¿Mi silencio?

Me dijo ayer un amigo que, la noche anterior, un conocido contertulio en una cadena nacional de radio se quejaba del silencio de algunos ex socialistas o socialistas navarros, entre ellos del mío, durante todos estos días. Y aunque otro tertuliano salió en mi “defensa”, la noticia me ha hecho pensar un poco y movido a decir alguna cosa. Desde que abandoné totalmente la política, a finales de 2001, he hablado y escrito no poco, dentro del ámbito cívico-político, y en medios muy variados, casi siempre con motivo de acontecimientos que me parecían serios o sobre asuntos que los foralistas navarros solían llamar granados. Por ejemplo, sobre la deriva del PSN-PSOE desde 1995; sobre sus pactos municipales con partidos independentistas en 2003; sobre el estatuto catalán; la lucha antiterrorista; las víctimas de ETA; el proceso que yo llamo de autodeterminación y no de paz, etc., amén de otros temas de política internacional, religión o moral universal. He intentado siempre, sin lograrlo nunca del todo seguramente, decir las cosas con claridad y con serenidad, intentando ilustrar y convencer, y no exagerar , asustar y menos maltratar a nadie. Durante los últimos meses, tiempo de continuas broncas y roncas políticas, mi cuidado ha sido más esmerado todavía. La verdad es que, fuera de algunos artículos escritos en ABC, El Mundo y en algunas revistas semanales o periódicas, mi colaboración en el habitual DN, donde escribo de muchos años para acá, ha disminuido mucho en frecuencia y hasta en espacio, debido a los nuevos criterios de la nueva dirección. Para ser concreto, durante el último período electoral, escribí el día 19 de mayo un artículo titulado Un estruendoso fracaso sobre el falsamente llamado proceso de paz, basándome en los datos publicados nada menos que por El País, procedentes de la policía francesa. Y, el mismo día de las elecciones, vi publicado otro bajo la rúbrica ¿Qué nacionalistas?, lamentando, con precisiones sobre los diversos partidos nacionalistas en España, el eufemismo generalizador, utilizado por todos, de nacionalismo para significar (ocultar) la realidad del soberanismo, confederalismo e independentismo, lo que, a mi entender, ha tenido y tiene muy penosas consecuencias. Y, en fin, esta tarde, he enviado otro trabajo, muy breve, como tienen que serlo todos, con el epígrafe Veinticinco años del PSN-PSOE, cuando sólo faltan seis días para esas bodas de plata. – La cuestión no es hablar o escribir, sino cuándo, cómo y qué. Para favorecer las grandes causas que llevamos en el alma y no para perjudicarlas. Para informar, animar y ayudar a la gente que nos oye y nos lee, y no para aburrirla, desasosegarla, confundirla o molestarla.