El auto de Garzón

La noticia nacional fue ayer, aparte el nacimiento feliz de la nueva infanta de España, el auto del juez Baltasar Gazón, en el que declara, a petición de parte, que ANV (Acción Nacionalista Vasca) “no es un instrumento deETA-Batasuna”, y que por tanto no puede suspenderla. Todo el auto, repetitivo y mal escrito, del juez de la Audiencia Nacional, es un intento de justificación de esa resolución, que considera varias veces “provisional”, fundada en falta de pruebas, pruebas que a la policía y guardia civil les resultó, como se reconoce, muy difícil aportar por falta de tiempo, etc. Frente a los que acusan al juez nada menos que de prevaricación y de otras lindezas, hay que decir que la decisión de Garzón -que se ha declarado imprudentemente una y otra vez partidario del “proceso de paz”- se enmarca en un proceso penal y lo que concluye es que ANV no forma parte del entramado delictivo de ETA y Batasuna. Lo que no quiere decir que no pueda ser ilegalizada según la ley de Partidos, máxime cuando una gran parte de las numerosas listas presentadas a las próximas elecciones -¡por un partido que no llega al centenar de miembros!- están contaminadas con militantes y ex candidatos de Batasuna. Porque a quien verdaderamente corresponde determinar la posible ilegalización del partido no es a un juez suelto de la Audiencia Nacional, por importante que sea, sino a la sala 61 del Tribunal Supremo, que ilegalizó a Batasuna. Pero requiere la instancia de la Abogacía o de la Fiscalía del Estado es decir, del Gobierno, que, por cierto, no está por la labor, como ya lo han insinuado y hasta declarado, también imprudentemente, varios de sus miembros. Aquí y no en otra parte está el quid de la cuestión. Podemos decir que Garzón, en su auto de agosto de 2002, sí incluía a ANV en el entramado político de la organización terrorista y afirmaba que ETA fijaba los objetivos para ser desarrollados por la Izquierda abertzale, mientras ahora ésta última aparece como una referencia puramente ideológica, que abarca un sin fin de entidades políticas, culturales, educativas, deportivas, y hasta eclesiales (como Eliza 2000 Eliza), no ilegalizadas, ¡entre las que está la histórica ANV! Pero ya conocemos las contradicciones del contradictorio y vanidoso juez estrella, que no nos lleva demasiado lejos. Mucho más grave es que tanto él como ciertos politicos y miembros del Gobierno nos vengan con la milonga de que ANV se separó de Batasuna en 2002, de la que había formado parte desde la fundación de ésta última en 1979, y que en sus estatutos de 1977, que transcribía los de 1930, repudiaba la violencia. No. ANV se separó hábilmente de Batasuna, cuando ésta estaba a punto de ser ilegalizada, y, en cuanto al repudio de la violencia, véase el art. 2 de sus estatutos, que sólo El País ha tenido la inteligencia de recuperar y desvelar, donde se fijan como objetivos “la consecución de la autonomía para el País Vasco y una decidida acción tendente a la consecución de una sociedad equilibrada, demócrata, lo más justa posible y que repudia la violencia”. Unos angelitos, como se ve, autonomistas, justos, democráticos y pacíficos.