Archivo por meses: mayo 2012

Anselmo Guinea

La exposición de Anselmo Guinea (Bilbao, 1855-1906) en el Museo Bellas Artes de su villa natal es el homenaje a uno de sus pintores más fecundos y más representados en él, y al mismo tiempo el recorrido de su persona y de su arte por los varios espacios europeos, que sirivieron de guía a muchos otros pintores vascos que le siguieron durante todo el siglo XX. El visitante va contemplando, paso a paso, la obra completa de este excelente dibujante, dominador de la luz, buen compositor y ejecutor, que nos retrató en bronce Nemesio Mogrobejo. Sus primeros paisajes vascos (Playa de Bakio) o los primeros cuadros que celebran las leyendas vascas (Jaun Zuria), antes de trasladarse a Madrid y a Roma, donde entrará en contacto con el historicismo y costumbrismo italiano o el orientalismo del sur de la Península (Rerato de Capri). A su vuelta a Lekeitio, recogerá el costumbrismo vasco, inspirado, entre otros, por Trueba, y por Guiard, que le acerca al reciente impresionismo (Idilio en Arratia). Su impresionismo se afina durante su estancia en Deusto, entre la ría y los huertos (En el huerto, La recolección de la manzana…). De sus posteriores visitas a París, ya en contacto con Zuloaga, Regoyos o Rusiñol, viviendo también  en Montmartre, nos quedan varias muestras de aquel ambiente, como la del Vagabundo, qu vale por otras muchas. Tras su regreso a Bilbao, y por contraste, Guinea se siente nostálgico de la vida tradicional de los hombres de su tierra, labradores y pescadores, que comienza a desaparecer tras el avance del industrialismo, que no le gusta y menos le inspira. Son los últimos años del siglo, de los que nos quedan muchas de sus buenas obras: Después de la misa en la iglesia de Arteaga, Chacolí, Pascua florida, Retrato de niña…, o cuadros que reflejan la vida en el mar, que él conoce por sus recorridos por la costa o, acompañando a su amigo el naviero Ramón de la Sota, mecenas del nacionalismo vasco, por medio del mar. De entonces nos quedan varias marinas y el recuerdo de algunos azules inolvidables, como en el dramático Salvamento de la lancha Josephita. Es tambien un tiempo maduro, en el que Guinea emprende nuevos proyectos artísticos: decoraciones de libros y revistas, decoraciones murales y vidrieras para palacios y casonas de Bilbao. Su nueva y larga estancia en Roma, a comienzos de siglo, y en vísperas de su muerte, le llenará la paleta de colores más realistas, los colores de la gente que vive y sufre -lo que entonces se llama realismo social-: gente de la calle, de la taberna, del suburbio (Gente, La taberna...), pero sin que los cuadros dejen de tener un aire un tanto costumbrista y un poco frívolo, lejos de los tétricos ejemplos de otros pintores realistas de su generación.

Una propuesta

Propongo no leer ni escuchar durante quince días -empiezo por ahí- a ningún político que, cuando comience a hablar, lo primero que diga o escriba sea algo en contra de sus adversarios políticos. Quien hace eso, y sobre todo si lo hace habitualmente, es un mal político, es un pésimo político, no es un político.

