Fiesta del Corpus Christi

Canten otros la hermosa fiesta mundana:
las platas y los oros de sacras vestimentas;
los colores de plantas y de flores;
las reverentes mantillas;
el fulgor de ostensorios platerescos;
las músicas religioso-populares,
que taladran la memoria;
los personajes que la celebran,
celebrándose a si mismos,
y la dulce nostalgia
de todos aquéllos que cantamos
la esplendorosa fiesta del Corpus Christi,
del Día del Señor.

Yo quiero cantar,
aqui y ahora,
la menudencia
de ese cachito de pan
sin levadura;
su exquisita
simplicidad
(sólo accidentes -decían los teólogos antiguos);
esa sustantiva
realidad, muy superior a la substancia
de pan, transfigurado aqui en alimento
de vida y convivencia,
presencia del Señor,
que así quiso acompañarnos.

Más breve y más liviano
que una espiga;
más humilde que cualquier violeta;
blanco como la harina casera y nutridora,
sin color, sin olor
apenas sin sabor,
y sin relieve alguno en su figura.
Protagonista escondido.
Maestro silencioso.
Espíritu quietísimo

Dios está aqui
, cantamos con acierto.
Porque es puro y sencillo.
Porque es pequeño y casi no se ve.
Porque no mete ruido.
Y sólo es alimento:
pan de comunión
con Dios y con los hombres,
para la dicha total.