Contenidos de ficción

Tiene razón que le sobra el director de comunicación de la Asociación de Telespectadores y Radioyentes (ATR), cuando señala la importancia de los contenidos de ficción frente a los informativos, y nos recuerda que el número de personas -de cualquier edad, grado, renta, profesión e ideología- sobre las que impacta una serie de televisión o el cine es muy superior a la audiencia de un artículo de periódico. Que las historias influyen mucho más que las opiniones, y las anécdotas más que las teorías. Que las historias y las anécdotas no suelen ser neutrales. Y  que han  marcado  y marcan claras huellas en las familias, en las escuelas y en las leyes. Dejando ahora el juicio concreto sobre las películas más exitosas en taquilla, no puedo menos de  conceder que en no pocas de ellas es evidente en primer lugar que la norma moral entregada por progenitores, educadores y estamenos dirigentes está superada por la nueva realidad, basada en el placer inmediato, en la felicidad a corto plazo. Y que muchas van en la misma dirección: una concepción de la persona cerrada a la trascendencia. Lo que nos debe llevar no sólo a posiciones puramente defensivas y apologéticas.