Ardía, bullía, hervía…

Ardía, bullía, hervía Bilbao esta tarde, 9 de mayo. El lema de ¡Aupa Athletic! flameaba  calles, plazas, palacios, casas, oficinas, comercios, bloques enteros. Hijos y padres, niños, jóvenes y mayores, blandían caras pintadas, camisetas, camisas, pañuelos, faldones, lazos, gorros, boinas, foulards, toallas, banderas, banderolas y banderines… como si alzaran o custodiaran trofeos, como si cortejaran la copa que esperaban recibir en Bucarest. Era el delirio de la Europa League y de la Europa League Cup  en la ciudad más anglófila de España, o del Estado o de la Penínsiula, según los más sabinianos. El popular alcalde de Bilbao, tan británico él, había ya anunciado que, si el Athletic se llevaba la copa frente a un copero Atlético, nada menos que de Madrid -del Madrid de muchas obsesiones de sus ciudadanos-, no se sabía qué podía ocurrir. Hasta había aficionados que, desde Rumania o Rumanía, declarado habían que el inminente triunfo iba a ser el acontemiento mas grande desde 1789. Todo grande en el país de los grandes, que suelen ser  los más niños, si te descuidas. Y es que el  deporte se ha convertido sin duda en el vínculo y símbolo de identidad más poderoso en nuestro tiempo. Lo que un día fueron las guerras, los ejércitos, las banderas victoriosas, los  generales en jefe, los mariscales, las cortes, los emperadores, reyes y reinas, repúblicos, dictadores… son hoy los equipos deportivos, especialmente de fútbol, el deporte rey. Antes de conocer la  severa derrota del Athletic, al atravesar la calle Licenciado Poza, que lleva al estadio de 40.000 espectadores, que llaman nada menos que la catedral (del fútbol), devenida en bullanga y algazara, me ha  conmovido el espectáculo como nunca había visto. Era, además, el Athletic de mi adolescencia, el equipo al que yo esperaba en la magia de las tardes de los domingos del largo curso. El equipo, cuyas derrotas, pocas en aquellos años, me quitaban a veces las ganas de cenar. El pueblo vasco, el pueblo vizcaíno, el pueblo bilbaíno, tan dividido, tan despedazado, tan partido y repartido, tan retortijado, tan maltratado y maltratador, tan vulnerable  y débil, tan suyo y tan otro durante tantos años, bien se merece un símbolo de identidad, tan elemental y ancestral como el Athletic; un sucedáneo amable y colorista (tricolor) de otras esperanzas e ilusiones, blancas, rojas y verdes; un salvavidas de fines de semana; un entretenimiento para todos los públicos y para todas las horas; un talismán, un comodín, un agüero común y comunal.

¿A dónde va el PSE-PSOE-EE?

Desde hace muchos años, y sobre todo desde la incorporación de Euskadiko Eskerra, el PSE ha querido seguir la trayectoria del PSC-PSC (PSOE) en Cataluña: un partido socialista vasco-vasquista, disspuesto a todo, desde la coaalición con el PNV, el PP y, en cuanto se pueda, con BATASUNA,  sea cual sea el nombre que tenga en el momento, con tal de que haya dejado de matar, y sobre todo si ETA se ha disuelto. Lo demás: el separatismo el soberanismo o el confederalismo importa poco. Como en Cataluña. Y mientras personajes como Eguiguren o Elorza campen por sus respetos o su falta de respetos, tengan cargos relevantes o sigan siendo portavoces ideológicos activos, todo es posible. No es fácil saber todavía cuál es la densidad de la voluntad del PP de romper el pacto de Gobierno en Euskadi, pero hacía tiempo que Elorza o Eguiguren se habían adelantado pidiendo lo que aquél ahora parece pedir. La politica de partido está por encima de todo. No hay política nacional española que rija la aventura. La Constitución es un alibi forzoso pero no es ni una guía sentimental ni política. Todo depende de los dados electorales.  Todo es confuso, patético y, con frecuencia, miserable.

Saber comunicar

Vi, cómo no, el programa Salvados, de Jordi Évole, hace dos domingos. La parte juídico-histórica del tema de ese programa la dejo para una mayor reflexión, sobre todo cuando veo en un medio digital un informe del arzobispado de Pamplona sobre las propiedades de la Iglesia. Dentro del programa, no me gustó el desdén entre seudoprogresiata y anticlerical del diputado por Navarra Juan Moscoso, perturbado visiblemente por su contradicción entre lo que alardeaba de querer hacer y lo que había hecho su partido en los últimos ocho años, aparte de confundir la asignación personal para la Iglesia en la declaración de renta  de los ciudadanos con la “asignación del Estado a la Iglesia”, juzgar demagógicamente la actuación de los obispos estos últimos años, etc. El representante de la plataforma popular en Navarra contra las inmatriculaciones de la Iglesia, de brillante dialéctica, confundió lamentablemente los edificios de culto con otros bienes eclesiásticos, heredados o donados, y no fue claro, ni mucho menos, al explicar la legislación nacional. El ex alcalde de Ciriza no distinguió entre pueblo y comunidad cristiana, y llegó a decir que el templo había tenido un primirivo uso civil, confundiendo tal vez la reunión del concejo abierto en el atrio de la iglesia con  una casa consistorial, que nunca fue el  templo. Pero los casos de la propiedad del albergue de peregrinos de Pamplona, contado por el el portavoz de la plataforma, o el de la casa de la mestra, relatado por el ex alcalde, no quedaron claros, con toda la carga de parte en contra de la Iglesia. Pareciera que el representante del arzobispado -un arquitecto joven, según me dicen- aclararía, al menos, la cuestión. Nada de eso. Nos dio a todos los televidentes una lección de ignorancia, no sé si supina o afectada. Para colmo, terminó sus tartamudenates raciocinios con la broma pesada o con el soso chiste de que la Iglesia es un bicho raro, una rara avis, porque… es única. Mal argumento para contestar a quienes sostienen que es un ave rapaz o un mal bicho. ¡Pobre arzobispado de Pamplona, que se sirve de tales comunicadores incomunicantes y contracomunicantes!

