Cardenales. Un cardenal

Ya sé que el papa Francisco no puede borrar de un plumazo una cierta historia. Tampoco sería bueno, es decir, útil. He escrito en algún lugar que los príncipes de la iglesia (los cardenales) ya no sirven cuando el papa ya no es rey. Quiero decir que en la Iglesia global, intercomunicada y organizada en conferencias episcopales, sobran los cardenales, residuo medieval. Los elegidos presidentes de las Conferencias son los auténticos representantes de las Iglesias de los  Países respectivos. Ellos deben ser los mejores consejeros del papa; los que deben ocupar, después de algunos años de oficio, junto a laicos expertos, los altos cargos de la Curia; ellos tambien los mejores electores de un nuevo pontífice. Ahora bien, mientras existan los cardenales cárdenos de hoy, bien está el nombramiento de don Fernando Sebastian, emérito de Pamplona. Nadie se lo merece más que él. Por religioso-obispo bien preparado, recio de carácter y de doctrina, buen consejero de príncipes, benemérito de la Conferencia española, valiente debelador del terrorismo en Navarra, todo un ejemplar de una época, que, ay, ya no es la de hoy. Hasta sus defectos valen para completar el cuadro. Y ojalá que los nuevos cardenales colaboren a terminar con el cardenalato.