La Virgen de la servilleta

El edificio de Los Venerables, con su estupendo museo, está ocupado esta semana por un congreso, y cerrada por obras la casa-museo de Murillo. Después de recorrer, en visita guiada obligatoria, la Casa de Pilatos (hoy residencia-museo de los duques de Medinaceli), llego al Museo de Bellas Artes de Sevilla, ubicado en el excelente contexto arquitectónico del antiguo convento de la Merced, exquisitamente renovado. El Museo es una colección de calidad excepcional y uno de los mejores de España. Entre sus mayores atractivos está el ser testimonio principal de la escuela sevillana, de trayectoria bastante homogénea y continuada desde la Edad Media hasta el siglo XX. Muchos de los pintores sevillanos y andaluces, antiguos y modernos, son nuevos para mí. Y entre los conocidos hay soberbios ejemplares de Pacheco, Murillo, Zurbarán, Valdés Leal, Ribera… Aquí está la Inmaculada de Murillo, llamada La Colosal, y otras muchas obras, procedentes sobre todo de la iglesia del convento de Capuchinos de Sevilla, que corresponden a la madurez artística del autor y pudieron ser salvadas de la invasión francesa. Me encanta, entre muchas de ellas, la bellísima Virgen con el Niño, llamada Virgen de la Servilleta (1665-66): asombroso juego de luces y sombras, prodigiosa soltura en los trazos, y una vivacidad inefable en el rostro meditativo y fascinador de la madre, que ningún pintor de su época igualó, y la expresión dinámica del niño, con esos ojos penetrantes que vemos en los niños sevillanos de muchos de sus cuadros y en ningún otro. Al volver al hotel, está una de las Hermandades sevillanas en la plaza del Salvador preparando el vistoso ángelus rocíero, en torno al Sin pecado, camino de Almonte. Me viene a las mientes la ultima romería del Valle de Arce y Oroz Betelu a Roncesvalles, una de nuestras más clásicas. Todo tan diferente. Todo tan parecido.