El ateísmo de Ken Follett

El autor por antonomasia de superventas (best-seller, en inglés), el británico Ken Follet, se deja entrevistar desenfadadamente por Fernando Goitia en ES y habla de sus novelas, de su vida y hasta un poco de su falta de fe. Resulta que su padre, según él, era muy estricto y un fanático religioso. Y en eso parece fundar su ateísmo: Mi ateísmo es, de hecho, una reacción contra mis padres. Siempre discutíamos sobre si Dios existe y por eso estudié Filosofía para encontrar la respuesta. La cosa venía ya desde sus abuelos paternos: Nunca bromeaban ni se reían. Todo era `No toques eso o aquello, que se rompe´. ¡Un rollo! Como si no estuviera del todo claro, vuelve luego a decirlo de otra manera en relación con sus progenitores: Querían que siguiera sus pasos en la fe en la que me criaron, los “cristianos renacidos”, pero era una religión realmente estúpida. ¡Por Dios, terrible! Bien. Esta confesión, o parecidas, se repiten en muchas biografías y autobiografías. Y uno se pregunta: un hombre universal, como Ken Follett, y riquísimo, lleno de todo tipo de posiblidades, ¿no habrá conocido, incluso de cerca, otros cientos, tal vez miles, de personas creyentes, no sólo “cristianos renacidos”, que ni son fanáticos, ni demasiado estrictos; que se ríen y bromean; que no cultivan una religión estúpida, mucho menos terrible? ¿Es posible que un “vendedor” exitoso de millones de novelas y libros de historia pueda poner como razón de su ateísmo una reacción total a la religión de sus padres? – Lo que da bien a entender que en su caso, como en el de tantos  y tantos (“aquellos padres, aquellos tíos, aquel cura, aquel fraile, aquella monja, aquel colegio…”), que uno ha conocido y conoce, las primeras y la segundas experiencias vividas en carne propia tengan tamaña influencia, hayan marcado la vida nueva de alguien de tal manera, que sean razón / sinrazón de conductas  posteriores, por muy personales y autónomas que parezcan. Tanta es nuestra limitación racional-emocional, especialmente en la adolescencia y primera juventud. Y también en la edad madura. Incluida una personalidad como la de este triunfador numero 1 de superventas (best-seller).