Poemas para una fiesta

Acabo de recibir la Obra poética (1955-2005), de José Luis Amadoz (Marcilla, 1930), psiquiatra de profesión, uno de los fundadores de la revista Río Arga, y miembro de su Consejo de redacción desde entonces. Edición del Gobierno de Navarra y prólogo largo y minucioso del profesor Mata Indurain. El autor considera el conjunto de sus libros de poesía “como un poema total unitario, es decir, una trayectoria en que los “leit motiv” están de modo permanente, a modo de contenidos existenciales que se dan a lo largo de la vida de todas las personas”. Contenidos existenciales, en este caso transcendentes, más religadores que religiosos, siempre con Dios al fondo. Como en ese fragmento final de una de sus últimas composiciones, Poemas para una fiesta, la fiesta del encuentro definitivo:
Es la hora secreta,
mi hora,
mi final travesía,
ya los pájaros de mi alma
volando fuera del viento,
el ángel de mi hombre
rebelándose inaudito y dócil
ante Tu Fiesta.
Y ese último poema, Para un deseo, que suena a suave despedida:
Tan sólo deseo
que me recordéis
como aprendiz de brujo,
en esta mi tierra,
como solitario en la Bardena,
pluma al viento
desde Roncal hasta mi Ribera,
de chopos humeantes
en la mañana.