Archivo por meses: marzo 2012

Mal di Chiesa

Pocos habrían pensado que el veterano vaticanista italiano, Gian Franco Svidercoschi, ex vicedirector de L´Osservatore Romano y autor de numerosos libros sobre  el beato Juan Pablo II, se descolgase con el último trabajo titulado Mal di Chiesa: dubbi e speranze de un cristiano in crisi, que se ha recibido en Italia con muy encontradas reacciones. El autor cree que Benedicto XVI ha llegado tarde al papado y que no tiene edad para llevar a cabo una reforma desde cero, para la que no tiene ayudas ni en la curia romana ni en el episcopado en general, comenzando por los obispos alemanes. Y viene a afirmar que el sistema eclesiástico ha llegado a un punto en el que representa un grave peligro para la Iglesia. Por ejemplo, el problema de la pedofilia entre el clero ha mostrado una educación sexual errónea, en general, y  en particular en los seminarios, una actitud errónea en muchos obispos intentando ocultar el crimen, una autoridad exagerada del clero sobre los fieles… El sistema clerical se ha puesto en cuestión, sobre todo en el episcopado y hasta en la curia romana, convertida en un poder, si no alternativo al Papa, al menos paralelo. Sividercoschi cree que de aquella Iglesia del Concilio, más espiritual, más evangélica, menos institucional, menos jerárquica, más colegial… no hay casi nada. Por otra parte, le parece excesiva la obsesión por la evangelización de Occidente, creando nuevas estructuras o volviendo al pasado, a la misa en latín o eliminando el concepto de Pueblo de Dios. Antes de evangelizar Europa, hay que evangelizar a los evangelizadores, dice GFS, dando prioridad a las iglesias locales y a los laicos… En fin, nos ha salido rebelde este ex vicedirector del severo órgano vaticano. Siempre aprendiendo. En una Iglesia semper reformanda, que dirían los clásicos.

La Iglesia y la Constitución de 1812

El anterior obispo de Cádiz, Antonio Ceballos Atienza, se adelantó a casi todos y en una carta-pastoral de 2009, Recordar y celebrar, nos hizo el mejor resumen historico de la presencia de la Iglesia en aquellas Cortes, que otro obispo gaditano, su antecesor, Acisclo de Vera y Delgado, presidente de la Junta Central, convocara el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León para restablecer y mejorar la Constituión fundamental de la Monarquía. Estudios documentados sobre esta presencia e influencia están muy avanzados y están a punto de publicarse.  Lo que ya sa sabemos y no puede olvidarse, al decir de Ceballos, es que algunos eclesiásticos influyentes se alinearon con el grupo llamado reacionario, defensores del absolutismo real y que se opusieron con fuerza a algunas de las decisiones de las Cortes, como la libertad de imprenta o la supresión de la Inquisición, pero, en verdad, lo más florido del clero ilustrado de la época apoyó el trabajo cconstitucional y fue verdadero protagonista de este momento. Habrá que recordar que los soldados de Napoleón ocupabam casi toda España, que su actuación antieclesial y anticlerical fue abominable, que la guerra contra el francés, como antes contra el protestante o el musulmán, se sacralizó, se teologizó y tuvo un carácter de cruzada, y sólo el no católico-anglicano-unitarista Blanco White entonces, o el  evangélico César Vidal ahora pueden sorprenderse de que las Cortes no decretaran en aquel momento la libertad de cultos, cuando a los 97 diputados eclesiásticos, 60 abogados, 57 militares… y sobre todo al pueblo español de entonces les interesaba mucho más que la libertad de culto la supresión del diezmo, la reforma de las órdenes religiosas, y el cercenamiento  del poder económico de la Iglesia o  de la misma,  poderosa y temida, Inquisición. Texto utópico, redactado en nombre de la Santísima Trinidad para hacer a los españoles justos y benéficos, de él todavía vivimos y a él todavía recurrimos.


