Teresa Forcades, el capitalismo y el independentismo

Teresa Forcades es una monja benedictina catalana, médica, lista, guapa, culta y buena dialéctica. Se nos presenta en el Foro  Enciende la Tierra como una conferenciante (sin un solo papel en la mano) sobre el tema del capitalismo antiético, pero acaba hablando de su proyecto independentista catalán, como quien no quiere la cosa. Decirnos a estas alturas que el capitalismo no es igual a libertad; que su lema económico Máximo beneficio económico es la expresión de la avaricia y de la avidez, y que la plusvalía marxiana es una explotación inhumana no es decirnos gran cosa, sobre todo cuando se habla siempre del capitalismo como capitalismo salvaje: Lo salvaje, ya se sabe, no es ético. Pero el caso es que lo que podia haber sido una buena charla vulgarizadora, con ejemplos muy del día, y con una muy agradable vis oratoria, se convierte en la última parte en una descarada propaganda del Proceso Constituyente catalán y de la Candidatura Popular y Unitaria, de la que Forcades y el economista catalán Arcadi Oliveras -presidente, además, de Justicia y Paz, de Cataluña- son fervorosos animadores. Y, aunque no nos ha dicho en la conferencia los diez puntos del Programa -algunos de ellos vagos, vaguísimos- nos ha hablado con énfasis de su urgencia (30% de pobreza en la Comunidad), de su diversidad, de su autocrítica constante, y de su derecho, al parecer indiscutible, a ser sujetos políticos, como si fueran un Estado absoluto, o un grupo celestial: sin norma, ley, o Constitución que pueda limitarles en nada. Como si la independencia de un territorio unido a otros durante diez siglos  fuera como tomar o dejar un coche o un collar. Vista su página informática, salta a la vista su sentido social y humanista, pero al mismo tiempo su independentismo falto de todo realismo y hasta de educación elemental, cuando no de cuaquier sentido de justicia, de la que parecen adalides natos. Y lo que no es cosa menor: un claro carácter autoritario -para ser suave- o falta de sentido común en este momento, como si la Cataluña independiente con que sueñan no hubiera de  estar dentro de la Unión Europea, lo que se expresa en los puntos que proponen, sin más, la expropiación de la banca privada, la expropiación de las empresas energéticas, la existencia una prensa pública, bajo control democrático, y una curiosa salida de la OTAN… La cosa tiene su gracia, su aquél  y, por lo menos, a nadie deja indiferente.