Un Senado federal

Vuelve a sacarse de la manga el PSOE de Pérez Rubalcaba la no muy original idea de un Senado federal. Como hace unas semanas se sacó el viejo federalismo (indeterminado), apremiado más que inspirado por el partido hermano de los socialistas catalanes, que hace tiempo propugnan un federalismo asimétrico (no igualitario) y nada menos que “el derecho a decidir” de Cataluña. Desde hace muchos años, desde la misma Transición, hemos estado casi todos pidiendo la reforma del Senado, la criatura más desvalida de aquel parto múltiple democrático constitucional, el patito feo de aquella lechigada jurídico-política. Pero ocurrió también desde el principio que los líderes de todos los partidoss -que eran, y son, elegidos para el Congreso- no quisieron saber nada que prestigiase y reforzase al Senado. Cien comisiones se han sucedido en la Cámara Alta para estudiar su propio futuro, y aun ahora existe una, creada a iniciativa del partido socialista. Por eso es todavía más incomprensible esta nueva pata de banco del primer partido de la oposición, empeñado, dentro de su debilidad, en airear cada día una noticia de propuesta, más que una propuesta viable que fuera noticia, en un país, cuyos hornos no están en estos momentos para muchos bollos propagandísticos y electoralistas. España no es un Estado federal y difícilmente puede acoger un Senado federal. Cuánto mejor fuera que los dos partidos mayoritarios se pusieran de acuerdo en acordar las reformas más urgentes, económicas y políticas, para salir de este trance en vez de tirarse a la cabeza denuestos y pullas sin cesar y hasta iniciativas muy discutibles, inoportunas e imposibles hoy en día..