ciento, pero para construir con legitimidad un orden político, una norma constitucional básica -me da igual que sea una constitución o un estatuto político, busquemos la definición que queramos-, no sirve el 51 por ciento”.

Perdón y justicia

 
En el aniversario del múltiple crimen de ETA en Hipercor (Barcelona), el presidente autonómico vasco, evitando cualquier autocrítica directa, ha pedido alegremente perdón a las víctimas “por la soledad” sufrida y “por la lejanía” que han sentido “de los poderes públicos“. Es de suponer que se refiere también y sobre todo a sus propios poderes y a los poderes de los suyos: no creo que tenga ni fuerza moral ni autoridad para hablar en nombre de los poderes públicos en general. Andan algunos por ahí, esta temporada,  recomendando a los verdugos que pidan perdón y a las víctimas que perdonen. Vamos a ver. Que el agresor, arrepentido, pida per-dón (doble don) a su víctima para que, en un gesto de misericordia, renuncie a los derechos que le corresponden por la injusticia padecida, es un perdón que intenta unir justicia y misericordia, al menos cuando la ofensa es personal. Si la ofensa es pública y tiene públicas consecuencias, como en el caso del terrorismo, no basta el perdón personal pedido y hasta concedido, y la justicia ha de ser inexorable: castigo ejemplar, indemnizaciones, alejamiento, etc. Pero cuando autores de crímenes, y de crímenes colectivos, organizados y repetidos, ni siquiera piden ni quieren el perdón de sus víctimas, pedir a éstas que perdonen es cooperar a ocultar, cuando no a justificar, el crimen; es predicar, como en los peores tiempos, resignación y hasta conformidad con la injusticia; es sobre todo pedir a las víctimas que renuncien a sus derechos y aun a  su dignidad. Ese perdón sería lisa y llanamente rendición: rendición al mal y a los malvados.

Unidad y autonomía

La unidad es la raíz nutricia de la pluralidad, entendida como multiplicidad y opuesta a simplicidad. Y también de la autonomía política, que configura, por ejemplo, las Comunidades Autónomas, llamadas neciamente por algunos “Autonomías”. Políticamente, hay autonomía donde hay unidad y porque hay unidad. Sin ésta, aquélla no tiene sentido, es un flato de voz. Y hablando de los signos, que preceden a las realidades, no ha habido una sola bandera (constitucional) española, signo de la unidad, en los mítines de todos los partidos autonomistas catalanes, exceptuados el PPC y CC; tampoco en los  mítines del PSC-PSC(PSOE), ni siquiera en presencia del presidente del Gobierno de la Nación (española).  En cuanto al Estatuto catalán, aprobado hoy en referéndum muy mayoritariamente, la participación de los votantes no ha llegado a la mitad del censo. Participación y resultado positivo bastante inferiores a los habidos cuando se votó el Estatuto de 1979. Esperemos el  futuro dictamen del Tribunal Constitucional sobre el texto aprobado. “Cataluña ha hablado”, pero el conjunto de España tiene sin duda algo que decir, aunque sea de esa manera indirecta. Todavía puede subsanarse parcialmente el disparate.

Fiesta del Corpus

La luz de la mañana de aquel jueves festivo
 rota andaba de alegre y corretona.
La gente de los barrios competía
por el altar más bello al Señor de los señores.
Y llegaba el Señor, panecillo redondo,
en el redondo expositor de la custodia,
bajo lluvia de pétalos de rosas sonrosadas,
entre cantos gozosos y sencillos
-“Cantemos al amor de los amores
cantemos al Señor…”-
 
Dios estaba allí. Nunca lo he visto tan cercano,
tan natural, tan rústico y contento.
Dios estaba allí, primaveral y alegre.
Y el mundo, roto de luz y primavera.  

Lo primero, la salud

Solemos decir -y hoy más que nunca, en estos tiempos de supremo culto al cuerpo- que lo primero, la salud. Pues, sí y no. Una enfermedad llevada con coraje, o una incapacidad cualquiera, que florezca en madurez, sabiduría y bondad, son valores vitales y morales -no digamos, cristianos- mucho mayores que ciertas vidas saludables, llenas de vacío, frivolidad, inhumanidad y barbarie.< ?xml:namespace prefix = o />

Vuelta a las andadas

Oigo a Santiago Carrillo decir, dentro de la campaña pro Estatuto catalán, que el PP es “la misma derecha de 1936”. Esta calculada frase, rencorosa y odiosa, del antiguo secretario general de las Juventudes Marxistas Unificadas en esa misma fecha destruye la nueva imagen que parecía haberse ganado en la Transición española con su eurocomunismo y su política de “reconciliación nacional”. Vuelve, pues, el viejo comunista al viejo esquema marxista-leninista-stalinista de destruir al enemigo de clase sin piedad ni compasión, y antes que todo con las palabras y los conceptos. Lo siento de veras. ¡Cómo se alegrarán los que, con parecidos esquemas stalinistas o fascistas (lo mismo da), le recuerdan cada día Paracuellos!

España vence por 4-0

Triunfo redondo de la selección nacional española en el Mundial de fútbol. En Leipzig y en toda España, júbilo general. Una nación, como España, lo escribió hermosa y rigurosamente Ortega y Gasset, es “un proyecto sugestivo de vida en común”. También cuando juega la seleción nacional de fútbol. Más aún: esa selección nacional es, para bien y para mal, todo un juvenil y vistoso símbolo eficaz de ese proyecto sugestivo de vida en común. Mayormente, cuando nos alegra nuestra vida comunal y nos hace -poco o mucho- comúnmente felices.

