La Liga pro Derechos Humanos

Escribo un breve artículo sobre dos Ligas laicas, promovidas en 1933 por la masonería española, muya  activas en el campo de la enseñanza, que no hay que confundir con la Liga laica, preparada en Madrid en la Casa del Pueblo, en marzo de 1931, aunque presididida poco activamente  hasta su muerte (1935) por el no socialista, pedagogo e historiador del arte, Manuel Bartolomé Cossío, máxima  figura entonces de la Institución Libre de Enseñanza, ya muy enfermo. Pero veo en otro estudio que alguien confunde la Liga Española pro Derechos Humanos con algunas de estas Ligas. No. La Liga Española pro Derechos Humanos fue fundada en 1913 por españoles liberales prestigiosos entonces, como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno,  Azorín, Manuel de Falla, Manuel Azaña…, y en este momento está presidida por don Francisco Alonso Rodríguez. Uno de los comunicados más resonantes durante este año fue el que lleva fecha de 11 de abril ante el anuncio de una procesión atea convocada por grupos anticlericales de Madrid, a la par de la tradicionaal procesión cristiana del Jueves Santo en la capital de España. Verdadera ofensa al mundo cristiano, como lo prueban  sub-anuncios como “la cofradía del mismísimo coño”, “la congregación de la cruel inquisidora” ,”la hermandad de la santa pedofilia” o “la cofradía del papa santo latrocinio”. La Liga Española, tras recoger, en sus propios términos ofensivos, esta noticia, definir breve y acertadamente el sentido de la Semana Santa y transcribir el artículo  16 de la Constitución Española, en el segundo párrafo de su apartado tercero, considera que el autorizar o permitir una procesión en ese sentido (para mofarse de los cristianos y sus ritos) va en contra del contenido del párrafo primero del artículo 16 de la Constitución Española, ya que no ayuda en absoluto al mantenimiento del orden público y del respeto a las creencias religiosas de los demás. Por fin, después de muchas cavilaciones fuera de lugar, la autoridad gubernativa prohibió el esperpento. La Liga pro Derecchos Humanos, como se ve, cumplió muy dignamente su deber. Yo no lo he sabido hasta estos días. Nada, pues, que ver con las Ligas laicas de 1933.