Nostalgia de la Constitución de Cádiz (1812)

Fue la flor de la Ilustración, también de la española, y de nuestra recia tradición humanista, como proclamó de continuo el divino Agustín de Argüelles, siguiendo al doctísimo y archiacadémico Francisco Xavier Martínez Marina, y el no menos divino Diego Muñoz Torrero, rector de la universidad de Salamanca. Fue el triunfo de España, demasiado Estado hasta entonces, para convertirse en nación  moderna y en patria compartida, independiente no sólo de los soldados de Napoleón, sino tambén de la monarquía absoluta degenerada, que llegaba a su fin, y que Fernando VII prolongaría con un  largo  e infausto final. La Constitución de Cádiz intentó sentar las bases de un Estado vertebrado por la soberanía nacional, encarnado en una monarquía limitada y a trevés de un orden liberal moderado, compatible con lo mejor de la tradición española, como siempre habían soñado Jovellanos y los ilustrados que le seguían. En su texto se plasmaron muchos de los grandes principios liberales internacionales y nacionales -Croce descubrió que el sentido político de la palabra liberal surgió en Cádiz-: soberanía nacional, división de poderes, derecho de representación, derecho a la integridd física, garantía procesal y penal, libertad de expresión, libertad de prensa e imprenta, propiedad activada, fin de la Inquisición, fin de los señoríos, reforma eclesiástica… Por desgracia, la aplicación concreta de estos principios dividió pronto a los españoles en las dos Españas que se enfrentaron sangrientamente en los siglos XIX y XX. La Constitución de 1978 fue el mejor relevo  de la de 1812 para nuestro tiempo y la mejor heredera de aquel extenso testamento civil, aunque algunos sigan todavía queriendo ganar alguna guerra pasada perdida, o queriendo volver a ganarla, y hasta rehacer alguna vieja revolución. Hoy, cuando se airean en algunos lugares de España banderas de secesión, de odio y de revancha, incluso en aquéllos que fueron símbolo, en 1810-14, de patriotismo español, uno piensa en el Te Deum, cantado en la iglesia del Carmen, de Cádiz, que simbolizaba una casa común, con un proyecto común compartido, abierto a todos los proyectos justos y benéficos del mundo.


¿Por qué no denuncia la Iglesia?

Dos catedráticos, jesuitas, de dereccho canónico discurren en uno de los últimos número de VN acerca de aquellas atrabiliarias palabras de Pérez Rubalcaba sobre los Acuerdos Santa Sede-Estado español, a las que me referí en su día, aqui y en algunos periódicos. Son José María Díaz Moreno y Carlos Corral. El primero fue mi profesor durante un curso  de derecho que seguí en Madrid, y guardo de él un muy grato recuerdo . Fue miembro de la comisión de la Nunciatura, que negoció con el Gobierno español los Acuerdos de 1979. Los dos profesores lamentan esas baladronadas políticas, no ven la urgencia de tal modficación, consideran los Acuerdos un acierto, elogian su eficacia durante todos estos años, afirman que no son un privilegio (y menos cuando parecidos acuerdos han sido firmados con algunas minorías religiosas) y que deben seguir vigentes porque garantizan la libertad religiosa… Hoy son 47 los Estados “concordatarios”, 36 con Acuerdo/Convenio de carácter general, seis en forma de concordato y otros seis con un acervo de acuerdos sectoriales (Alemania, Italia, Portugal, Suecia, Argentina, Venezuela, Marruecos…) y 11 con una regulación parcial mediante acuerdo sectorial (Bolivia, Costa de Marfil, Filipinas, Suiza, Vietnam…). Aunque ambos expertos piensan que la derogación sería muy perjudicial para ambas partes, contra la tendencia contraria en todo el mundio, Díaz Moreno, haciendo uso de su buen humor, que puede parecer extraño en un canonista, tras decir que los católicos no debemos tener medo a la revisión, se pregunta si la Iglesia no tiene nada que decir, y “si no ha llegado la hora de que tome la iniciativa de una denuncia, a tenor de los principios recurrentes en derecho para proceder a la derogación o renegociación”. Aunque esta práctica no sea usual en la praxis concordataria, no excluye el canonista su conveniencia y hasta su necesidad “cuando los Acuerdos se han convertido en un lugar común de una insultante demagogia contra la Iglesia”. ¡Sería cosa de ver a los Pérez Rubalcaba y a las Carme Chacón ante la posibilidad de poner patas arriba todo lo convenido sobre asistencia religiosa en hospitales, cárceles y cuarteles, religión en la escuela,  matrimonios canónicos, etc., y de ponerles de cara al artículo 16 de la Constitución,  teniendo los pocos diputados que tienen y enfrentándose a poder tener menos todavía…!


