Archivo por meses: diciembre 2007

Los templos de Prambanan

Prambanan, no lejos de la bonita ciudad de Yogyakarta, en Java central (Indonesia), es un conjunto de templos hindúes, levantados a mediados del siglo IX probablemente por el rey Rakai Pikatan, de la segunda dinastía Mataram, tal vez como contraposición al cercano templo budista de Sewu. Abandonados no mucho después de su construcción, la reconstrucción comenzó sólo en 1918 y se dio por terminada en 1953. Para entonces buena parte de los sillares habían sido robados y utilizados por doquier. Por eso sólo unos pocos de los 250 pequeños santuarios individuales o candis, en forma de campanas, fueron rehabilitados, aquéllos de los que se conservaba al menos el 75% de su estructura. Para colmo, el terremoto de 2006 dañó seriamente varios templos mayores y menores, por lo que continúan todavía las delicadas obras de reparación. Visitamos Prambanan al final de la tarde, a ratos bajo la llovizna, después de haber visitado el célebre templo budista de Borrobudur, algo anterior en el tiempo: un impresionante y único templo erigido sobre una colina,como de una masiva, gigante y simétrica estupa, con miles de imágenes grabadas en piedra gris. Pero el guirigay de la entrada y del trayecto hasta el templo, junto a la masiva presencia de visitantes, me impidieron parcialmente su contemplación. En Prambanan la hora tardía y el mal tiempo fueron factores saludables. Tras el largo y ancho recinto de los pequeños santuarios, en su gran mayoría reducidos a montones de piedras negruzcas, se elevan, más al oeste, los templos mayores, entre los que destacan tres de ellos (Trisaki), dedicados a los tres grandes dioses de la religión hindú: Shiva, el destructor; Vishnú, el conservador, y Brahma, el creador, con innmuerables estatuas grandes o pequeñas así como de bajorelieves, en uno de los cuales se narra la leyenda del Ramayana. A pesar de mi mucha ignorancia del hinduismo, viví (pensé, quise y sentí) una experiencia religiosa -de religación con la Divinidad- del mismo orden de la vivida dentro de las catedrales o de algunas iglesias cristianas. La vivencia del misterio del Tremendum et Fascinans, del que nos habló R. Otto: del Dios creador y conservador, Señor de la creación. Y para mí también y sobre todo, Padre.

Poussin y la Naturaleza

La exposición sobre Poussin y la Naturaleza que pude ver hace unos días en el Bellas Artes, de Bilbao, traída desde el The Metropolitan Museum of Art New York, me hizo posible conocer de cerca la obra de un pintor excelente (1594-1665), tal vez el mayor de los franceses Es bien sabido que en los años cuarenta del siglo XVII el paisaje adquiere ya un cierto protagonismo en la pintura europea, que tiene que ganárselo en reñida pugna con el  retrato y el cuadro costumbrista tradicional, y en otros casos, como en éste, con el repertorio arquitectónico clásico, presente en muchas de las obras del pintor normando, dada su formación humanista y su erudición greco-latina. Pero poco a poco la naturaleza se va haciendo personaje principal, exigiendo mayor porción de espacio y una más generosa donación de luz, como en Paisaje de un hombre lavándose los pies, hasta llegar a creaciones tan sublimes como La tempestad, que nos prefigura ya un Turner y tantas otros aciertos del paisaje romántico. Sus paisajes poéticos, de los años cincuenta y sesenta, quieren decir la total autonomía del paisaje como sujeto propio, autoposesor, subsistente en sí mismo, creado en sí mismo y para sí mismo: poético (poiesis). Qué vigor creativo en las piezas de esa naturaleza creadora –Deus sive Natura-, qué fulgor, qué perfección en la forma, en el color, en la luz envolvente: las encinas, los álamos, la hierba…, en cuadros como Paisaje con las cenizas de Foción o Paisaje con Diógenes, personajes buscados ya no como protagonistas, sino como complementos y, a lo más, como acompañantes del paisaje (país humanizado). La Naturaleza, impasible y a la vez grandiosa, está ahí omnipresente y omnipotente, señalando al hombre su verdadera naturaleza. Rara vez el hombre aparece dominándola y señoreándola.

