Todo elogio público excesivo…

Todo elogio público excesivo parece dirigido contra alguien. Incluso contra el mismo elogiado.

Todo halago tiene algo de empalago.

La diferencia, de por sí, no es valor alguno.Todo depende de su cual-idad-calidad.

Todos los olvidos son, por definición, involuntarios.

Dios nos sueña, escribe a cada paso don Miguel de Unamuno. ¿Quiere decir que nos tiene presentes, que nos lleva siempre con Él? ¿O que nos quiere vivos en su presente eterno? Todo es posble para Dios. No es menester adormecerle, mantenrle dormido, como piensan algunos de los personajes unamunianos, para que siga soñándonos.


Ahora resulta que muchos de los artistas conocidos por su agrio laicismo militante han devenido de pronto canonistas: canonistas del canon digital.


¿Cuando distinguiremos, Dios mío, laicismo de laicidad?

También a todos “los cerdos de la piara de Epicuro” les llega su sanmartín.

Quien se mete frecuentemente el dedo en la nariz es que no encuentra lo que busca.