El perdón y su ausencia

El presidente del Gobierno Vasco, Francisco Javier López, empeñado en la integración de Batasuna en el sistema democrático y en liderar el nuevo tiempo que él cree ver en Euskadi, ha llegado a decir a la pata la llana, sobre la exigencia general de pedir perdón a las víctimas, que el perdón es un concepto cristiano, que igual  no es necesario, pero que sí debe darse un reconocimiento de la responsabilidad de cada uno en un relato de la verdad de lo sucedido. Es decir, al presidente vasco le parece que pedir perdón es demasiado. En algo tiene  sus visos de razón: que nadie que haya abandonado ETA hasta ahora lo ha pedido: ni los polis-milis, ni Euskadiko Esquerra, ni Aralar…, aunque ahora se trate de algo distinto. Y en algo no  tiene:  el perdón, valor capital cristiano desde los primeros tiempo del Antiguo Testamento (salaj, etc), y no digamos del Nuevo (aphiemi, etc.), es un valor también de otras muchas religiones y de  tradiciones filosóficas, como cierto estoicismo y muchos humanismos: no hay más que leer a Séneca. Lástima que López no tenga algún asesor más culto. De todos modos, el dirigente socialista vasco quiere ganar tiempo: legalizar Sortu, no exigir perdón alguno, tan sólo un reconocimiento de responsabilidad, que muchos presos etarras, siguiendo el ejemplo de Batasuna, la de los muchos nombres, lo harán de mil amores, si a ello se junta, en paridad de valor (explícita o implícitamente), el reconocimiento de otras responsabiilidades de España y Francia, bajo las cuales poder justificar la suya, etc. De tal modo, que la épica etarra quede intacta y pueda servir para nuevas épicas (independentistas) en el futuro. Y colorín coloráu…

Enfermedades tropicales olvidadas

El doctor Rogelio López Vélez, responsable de la unidad de medicina tropical y parasitología clínica del hospital Ramón y Cajal de Madrid, uno de nuestros mejores especialistas en la materia, ha escrito en el último boletín de Manos Unidas un artículo sobre las enfermedades tropicales olvidadas, en el que se hace patente el círculo vicioso entre la enfermedad y la pobreza. Porque, además del sida, principal infección del mundo; la tuberculosis, segunda causa de muerte en el planeta, y la malaria o paludismo, que sigue a las otras dos enfermedades muy de cerca y fue hasta bien poco la primera, existen otras, que, pese a afectar a cerca de 1.000 millones de personas, no son consideradas prioridades de la salud mundial. Llamadas en inglés Neglected Tropical Diseases (enfermedades tropicales desatendidas), llegan hasta diecisiete: dengue, rabia, tracoma, úlcera de Buruli, lepra, enfermedad del sueño, parasitosis…. Trasmitidas por mosquitos, moscas, agua y tierra contaminadas, se ven favorecidas en zonas de pobreza con medidas sanitarias deficientes, siendo jóvenes y niños, muertos o incapacitados por ellas,  los más vulnerables. Pese a todo, la industria farmacéutica no ha invertido  en el desarrollo de nuevas estrategias  para su tratamiento, ya que las expectativas  de beneficios económicos son bajas. De los 1.400 nuevos fármacos registrados entre 1975 y 1999, menos del 1% estuvo destinado a tratar enfermedades tropicales. En cambio, la ONG Manos Unidas va publicando los cientos de programas que dedica en todo el mundo a erradicar estas preteridas enfermades, no por eso menos reales. El doctor colombiano Manuel Patarroyo, premio Príncipe de Asturias por inventor de la vacuna contra la malaria, que tantos millones de vidas ha salvado, ha dicho una gran verdad: “El conocimiento debe servir  a los intereses colectivos, no a los intereses privados. Llegó la hora de que los países en vías de desarrollo se unan contra el boicot de las multinacionales a la fabricación de genéricos”.


Esa Europa que no nos deja en paz.