Tolerancia e intolerancia

Si el problema de la tolerancia-intolerancia entre etnias, culturas y religiones es lugar común en Malasia, como acabamos de ver, lo es mucho más en Indonesia, país donde los conflictos poiíticos, culturales y religiosos han sido constantes, y a menudo graves, desde la independencia. Me llamó la atención un artículo publicado en  The Jakarta Post, del día 6 de noviembre, titulado Indonesia´s growing tolerance of the suppresion of opposition, firmado por Patrick Gutensperger, apellido claramente holandés, comentarista político y profesor universitario. Comenzaba evocando la opinión que le merecía a un famoso empresario, conocido suyo, el que alguien se le acercara, dentro de la vida profesional, y le asegurara que ante todo era un buen cristiano. Alardear de cristiano o de cualquier otra confesión en el mundo de los negocios era para ese empresario una prueba de dudosa ética y hasta de deshonestidad (sentimiento de superioridad, presunción de una moral superior incapaz de inmoralidad, etc.). El articulista pasa luego a criticar la tolerancia de las autoridades indonesias con ciertos grupos que asaltan, vandalizan y aterrorizan a los que no piensan y actúan como ellos y hasta piden el arresto y el castigo de quienes se desvían del recto camino. Cuando una mayoría de la población está de acuerdo con tal proceder, la preocupación se convierte en miedo. No es cierto que Indonesia sea el país de la tolerancia. La única tolerancia que el mundo puede ver es la tolerancia con los que suprimen cualquier oposición, la tolerancia con los que imponen la religión mayoritaria a las minorías, la tolerancia con los que son violentos con los diferentes credos de los otros. Pero la tolerancia no es pasividad. Ser tolerante es ser valiente y hablar alto cuando los derechos de los demás son trampeados. Ser tolerante no es concordar con los que tienen nuestras mismas opiniones. Ser tolerante significa, más bien, tolerar lo que nos desagrada y hasta lo que aborrecemos. Y apoyar y defender a aquéllos con los que discordamos. Y remata su valiente alegato: “Indonesia es constitucionalmente un país tolerante. Es hora de que pongamos en práctica lo que signfica el que no podamos tolerar cualquier clase de fascismo, religioso o no”.

 

Inmaculada

              “Alégrate, María, llena de gracia; el Señor está contigo” (Luc 1, 28)

Pura y purísima,
porque Dios
quiso purificarla.

Más luminosa
que el sol,
que toda luz derrama.

Más bella que la luna
en su noche más alba.

Más hermosa
que lo que Bartolomé Murillo
pudo hermosearla
con todas las bellezas de Sevilla
conjuntadas.

Porque es madre de Dios,
es más que todos
santa.

Llena
hasta rebosar
de gracia:
por Dios la bendecida
                         y habitada.

Respeto entre religiones

Del 5  al 9 de de noviembre tuvo lugar en Kuala Lumpur la asamblea general del Umno, el partido hegemónico que gobierna el reino federado de Malasia desde la independencia. Este año, celebra el paìs el cincuentenario de esa independencia (merdeka) del imperio británico (1957-2007), con una serie de actos que impregnan toda la vida social, cultural y política de la federación. Uno de ellos era el la asamblea general del partido gobernante, y el discurso de apertura del primer ministro (desde 2004) y presidente del partido Datur Seri Abdullah Ahmad Badawi resonó durante varios días en todos los rincones del país. Badawi, según recogía el Star Nation, enfatizó el tremendo progreso de la federación -dentro de la Commonwealth, que pasó de ser un país pobre a uno de los más ricos de Asia, con una tasa media de crecimiento anual del 6´5. Reafirmó asimismo con fuerza el federalismo constitucional, el objetivo de la erradicación de la pobreza y la oficialidad del Islam como religión nacional. Pero al mismo tiempo se mostró igualmente firme al proclamar la armonía entre distintas comunidades y religiones no como un “lujo opcional sino como una necesidad”, buscando el interés de la nación y del pueblo malayo “por encima de intereses parroquiales“, recalcando la santidad de de las religiones, creencias y ritos y “el contrato entre las comunidades“. Opuesto a una estrecha interpretación del Islam, perjudicial incluso para los propios musulmanes, y desde luego para la vida diaria y los intereses económicos del pueblo “un superzelante empeño religioso –llegó a decir- puede dar como resultado una negativa imagen del Islam, una imposibilidad de entender las necesidades de los creyentes de otras religiones y la negación de los derechos que les corresponden según el espíritu de la Constitución Federal“. E hizo votos por la tolerancia y la paz religiosas: “La violencia de una parte alimenta la violencia de la otra. Si queremos que nuestra religión sea respetada y comprendida, mostremos una ejemplar conducta respetando a los seguidores de otras religiones, de otras necesidades”.

