La financiación de la Iglesia

Hay Estados que financian directamente a la Iglesia: Grecia, Noruega o Luxemburgo (y Francia  en la región de Alsacia y Lorena). Otros optan por un impuesto religioso que grava la declaración de la renta: Alemania, Dinamarca o Suecia. Los hay que, lejos de lo anterior, sólo desgravan fiscalmente las donaciones  a favor de la Iglesia, como Estados Unidos de América, Francia (fuera de Alsacia y Loorena), Rusia u Holanda. En España el Estado asume tan sólo un mero papel de intermediario entre la Iglesia y la libre voluntad de los ciudadaanos, que hacen su donación a través de la declaración anual de renta, marcando en el impreso la casilla correspondiente a la asignación tributaria  destinada a la Iglesia católica o a otra Iglesia reconocida, que, además, pueden simultanear con la asignación tributaria a otros fines sociales. Siendo yo embajador cerca de la Santa Sede –escribe Francisco Vázquez y Vázquez, ahora embajador de España sin embajada, y militante socialista-, se negoció y acordó entre el Gobiermo y la Santa Sede un nuevo modelo de f inanciación -el hoy vigente-, que acabó con una interinidad que arrastrábamos desde el inicio de la democracia y que obligaba, cada año en el debate presupuestario, a negociar un complemento estatal para cubrir el déficit de la asignación de la Iglesia. Ahora la Iglesia sólo recibe lo que los españoles le quieren dar, y nada más. En aquella negocasción defendí e impulsé el modelo italiano, solución que a la postre es la que prosperó, aunque con un porcentaje del 0’7%, ligeramente inferior al del modelo del país alpino, que es del 0´9%. De lo explicado se infiere que es hora de acabar con esa monserga reiterada de que el Estado financia a la Iglesia, cuando no sólo no es cierto, sino que, en muchos casos, es la iglesia la que con su esfuerzo subvenciona al Estado, supliendo sus carencias en materia educativa, hospitalaria y asistencial.