Tarde de noviembre

(No pudiendo conectarme a la red en los próximos días, lejos de casa, cuelgo este poema original, que puede leerse cualquier día de noviembre)

Me brotan esta tarde subterránea
cipreses de difuntos desde el alma

y rodean la luz de mis alcores
las tapias de implacables camposantos.

Se estiran de mis pies los jaramagos
y se alargan mis brazos en rosales.

Se nutre mi memoria en las esquelas
y en mi casa sollozan los retratos.

Me sorbe el gregoriano la garganta.
No me cabe un responso en el bolsillo.

Llevo en los labios carne de gladíolos
y me ocupan los ojos crisantemos.

No puedo andar de prisa. Toneladas
de tierra casi humana me retienen

y no puedo estar quieto porque todos
los difuntos del mundo me reclaman

No puedo descansar porque la piedra
no responde a la voz de tanto llanto,

ni los cirios abrasan los temores,
ni las frases rotundas de la Biblia
taladran los silencios del vacío.

Y no puedo dudar porque estoy hecho
de tierra, de cipreses y esperanza.