Reforma de la Constitución

En honor de nuestra Constitución nacional, de 1978, voy a citar algunos de los primeros textos de la reforma parcial, que un buen grupo de juristas, políticos y otros ciudadanos han preparado para proteger mejor su espíritu y defender su permanencia. Tal reforma sólo será posible tras un gobierno de coalición entre el PSOE y el PP, que vengo auspiciando hace tiempo. Comenzaría diciendo el Preámbulo: “La Nación española es la patria común e indivisible de todos los españoles, formada a partir de la unión de las Coronas de Castilla y León y de Aragón, que dio origen a la Monarquía de España, sobre la herencia histórica y cultural de la Hispania romana y del reino visigodo, mantenida a lo largo de la Edad Media por los reinos cristianos de la Península Ibérica y compartida plenamente por ambas.” Rezaría así el primer párrafo del artículo 1 del título preliminar: “España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, miembro de la Unión Europea, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político con arreglo a esta Constitución”. Y el artículo 2 comenzaría con este párrafo capital: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación  española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza la autonomía de las Comunidades Autónomas, provincias y municipios en que se organiza territorialmente el Estado, y la solidaridad entre todos ellos”.- ¡Ad multos annos, Constitución!

El califato no está en el Corán

 Indonesia es el país musulmán más poblado del mundo. Pero no es un país árabe. Ya en pleno siglo XVI nuestro Francisco de Javier se encontró, a su llegada a Malaca y después a Las Molucas, rodeado por todas partes por reinos musulmanes, que alternaban el trato comercial y la guerra con los colonizadores portugueses. Indonesia es hoy una República unitaria y no una República islámica, como pretenden algunos grupos extremistas y fanáticos. Desde su origen en 1950, y más tras el sangriento conflicto inter-religioso de 1999-2002 en Las Molucas y en Java, los gobiernos indonesios, que mantienen el islamismo como religión oficial, intentan en los mejores momentos reafirmar el principio de la libertad de cultos y de la paz religiosa como base fundamental para la paz y el orden en un país inmenso, con tantas etnias, lenguas, culturas y religiones. Me llamó la atención ver en el diario The Yakarta News, del pasado 5 de noviembre, en primera, la siguiente noticia: “Caliphate not part of Koran: NU” (el califato no es parte del Corán). Se trataba de una declaración del comité directivo, formado por 500 ulemas, del capítulo del Este de Java, la rocafuerte de la Nahdlatul Ulama, la más numerosa organización musulmana indonesia, con más de 40 millones de miembros en todo el país. Y ¿por qué, a estas horas, esa declaración? Porque la idea de la República islámica -comentaba uno de sus expertos-, va extendiéndose y haciéndose popular entre los intelctuales y entre el pueblo, pero no tiene nada que ver con los textos sagrados, y cualquier intento de reemplazar el Estado unitario por un Estado islámico traería más problemas a la Nación. Recordemos que la doctrina del califato fue asentada en el siglo X por los descedientes de Alí, casado con Fátima, la hija del Profeta, y hoy es mantenida por la rama islámica del chiismo, gobernante en Irán. El presidente del comité decía por su parte: “El gobierno, los religosos y los líderes comunitarios deben estar muy vigilantes acerca de esta ideología trans-nacional, que ha amenazado nuestra ideología nacional y unitaria, así como el Estado Unitario de Indonesia”.

Homenaje a Juan Gelman

                      (Fragmento)

Ando de loco por el aire que ando que no ando

                                                   (J.G.)

                            I

Cómo será, pregunto.
Cómo será el Dios a quien aguardo,
a quien espero, cuando todo me acompaña,
y cuando todo lo dejé de lado.
Cómo será tenerle y ser tenido.
Ando de loco por el aire que ando que no ando.
Ando de pobrehombre rastreando sus huellas.
Ando de vuelo y, cuando no, de náufrago.
Será quien siempre es.
Imaginarle es vano.


