El Nuevo Testamento, de Leizarraga

Me hago por fin con un ejemplar -facsímil de uno de los pocos ejemplares existentes- del Jesus Christ Gure Jaunaren Testamentu Berria (1571), de Joanes de Leizarraga, labortano de Briscous, ex sacerdote católico y después pastor calvinista de Labastide, en Ultrapuertos. La importancia de esta temprana traducción al vascuence, en realidad obra colectiva de varios porotestantes franceses, mayormente suletinos, es grande desde varios puntos de visto: teológico, literario, lingüístico, cultural, político. Me interesa por todos estos motivos y también como autor de La Corte Protestante de Navarra (1527-1563), que no sé cuándo la voy a completar. Son excelentes los cuatro estudios sobre la vida, obra y tiempo de Leizarraga, que acompañan a la traducción del Nuevo Testamento y a sus complementos eclesiales y devocionales, con sus apéndices respectivos. Uno de los cuatro autores, Xabier Kintana, que escribe en euskara, deja meridianamente claro que el equipo presidido por el pastor evangélico tuvo ante sus ojos no sólo la traducción griega de Erasmo, sino también la Vulgata y sobre todo la traducción al francés de Pierre Robert Olivétan (1535). Como nota negativa, desgraciadamente habitual en estos tiempos y en este tipo de estudios, destaco la unilateral insistencia en la persecución de los nuevos reformados o calvinistas por los católicos del País Vasco francés, de Francia y de España, y el silencio de la persecución sañuda, violenta e iconoclasta sufrida por los católicos, especialmente de Ultrapuertos (Baja Navarra en el libro), donde eran la inmensa mayoría, por parte de las fuerzas armadas de la reina Juana y de los hugonotes franceses. Esto, por lo visto, no conviene recordarlo en un libro, que naturalmente es un homenaje a un pastor calvinista, a la reina calvinista de la Baja Navarra y señora del Bearne, y a una minoría que desapareció pronto de Ultrapuertos y del hoy llamado Iparralde (el Norte de Euskalherria) tras la conversión del hijo de la reina Juana, Enrique IV, rey de Francia y de Navarra, y tras la política contundentemente unitaria de sus sucesores.