¿Pactos en el ayuntamiento de Pamplona?

Si sólo tuviéramos que fiarnos de las declaraciones de ciertos dirigentes socialistas en Madrid sobre ausencia de pactos o acuerdos con los representantes de ANV (Batasuna), la confianza no debiera llegar lejos. Cada uno entiende en la vida política los acuerdos o pactos a su manera. El año 2003, al comienzo de la legislatura, el PSN-PSOE alcanzó, estando en minoría, seis alcaldías importantes con partidos soberanistas e independentistas, negando cualquier acuerdo o pacto con sus angélicos benefactores, lo que por aquel entonces hubiera vulnerado directamente la célebre ley consensuada por el PP y el PSOE, Por las Libertades y contra el Terrorismo, hoy en desuso en varias de sus partes. ¿Qué es un pacto o acuerdo para un político? Vaya usted a saberlo. Y así los cuatro concejales socialistas podrían votar esta vez a la candidata municipal de Na-Bai, mientras los concejales de esta formación y los de ANV harían lo mismo, diciendo todos ellos que no hubo ni acuerdo ni pacto. Pero, afortunamente, el candidato del PSN al Gobierno de Navarra ha sido un poco más claro: “ANV no será determinante a la hora de obtener la alcaldía”. Y el candidato socialista a ésta última, que fue el primero en anunciar tal postura, ha sido rotundo: “Lo dije y lo vuelvo a repetir: no vamos a aprovechar el apoyo de ANV para ninguna clase de gobierno“. Vamos a verlo. Otra cosa es que esta decisión sea o no parte de una estrategia para conseguir más fácilmente el gobierno foral, o para justificar su renuncia a él, si fuera cierto que Na-Bai hace de su conquista del ayuntamiento pamplonés condición sine qua non para ceder la presidencia del gobierno, como segunda fuerza política que es, a la tercera que es el PSN. Esta es otra cuestión, y más intrincada todavía que la anterior y que no cabe ahora aquí. Por otra parte, la muy hábil candidata nacionalista / soberanista / independentista plural a la alcaldía ha declarado también que para cualquier acuerdo con ANV le exigirá “un contundente rechazo de la violencia“. ¿Hay aqui una estudiada condición de última hora para romper esa actitud de principio hecha pública por el PSN-PSOE y reafirmada con cierta solemnidad por los dirigentes nacionales? ¿Y si ANV “rechazara” la violencia y hasta el terrorismo con una fórmula hábil, de ésas que suelen sacarse del bolsillo, cuando les conviene, como recordar una frase, sacada del contexto, de sus estatutos de 1930, de la que ya hablé un día, u otra similar? Además, y quedándome sólo en el plano de la lógica elemental, ¿cómo es posible ese rechazo oficial a la sigla ANV de una candidatura que ha sido legalizada con las más altas bendiciones político-jurídicas, y después que el Gobierno haya declarado una y otra vez que HB-ETA no está ni va a estar en las instituciones de Euskadi y de Navarra? ¿No ha dicho, hace sólo unas horas, el secretario general de los socialistas vizcaínos, hablando de posibles pactos, que ANV es una formación política legal, como otra cualquiera? El secretario general de los socialistas vascos ha dicho, poco después, lo contrario. Continúa, pues, la intriga.