                           

En Malaca, siguiendo a Francisco de Javier

En la noche en que celebramos la muerte -el paso a la vida eterna- del santo Francisco de Javier, patrono de las Misiones y patrono de Navarra, me toca recordar igualmente nuestra reciente visita a Malaca, capital del Estado federado malasio del mismo nombre, con medio millón de habitantes. Nuestro santo estuvo, de 1545 a 1552, cinco veces en ella, y casi un año en total: de paso hacia Macasar (que luego se cambió por Las Molucas), y a su retorno, la estancia más larga; a la ida al Japón y a la vuelta, y al partir para China, la estancia más penosa de todas. Ya no volvió vivo a la ciudad. Su cuerpo incorruptó reposó allí uno meses, primero en el altar mayor de la iglesita Nossa Senhora do Monte, y después  en la casa adjunta de la Compañía, construida en 1549, hasta que fue trasladado a Goa. Malaca era entonces en Oriente lo que Venecia en Occidente: el puerto de todas las especias y de todas las mercaderías habidas y por haber. La segunda de las fortalezas portuguesas en Asia y la plataforma para las más lejanas aventuras en Oceanía y en el Pacífico. En todas sus estadías, sobre todo en la primera y segunda, tuvo el misionero jesuita tiempo suficiente para dedicarse con toda su alma a la evangelización de la colonia portuguesa, asentada por Albuquerque en 1511, de sus muchos esclavos y esclavas, y de los indígenas que querían bautizarse. Allí se preparó asimismo para su misión en Oceanía, en Japón y China.- La Malaca de hoy, muy mayoritariamente musulmana, como toda Malasia, guarda algunos, pocos, lugares visibles que recuerdan la presencia del Padre santo, como todos le llamaban entonces: en la cima del cerro, donde se se asentaba la fortaleza portuguesa, quedan las paredes laterales de Nossa Senhora –convertida por los calvinistas holandeses en iglesia de San Pablo-, donde él celebró la misa, predicó, confesó, y enseñó el catecismo a los niños y mayores; resiste la puerta A Famosa, que daba paso a esa fortaleza, pero ya con el escudo de los conquistadores holandeses, que se hicieron con ella en 1641. No se conservan ni la Seo original, cerca del puerto, ni la Casa de la Misericordia, donde también ejerció el misionero navarro su apostolado sacerdotal; ni el hospital real, junto al que vivió, con su compañero Juan de Eiró, en una choza de palmas. En todo el terreno cercano a la costa y ganado después al mar, se extiende hoy la ciudad nueva, que comienza a levantar sus grandes torres de hoteles, bancos y grandes empresas. En lo que fue el barrio portugués, luego holandés y después británico, alrededor del cerro y cercano entonces al mar, se encuentra la ciudad histórica, con el antiguo ayuntamiento holandés (Stadhuis), la plaza ajardinada, o la iglesia anglicana de Cristo, no lejos de la cual unos capuchinos franceses erigieron a mediados del siglo pasado la iglesia dedicada a St. Francis Xavier, con vidrieras interiores y estatua exterior del mismo. Allí participamos, el último domingo de nuestro viaje, en una celebración verdaderamente comunitaria, musical y alegre, y nos presentamos como gente de su tierra natal. A la entrada de la vieja iglesia del cerro, precedida de un viejo faro del tiempo de los ingleses, y no lejos de una estatua de mármol del apóstol, una inscripción, en malayo y en inglés, nos dice que allí estuvo depositado el cuerpo del “célebre misionero católico Francisco Javier, de origen español“. Pero lo cierto es que en torno al hueco de su tumba primitiva, en medio del presbiterio, llena de monedas, cubierta por una de reja levantada de hierro, no hay leyenda alguna, sino una pequeña cruz grabada y el anagrama JHS. Por lo que muchos, es de suponer, no sabrán bien qué quiere decir tal armatoste ni a quién ni para qué arrojan los céntimos. En lo que un día fue templo y en lo que fue sacristía, donde el Maestro Francisco durmió o veló muchas noches, se apilan, con cierto orden, numerosas lápidas con los nombres de holandeses ilustres muertos en la colonia, de los siglos XVII y XVII, y algunas de portugueses, del siglo XVI. Seguramente que este estado de cosas se debe a la Administración oficial musulmana, que se ha cuidado bien de llenar y rodear la colina de todo tipo de museos y centros musulmanes o de historia oficial malaya. Tenemos la suerte de visitar en la antigua casa consistorial el museo etnológico, sencillo y variado, rico sobre todo en recuerdos de la etapa holandesa, y no podemos ver, en cambio, cerrado como está por obras, el museo marítimo, contenido en un galeón portugués, del siglo XVI, a orillas del río Malaca, cerca de su desembocadura. Antes de rendir viaje, camino de Singapur, y para ver de cerca la parte norte de la ciudad, en la que, en tiempos del santo, se agolpaba la población indígena de casi 30.000 habitantes, damos un paseo en barco por el río. Una parte del poblado conserva el estilo de casas malayo, de dos pisos de madera, sobre pilotes de madera o piedra, o a ras del suelo, y balcones en el segundo piso, pero cientos de viviendas, o tal vez miles, son casuchas miserables, como los bidonvilles, cabañas o bohíos de las ciudades más pobres. El río huele que apesta. En él desaguan innumerables cloacas, cubiertas o sin cubrir, y vienen y van por sus aguas inmundas pequeños y medios caimanes, que es cosa de ver. Nadie anda, sino  dos o tres parejas jóvenes muy formales, por un paseo recién abierto a la vera del cauce, eso sí, con muchas plantas y flores, que es preciso arrancar y llevarlas bajo la nariz para no desfallecer. Durante la segunda parte de la excursión, la radio del barco que llevamos cerca retransmite en voz estentórea las oraciones y cantos del almuecín más cercano. Cercano también a nuestro alto hotel, no demasiado alejado, ay, del río.

