La democracia asamblearia


 

  Tal vez la trampa mayor, la coartada más artera, política y mediática, de todo el proceso catalán es haber hecho creer a muchos que el propósito primero era conseguir el ejercicio del falso derecho a decidir, o, dicho más crudamente, del falso derecho a la autodeterminación, cuando la intención única de los promotores de dicho proceso era, lisa y llanamente, la independencia, O, al menos, hacer creer que ese era el objetivo, para seguir así movilizando a las masas, ganar de nuevo lals elecciones autonómicas y no perder la hegemonía en Cataluña. Y para ello, todos los lugares teóricos de la democracia liberal han sido argumentados, mientras de hecho se ponían en ejercicio, en todos los ámbitos posibles, todos los resortes prácticos de la democracia asamblearia, es decir, del golpe de fuerza, del golpe de Estado, del golpe a la democracia (liberal). Lo que ha prevalecido aqui es la concepción, tan vieja como la  raza humana, de la democracia  directa e inmediata, que es el poder del llamado pueblo soberano, representado o engañado por una minoría: un poder total, inmediato, instantáneo, que le hace estar en continua situación constituyente, donde cada momento asambleario determina su propia ley y, desinteresado del pasado y del futuro, vive febrilmente su presente sin otra ley reguladora que la propia, única legalidad existente, o una nueva legalidad que elimina cualquier otra, si la hubiese. Como se ve, la antañona receta maquiavélica de fuerza y astucia –  En el caso de Cataluña, a pesar de los obstáculos factuales que su pertenencia a España y a la Unión Europea les ponía por delante, los líderes del proceso catalán han hecho del poder constituido (parte del español), no aceptado en los últimos tiempos, un poder constituyente, voluntarioso, furibundo y a menudo grotesco. reducido, además, a los independentistas catalanes. minoría social y provisional mayoria pírrica en el Parlamento autonómico. Poder totalitario en la calle y con todas las trampas posibles puestas a la democracia parlamentaria (sólo formal), en el mejor de los casos. dentro de las instituciones. Poder no violento grave, por carecer de fuerza, pero violento en las palabras, las amenazas, las coacciones, las discriminaciones… Democracia asamblearia, dirigida por nacionalistas extremistas, fanáticos, que quieren dar al mundo una apariencia de democracia constitucional.