“Ni vencedores ni vencidos”

El viejo lema que, según las noticias de los diarios de hoy, parece defender monseñor Uriarte, o cualquiera que lo defienda, es el lema pintiparado para conseguir la paz entre dos países o dos bandos en guerra, sobre todo si la guerra ha sido larga y cruel, no para conseguir el final de una banda de delincuentes enfrentados a un Estado democrático. Lo que paa es que para muchos independentistas vascos -no sé si entre ellos está monseñor Uriarte- la guerrilla terrorista y marxista-leninista de ETA equivale a todo un Estado, o al ejército de todo un Estado, que lucha con el ejército de otro. Y equivale a eso, porque ellos quisieran (quieren) que equivalga. Y así todo se entiende muy bien. El gravisimo error sería que los gobernantes de un Estado democrático llegaran a pensar lo mismo.

Con el agua al cuello

Si ayer sonreíamos con el chiste de Ramón en Hermano Lobo, de hace treinta años, hoy podemos hacer lo mismo con el de El Perich. El chiste gráfico, tan actual como el anterior, se titula esta vez: ¡Estamos con el agua al cuello!. Lo dice esta vez un paisano con sombrero, a quien el agua le llega, en verdad, al cuello, pero en seguida vemos que el paisano de sombrero se yergue encima de otro paisano con boina, a quien el el agua le llegó a la cabeza hace ya tiempo. La pequeña y media burguesía, que hoy se queja de todo, a veces con varios sueldos o pensiones, con varias casas, con varios coches, con vacaciones varias… no siente a nadie debajo de sus seguras plantas, a quien la crisis, para él tal vez perpetua, le inmergió hace tiempo, tal vez desde siempre

“Está prometiendo”

Hermano Lobo. Una mano amiga me envía una antología de aquella revista genial del tardofranquismo, nido de águilas de nuestros mejores humoristas. Cada chiste gráfico merece la bitácora de un día. Hoy me quedo con éste: unos cuantos paisanos oyen, distraídos, en fila horizontal,  a alguien que habla allá lejos o allá arriba. El uno le dice al otro: -¿Qué dice? Y el otro le contesta: –Nada, está prometiendo.

Los Idus de marzo

En una sobremesa de amigos hablamos de la película de George Clooney, Los Idus de Marzo. Unos la han visto y otros no. Unos han revivido en ella, de algún modo, su propia historia. Otros la comentan como expresión, mayor o menor, de la política que sufren y han sufrido en España. Mientras trabajo en el tema del quiebro socialista, con Largo Caballero al frente, en los años 1933 y 1934, me encuentro con estos párrafos de Manuel Azaña sobre la polìtica, que es una crítica de las más duras que he leído nunca. Correspsonden al diario de 4 de julio de 1937, en plena guerra civil, dentro del Cuaderno de La Pobleta, escrito por el presidente de la República, huído de Madrid a Valencia, cuando comienzan a perder la guerra: “Porque nada estrecha tanto la mente, apaga la imaginación y estiriliza el espíritu como la política activa y el gobierno. Quiero decir que en esas aplicacciones (tal vez en ninguna, no siendo en la pura especulación espiritual) la capacidad del espíritu no se ensancha, ni se ahonda ni se mejora. Para trabajar en política y en el gobierno he tenido que dejar amortizadas, sin empleo, las tres cuartas partes de mis potencias, por falta de objeto, y desarrollar en cambio fenomenalmente la otra parte. Por donde se quiebra el equilibrio y se va, con lastimoso, descuido, al profesionalismo.  Lo corriente es cultivarlo desde la juventud, en política como en todo. Mi caso era otro, y el desequilibrio interior, de que sentía, me sentaba muy mal: como si temiese un paulatino embrutecimiento. Una de las asperezas de la vida política es la aridez, la sequedad, la triste cerrazón espiritual del mundo en que uno queda sumergido. Donde apenas es posible una conversación placentera, desinteresada; donde las Gracias nunca han puesto la planta. Así pues, recobrar la independencia  y renovar antiguas relaciones me sabía a desquite…En este ambiente antiespiritual todo es posible, hasta llegar a los Idus de Marzo, donde siempre hay un César y siempre hay, se llamen como se llamen, los Bruto de turno.