Islas Molucas

Faltos de referencias y soportes en Las Molucas, como ya dije, ni en Pamplona ni en Yakarta pudimos enterarnos de los viajes aéreos a las Islas -compuestas de 999 islas-, en caso de que los hubiera. Así que nos contentamos, en principio, con contemplar, desde el  teleférico del inmenso parque Taman Mini Indonesia Indah (La bella Indonesia en miniatura), en los aledaños de la capital, las tierras que visitó nuestro santo, representadas, junto al resto del inmenso país, diseñado dentro del lago, que hace de mar que lo rodea por todas partes. Sólo en la ciudad de Jogakarta, a donde fuimos para visitar los grandes templos hindúes de los alrededores, nos enteramos de un viaje de ida y vuelta a Ternate durante el día, en una compañía menor. Siendo un viaje tan largo y arriesgado, vimos que no valía la pena. Y, sin embargo, fue uno de los objetivos primeros de nuestro viaje colectivo, por ser el lugar más lejano y peligroso de los evangelizados por san Francisco de Javier, durante año y medio (1546-47) desde Amboino, en el sur, a donde llegó desde Malaca, tras mes y medio de navegación, hasta las islas del Moro (Morotai) y Rau, pasando por Ternate, la última fortaleza de los portugueses, y por todas las aldeas donde había cristianos, bautizados y evangelizados someramente por sacerdotes portugueses desde 1538. Fue una de sus aventuras más arriesgadas, por la dificultad de acceder a los poblados y por los riesgos sin cuento de la navegación, de los piratas y de los enemigos de todo extranjero, entre ellos, los famosos cazadores de cabezas. Unos años antes, habían sido meta de la expedición española de Magallanes, que llegó sin Magallanes, y con Juan Sebastián Elcano, en noviembre de 1521, y, pocos años después, de la expedición de García Jofre de Loaísa, Elcano y Fray Andrés de Urdaneta. Carlos V las pasó definitivamente a Portugal en 1529. La actual situación de estas islas,de población melanesia, sigue siendo inestable tras la independencia del dominio holandés en 1946. La Provincia de las Molucas, dentro de la República unitaria de Indonesia, desde 1950, fue dividida en dos (Maluku Utara, al norte, y Maluku, al sur), en 1999. La población de las Molucas, repartida a finales del siglo XX al 50% entre cristianos y musulmanes (la mayoría cristiana, calvinista, herencia holandesa, y sólo un 5% católica), fue gravemente perturbada no sólo por algunos intentos desestabilizadores e independentistas, sino sobre todo por la llegada masiva de musulmanes javaneses y por el grupo terrorista islámico Laskar Yihad, liderado por un afgano, que llamó a la guerra santa y organizó una guerrilla de 7.000 combatientes, que incendiaron iglesias, colegios, casas, y arrrrasaron aldeas enteras de cristianos. La pasividad, cuando no la colaboración, del ejercito, fue grande, y la participación de Bin Laden, probable. Igualmente fueron quemadas va rias mezquitas y asesinados muchos musulmanes. El conflicto religioso de Las Molucas se convirtió en conflicto internacional, y el asunto llegó a la ONU y a Bruselas. El Gobierno indonesio declaró el estado de emergencia en la Provincia. Se calcula en 4.000 las personas asesinadas y en 350.000 las desplazadas, antes de que en febrero de 2002 se llegara a un acuerdo de paz entre  cristianos y musulmanes. Las consecuencias de tamaña matazón han sido grandes. Hoy Las Molucas es una de las regiones más pobres y más aisladas de  Indonesia.