El Camino

 

          Escribí el aforismo adjunto hace solo unos días. Pero lo he corregido y completado hace solo unas horas, tras el emotivo funeral por mi amigo y admirado José María Aícua, de 61 años, muerto repentinamenrte cuando proclamaba el Evangelio en otro funeral. Era uno de los mejores servidores que tenía la Iglesia en Navarra. Le conocí cuando era un joven párroco de Noain y juntos colaboramos en aquel tiempo. Después le he seguido de cerca en sus múltiples cargos eclesiales, hasta ser párrroco de dos importantes parroquias de Pamplona, sin dejar otras en la Navarra priofunda, más la responsabiidad de múlltiples obras diocesanas: misiones, jóvenes, peregrinos, inmigrantes… Fue un discípulo apasionado de Francisco de Javier, patrono de su parroquia principal. Misionero siempre. Hombre en misión, enviado y enviante, como quiere el papa Francisco. Siempre en camino, siempre de prisa, siempre en quehacer. Porque el  Camino es Jesús de Nazaret, el Cristo, como escande el Evangelio de San Juan, que se ha leído en la misa funeral y ha glosado el arzobispo de Pamplona.

En sus comienzos a la Iglesia naciente cristiana se le conocía como el Camino (He 18, 25-27). Más que una religión, era el camino encontrado y acertado de la vida, siguiendo las huellas de Jesús de Nazaret, que se proclamaba Camino, Verdad y Vida. El camino no es una instalación. Claro que, si hay cientos, miles, millones de caminantes, alguna instalación tendrá que haber. Pero el camino no es nunca, en principio, una instalación.