“Guárdate tu miedo y tu ira”

Quisimos superar el pasado, para aprender de sus aciertos y errores. Trabajamos siempre por la reconciliación, la libertad y la paz. Ni la guerra civil, ni la segunda república, ni la dictadura anterior, ni la restauración, ni la primera república… fueron nuestro modelo. Queríamos una España nueva, democrática y compartida. Sumamos y no restamos. Nos comprometimos a no volver atrás. Fue toda la Transición un gran empeño hacia adelante. Hoy, con dos o tres generaciones más jóvenes que la nuestra en plena floración, no queremos empecinarnos en que nada cambie. No defendemos a capa y espada lo que hicimos, creyendo que no puede corregirse y mejorarse. Ni intentamos bloquear lo que otros puedan hacer, porque es su hora y ocasión. Pero, eso sí, queremos y hasta exigimos, en nombre también de muchos que dieron su vida por todo eso, que lo que se haga y vaya a hacerse se intente hacerlo entre todos, o con el mayor consenso posible, sobre todo si se trata no de regular “territorios”, sino de renovar las relaciones entre las personas, los grupos, las sociedades, los pueblos, las regiones y las nacionalidades de nuestra Nación común, y acabar con todo fanatismo y terrorismo. Queremos que eso nos sirva igualmente para alcanzar una más sincera reconciliación, una libertad más social, una paz más justa para todos los españoles. Y es el caso  que en muchas ocasiones, y no sólo con el Estatuto de Cataluña o con lo que se prepara para el País Vasco, no se hace eso sino lo contrario. Nos interesa más el espíritu que el contenido, la calidad que la cantidad, el largo futuro que el corto presente, sujeto a intereses particulares cuando no espurios. Nos importa mucho más que la Constitución sea la de 2006 que la del 1978. Porque todo lo que de indigno sufrimos públicamente estos días va contra la dignidad de los españoles jóvenes que hoy trabajan por una España mejor que la que nos tocó hacer a nosotros.Y es más propio de segundones resentidos y de viejos reconcomidos que de jóvenes leales y generosos. ¿Cómo no recordar hoy lo que cantábamos ayer?
Libertad, sin ira,
sin ira, libertad.
Guárdate tu miedo y tu ira
porque hay libertad.
Sin ira,
libertad.

Vuelven los “escamots”

Vuelven los escamots (pandilla, en catalán), aquellos “grupos de acción” de ERC en los años treinta. Ahora se llaman maulets y les acompañan otros bárbaros similares para insultar, denostar, acosar, agredir y hasta golpear a políticos, como Arcadi Espada o Mariano Rajoy, como antes a varios políticos del PP y a profesores  y escritores vascos. Los suelen llamar fascistas, hijos de puta, inmigrantes, españoles, payasos y… hasta bilingües! Y lo peor es que otros políticos democráticos se callan, cuando no justifican o aprueban tal barbarie. “Una como rabia canina, que abrasa las entrañas“, que diría Bartolomé José Gallardo, les moviliza, en esta campaña electoral del Estatut, para lanzarse sobre aquéllos demócratas que no están de acuerdo con él. Pero no sobre los polítios de ERC, que también piden el no. Quién nos iba a decir a los catalanistas de toda la vida que en Barcelona y en Gerona iban a suceder estas cosas el año 2006. Pero los muchos polvos del totalitarismo nacionalista-independentista catalán han traído estos lodos antidemocráticos, esta depravación impropia de un país civilizado. 
La encuesta encargada por Sigma-Dos revela hoy que el 49´8% de los próximos votantes conoce poco el texto que se somete a votación, y el 23% nada. Entonces…¿qué van a votar?

“Vieja” Europa

Hace unos días el Instituto de Política Familiar (IPF) presentaba un informe en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas sobre el envejecimieno de la Unión Europea. En los últimos 25 años el número de jóvenes ha pasado de ser el 22% de la población al 16% de la misma. En el mismo período la población mayor de 65 años ha aumentado en 17 millones de personas. España (con un 44% de disminución), Portugal (40%) e Italia (37%) son los países que más jóvenes menores de 14 años han perdido. En algunos países europeos el índice de natalidad es crítico: Grecia (1´29), España (1´32) e Italia (1´34) son los que tienen una natalidad más baja. Mientras tanto, en la Unión Europea hay un aborto provocado cada 30 segundos. En eso termina uno de cada seis embarazos. Francia (208.759), Reino Unido, Italia, Alemania y España (79.788) son los países con más cifras oficiales de abortos. Igualmente, y en ese mismo lapso de tiempo, el número de matrimonios ha disminuido en un 23%, a pesar de 31 millones más de habitantes en toda la Unión. En quince años se han roto más de diez millones, lo que ha afectado a 16 millones de niños. La ruptura ha ido creciendo de tal manera, que de cada dos matrimonios se rompe uno. El IPF ha pedido al Parlamento Europeo – por pedir que no quede- que implante “una verdadera y eficaz política integral de la familia, y que convierta a ésta en una prioridad política“. Pero no pocos políticos europeos andan entretenidos en otras formas de “matrimonio” y de familia, y su prioridad es seguir los dictados de la moda, que suele ser fuente generosa de votos.