Tres días con Suárez

      Llevo tres días viendo, oyendo, recordando, contemplando, agradeciendo a nuestro querido y admirado Adolfo Suárez. Y viendo y oyendo hablar -ahora, todos bien- de Adolfo Suárez. He visto el primer pequeño milagro del expresidente difunto poniendo juntos y haciéndoles hablar entre sí a tres de los presidentes que le sucedieron, que han hecho después las mejores declaraciones de su vida. Y el milagro más grande de reconciiiarse con él a todos sus viejos enemigos: polìticos, periódicos, periodistas… Y hasta la casi milagrosa venida de Artur Mas a orar ante su féretro, con un breve mitin bajo la manga, bien criticado esta vez por su colega Roca Junyent. Y sobre todo, ese milagro mayor de las decenas de miles de españoles, en Madrid y en Ávila, con ese rito meritorio, tras horas de espera, de rendirle homenaje ante su cadáver, veneración masiva como pocas en el mundo, y eso después de 23 años de ausencia total de la vida pública del ex presidente… En estos tres días he aprendido más que nunca sobre la Transición española. He reflexionado más que nunca sobre la historia reciente de España, sobre las glorias y las servidumbres de la política, y sobre la condición humana. Y todo en directo. Llevo tres días sin hacer otra cosa. De verdad que merecía la pena.