Cada día aprendemos cosas nuevas en este XII Symposio Internacional sobre la masonería española que se celebra en Almería, en cuya universidad hay un grupo ejemplar de investigadores. Por ejemplo, que el músico catalán Isaac Albéniz fue ateo y masón, muy favorecido por toda la masonería europea, aunque poco cumplidor de las reglas de la orden. O el pintor madrileño Juan Gris, iniciado en la logia “Voltaire” de París, compuesta en su mayor parte por militares, rechazado una primera vez por ser un insumiso español. O el hermano de don Francisco Giner de los Ríos, Hermenegildo, catedrático y político republicano. Como se ve, avanza muy lentamente la investigación sobre la masonería.
Archivo por meses: octubre 2009
Me adormece el mar
Me adormece el mar,
el rumor de sus olas maternales.
Me despierta el mar,
el ruido de sus olas infantiles.
El hambre avanza
Mientras aqui nos entretenemos con los impuestos y deudas del Gobierno, el hambre avanza en el mundo pobre. Nunca se había llegado al escándalo de los 1.000 millones de hombres con hambre. ¿Dónde quedan los objetivos del milenio, de hace sólo nueve años? Las inversiones de los países ricos en los países más pobres se han reducido en un 32 %. Las remesas de los emigrantes disminuyen. El precio de los alimentos sube. Las ayudas de las grandes instituciones internacionales (BM, FMI…) son 360 veces menores que los 18 billones de euros que los países ricos -entre ellos, el nuestro- destinaron hace unos meses a salvar a sus bancos de la quiebra.
Olivares andaluces (inicio)
(De Sevilla a Granada en tren)
Asomado al tren,
miro los olivos,
cansados de fruto,
frondosos de siglos.
Poderosas plantas
los alzan altivos:
árboles sagrados
de todos los ritos.
Verdes de esperanza,
tenaces, prolíficos.
Verdes de hermosura,
estáticos, líricos.
Verdes de fulgores,
ardientes, lumínicos.
Verdes de misterio,
litúrgicos, místicos…
El mar
Con sus labios sabios e innumerables el mar nos acerca siempre el mensaje primigenio de la creación.
Esclavos y negros en Brasil
Entre los siglos XVI y XIX más de 5 millones fueron sacados de África para Brasil, de los 15 en total llevados para América. Fue el penúltimo país en abolir el tráfico de esclavos (1850) y el último en acabar con la esclavitud (1888). Entonces más de la mitad era negra. Muchos inmigrantes blancos, sobre todo alemanes e italianos, fueron bienvenidos en las décadas posteriores a fin de purificar la sangre brasileña. De 1950 a los ochenta Brasil fue denunciado por su violencia de todo género contra los negros. Hoy de nuevo la población negra es mayor que la blanca, pero las diferencias son aún muy grandes. Baste decir que hasta 2040, a este paso, los negros no alcanzarán la renta media de los blancos. Apenas si se ve un negro en los niveles altos de cualquier sector. Pelé era una excepción el otro día en Copenhague. Espero que entre los deportistas brasileños, en las Olimpíadas de 2016, los negros serán muchos más. Y eso puede animar a romper el mayor tabú de ese gran país hermano.
Pobre Castelar
En los bajos de la casa natal de aquel que lo fue todo en España, don Emilio Castelar, además de orador divino, como aparece en la estatua que preside la plaza de la Candelaria, en Cádiz, han abierto un Bar diVino-Ibéricos y vinos. Podían haber elegido un nombre un poco más alto y adecuado a tan excelso personaje. Por ejemplo: Sinaí, evocando aquel famoso discurso de 1869. ¡Tan alta estatua para eso!
Despabiladísima
Una gentil señora andaluza, mirando sonriente a la niña chica, tras preguntar por su edad, dice en voz alta:
-Pues está despabiladísima la niña.
La niña tiene nueve meses y no ha cesado de barraquear en todo el trayecto del tren. Los despabiladísimos, señora, somos todos los sufrientes viajeros, excepto tal vez los benditos padres de la criatura.
Las cosas del campo
Las encinas y sernas castellanas se hacen casi de repente olivos, viñas, naranjos andaluces. Me acuerdo del poeta antequereño, que acaba de morir, José Antonio Muñoz Rojas, cuyo libro Las cosas del campo tanto me gustó, hasta compararlo con el Platero y yo de Juan Ramón. La última luz del día se recoge en la salada claridad marina de Cádiz.