Celebración navarra de Navidad (I)

 

          En media docena de pueblos navarros ha pervivido la antiquísima fiesta del Obispillo de San Nicolás, celebrada antañazo el 6 de diciembrie por monaguillos y niños acogidos en conventos y cabildos: vistoso cortejo, bendición de casas, cuestación y merienda. Hoy la celebran todos los niños en algunos pueblos, como Burgui, Garinoain , Barasoain…

La fiesta del Rey de la Faba fue revivida por Ignacio Baleztena en 1920, y se representa, en versión historicista cada año en la iglesia de una ciudad o villa navarra. Fue ya conocida en tierras del Santo Imperio Romano Germánico. Era tal vez una versión de la fiesta del Obispillo. La faba (haba) -juego de origen romano-, metida en una gran tarta, hacía rey al niño a quien tocaba en suerte. En Navarra fue regocijo familiar y popular ya en el siglo XVI, y quizás antes, con los nombres de echar el reinau, sacar el rey o juego del rey.

Mucho más ancestral y popularizada es la tradición del Olentzero, escenificada al anachecer del 24 de diciembre en algunos pueblos del norte de Navarra. De origen muy discutido, esta figura grotesca, habitualmente vestida con abarcas, pantalones azull oscuro, blusa negra y boina calada; con fama de tragón, parlanchín y fumador empedernido; carbonero, leñador o pastor; genio benéfico para unos, temible castigador para otros. Olentzero acompaña unas veces al Niño de Belén como su humilde mensajero y, otras, actúa a su aire, sustituyendo a la conmemoración cristiana. En Lesaca, una de sus más genuinas patrias, las viejas letrillas vinculan al cabezudo barrigudo, sentado en su silla sobre los helechos de las andas, con el mensaje navideño: He ahí nuestro Olentzero (¡Orra, orra, gure Olentzero!).