Estado plurinacional

Oigo en una emisora de radio a un diputado a Cortes quejarse amargamente de lo sucedido hoy en el Congreso, donde representantes de la mayoría y los de las minorías llamadas nacionalistas se han puesto de acuerdo para cambiar, en el articulado de una ley, el habitual, hasta ahora, adjetivo nacional por plurinacional. Lo achaca, entre otros motivos, a la influencia del nuevo Estatuto de Cataluña, contra el que se han presentado tres recursos ante el Tribunal Constitucional. No digo que no. Sólo digo que la cosa se las trae. Para no repetir lo que ya he escrito sobre nación, nación de naciones, nacionalidad, etc., recuerdo sólo una conferencia que daba en el Círculo Carlista de su ciudad un joven carlista pamplonés, Jesús Etayo, director nada menos que del diario jaimista El Pensamiento Navarro, a finales de 1918, en plena efervescencia autonomista por entonces en Cataluña, en el País Vasco y, parcialmente, en Navarra. Reivindicaba Etayo el foralismo carlista y pedía que Navarra adoptase una actitud gallarda en la que los carlistas no se confundieran con “esos liberales arcaicos, que son ya casi únicos en el mundo, que entienden el patriotismo como una persistencia de su caciquismo“. Sólo en la “monarquía común” y en la “federación de reinos“, “sólo así Navarra es España“. Por lo que pedía “ni más ni menos, la reintegración foral (…), derogación de la ley de 1839 y su secuela la de 1841, y que los navarros, todos los vascos, se prestasen colaboración y se unieran “con los de todos los pueblos, principalmente con Cataluña”.