Otra historia fanatizada

 

Tratándose de la guerra civil española, y asuntos del género, no es nada raro encontrarse con libros de historia formal muy poco equilibrados y objetivos. El riesgo es mucho mayor cuando los escritos son testimonios personales, sobre todo cuando abrigan la pretensión de aparecer como obras de historia, con aires de magisterio. Tal es el caso del libro que cae en mis manos de Jon de Recondo-Anne Marie de Recondo, A los 75 años de Gernika. Un testimonio. Andoain, 2011. Basta, en las primeras páginas, con ver las siete líneas que dedica al fusilamiento de 17 presos (de un total de 160) por “los republicanos” en el Fuerte de Guadalupe, de Fuentarrabía -donde no hay hoy ni una triste lápida-, y comparar con la descripción de cualquier represión llevada a cabo por “los nacionales” en esas mismss fechas. Se comete, en este caso, el error histórico de llamar a todos los ilustres fusilados “conservadores”, sin más, sin recordar siquiera que uno de los asesinados, el abogado, economista y político carlista de Pamplona, Joaquín Beúnza, ex diputado foral navarro, había sido cuatro años antes jefe de la minoria vasconavarra en las Cortes de la República, vasquista de toda la vida, redactor del Estatuto de la Sociedad de Estudios Vascos, partidario declarado del Estatuto de Estella y aun del de las Gestoras…. Por contra, cuando habla de la represión en Navarra, repite el falso estribillo de que algunos eclesiásticos participaron activamente en la cruentas represalias que siguieron a la contienda, estribillo que desmontó para siempre el reciente trabajo de Jesús Ekiza, que los autores desconocen olímpicamente. Si lo conocieran, no escribirían el disparate -que ya descalifica al libro y no permite seguir adelante- de que, el 19 de julio, al grito de “¡Viva Cristo Rey!! y ¡”Mueran los traidores!” grupos de requetés -entre los que se encontraban  numerosos canónigos, tocados todos con la boina roja y con revólveres en la mano, y algunos de ellos encabezando a cuadrillas de carlistas- recorrieron las calles de la capital navarra hasta concentrarse en la plaza del Castillo (p. 71).- Otro libro más para la pira exponencial del fanatismo.