Se llama modestamente Unión Europea, y no Europa, porque sabe que es mucho menos que Europa.
Sus fundadores no quisieron hacer una Unión Europea popular, sino sobre todo real y eficaz. Habían conocido y sufrido a muchos demagogos, tan populares, que nos trajeron la ruina, la guerra, la sangre y el luto durante años.
Sabían que la Unión Europea no se hace de una vez, sino de muchas veces, con bases comunes, que cuestan mucho tiempo. Hemos ido demasiado de prisa, seguramente.
Comenzaron no por el tejado de la retórica y del nacionalismo (aunque fuese europeo), sino por los cimientos del carbón y del acero, por la economía casera y comunitaria. Y en ésas estamos afortunadamente. Y por mucho tiempo.
Los muchos críticos que en sus ayuntamientos, regiones o naciones se expresan siempre en términos económicos quieren luego que la Unión se exprese en términos políticos (retóricos o demagógicos).
Quienes son incapaces de denunciar el mercadeo múltiple existente en sus países y hasta en sus  aldeas llaman luego a la Unión la Europa de los mercaderes. El día que exista esa Europa de verdad, tendremos la Unión Europea de verdad, porque todos somos mercaderes en Europa (y en el mundo).
¿Puede ser más política una Unión de 27 Estados? ¿Hay algo más  político en el mundo?
¿Donde está el monstruo de Bruselas? Los monstruos, como sabemos bien, están lejos de Bruselas.
¿Habría menos déficit democrático, si la Unión fuera una macro-Estado, como quieren algunos, o, incluso, unos Estados Unidos de Europa?  Habría seguramente mucho más.
¿Europa (es decir, la Unión Europea) no nos deja en paz? La UE nos ha restituido la paz, nos ha mantenido en la paz, n
os ha hecho posible la paz, la paz y el realismo económico, sin el que no hay realidad política.


La cosecha de años de lucha

Para quienes todavía sueñan con que ETA  y los suyos renuncien a su pasado, se arrepientan de lo hecho y pidan perdón a sus víctimas, Maite Pagaza, hermana de un asesinado por la banda y presidente de la Fundación  oficial de las Victimas del Terrorismo, recordaba hace unos días en EC algunos fragmentos de la entrevista con los encapuchados etarras, el pasado mes de noviembre: Hay que dejar claro que ETA no ha sido jamás un mero grupo armado de naturaleza política, sino una organización política que en un momento histórico decidió practicar la lucha armada. En Argel logramos sentar al Estado en la mesa de negociación. Aquello supuso el reconocimiento del “conflicto”. (…) La lucha armada ha hecho su aportación, una gran aportación para llegar al momento en el que estamos y para generar las condiciones existentes. (…) Por eso ha tomado ETA  esta decisión histórica, para recoger la cosecha de estos años de lucha y ponerlos al servicio de esa estrategia.

Pedro Cavadas

Pedro Cavadas, el doctor milagro, que hizo el primer trasplante de cara en España (hospital de la Fe, en Valencia) y el octavo en todo el mundo. y quien  logró el primer trasplante mundial de mandíbula y lengua, así como reimplantar el brazo amputado a un varón de 63 años tras mantenerlo nueve días unido a las arterias de una de sus piernas, es un hombre extraodinario también por muchas otras cosas. Tras la muerte de uno de sus hermanos en un accidente de tráfico y de un viaje a Kenia, vendió, junto cocn su familia, sus coches de lujo, de coleccionista, y se metió de lleno en un proyecto de ayuda a África. De ahí nació la Fundación Pedro Cavadas, nutrida por los trabajos médicos del doctor y por los de sus dos hijos arquitectos. No sólo opera a niños en Kenia, sino que a varios de ellos los trae aquí y los tiene en su propia casa para seguir su recuperación: hasta 10 ha llegado a tener, con algunos  de sus familiares. Cavadas ha reconocido que la vanidad profesional es un motor muy peligroso: como la fisión nuclear que, bien controlada, genera electricidad, pero, si fallan los mecanismos de control, es una catástrofe.  En las zonas duras del planeta –ha dicho en otra ocasión-, la gente no está de malhumor todo el día; al revés, lo pasan mal, pero los ratos en que no lo pasan están alegres. En Occidente tenemos casi todo, o eso nos hacen creer, y estamos de mala leche todo el tiempo. Y en cuanto a la cirugía de las sociedades saciadas, nos enseña que cuando se tiene más comida de la que se puede comer, más música de la que se puede oír, más placer del que que se puede gozar, entonces comienzan a preocuparnos la puntita de la nariz o los michelines. Cuando la gente tiene vidas duras, no se preocupa de todo eso accidental: y no es tan infeliz; al revés.- Enhorabuena y gracias, doctor Cavadas.