La diosa Persuasión

Nos enseña Francisco Rodríguez Adrados, nuestro máximo helenista contemporáneo, todavía tan activo, que en la Ilustración griega el artífice de la persuasión es el logos, entendido como argumentación racional del sabio o del político. El hacer que una cosa “parezca y sea” justa, según la expresión del Teeteto platónico, es persuasión. Según Demócrito, “para la persuasión es más decisivo el logos que el oro“, “llevado al deber por la persuasión“. Pero esa persuasión sólo puede poseerla el hombre virtuoso. En el drama Hécuba, de Eurípides, la diosa Persuasión es la única tirana de los hombres; nada se logra llevar a efecto sino por medio de la lengua; el logos es el templo de la Persuasión y su altar está en nuestra naturaleza. Por otra parte, desde fecha temprana comienza a desarrollarse otra teoría, según la cual la persuasión llevada a cabo por el logos no obra por vía racional, sino a la manera de un hechizo, dirigiéndose a zonas irracionales del alma humana, que a veces se rebelan contra los dictados de la razón. Esta es la tesis de Eurípides en Medea y en Hipólito, y será la tesis de Gorgias, quien en su obra Helena justifica la conducta de esta heroína con la fuerza irresistible del logos y de lo irracional. – Conviene evocar esta sabidurías, ahora que andan los partidos persuadiéndose entre sí, de muchas maneras, para formar corporaciones locales y gobiernos autonómicos. Y hasta algunos clubes de fútbol intentan persuadir a otros para que ganen, pierdan o empaten partidos decisivos de final de temporada. ¿La virtud? ¿El raciocinio? ¿El oro? ¿La diosa Persuasión? ¿Un hechizo? ¿Todo a la vez o consecutivamente?