Mal ejemplo norirlandés

Uno de los engaños clásicos en todo el largo proceso en favor de la independencia de la soñada Euskalerría, alentada sobre todo por ETA-Batasuna, es equiparar la suerte de aquélla con la del Ulster (Irlanda del Norte), como en otros tiempos equiparó el PNV  el caso de Euskadi con el caso de la República de Irlanda. Los dos casos son, como se sabe, harto diferentes, porque harto diferentes son las historias y las situaciones  culturales, económicas y políticas. Pero da igual para lo que se intenta. De ahí, los continuos viajes de terroristas y exterroristas del IRA y del Sinn Féin (Nosotros solos) por el País Vasco y Navarra, junto a sus ideólogos y mediadores, para hacernos creer que se trata de dos procesos parejos de diálogo y negociación hacia la liberación de dos pueblos oprimidos, camino de la independencia. Pero, aun dentro de esta disparatada equiparación, el ejemplo es pésimo. Porque ni el IRA se ha disuelto, ni el Gobierno británico ha verificado seriamente el desarme, dejado en manos de un coronel candiense y de dos clérigos norirlandeses, mientras  grupos de ex militantes de los dos bandos -allí sí hubo dos bandos: una guerrilla, una guerra- siguen organizando bandas mafiosas dedicadas a la extorsión y al robo a mano armada. Y, además, la autonomía propuesta para el Ulster es una poca cosa comparada con la de cualquier Comunidad Autónoma española.