La carta del ex-arzobispo de Foggia

Monseñor G. Casale, arzobispo emérito de Foggia, envió hace unas semanas una carta abierta a la actual XIII Asamblea general odinaria del Sínodo  de Obispos, reunida en el Vaticano, en la que cree poco: por su falta de representatividad, por su carácter consultivo, por su enorme duración, por su muy deficiente trasparencia, por su lejanía de la  gente… Y Monseñor Casale le pide  a esa Asamblea nada menos que: a) una colegialidad efectiva en la Iglesia, por encima de la omnipotente Curia Romana; b) la búsqueda de la verdad real, histórica, no sólo abstracta-metafísica; c) la alegría de  la pobreza evangélica, renunciando al lujo exteror y a los títulos honoríficos, comenzando por los cardenales: no le gusta una Iglesia vestida de Armani; d) una nueva reordenación de las parroquias y de la vida parroquial; e) la reapertura del diálogo con las diversas comunidades de base, no sólo con los cismáticos lefevrianos; f) la ordenación sacerdotal de los viri probati, que no van a acabar precisamente con el libre celibato eclesiàstico de quienes lo prefieran… Mons. Casale recuerda con mucho afecto y gratitud al recientemente fallecido arzobispo de Milán, G. Martini, sabio biblista, pastor ejemplar, que criticó honradamente, con muy ponderadas razones y sugerencias, a la Iglesia actual y sufrió tanto por ella. Y el arzobispo emérito italiano añade: Nosotros, los obispos, frecuentemente denunciamos los asaltos que proceden de fuera de la Iglesia, del laicismo y de la secularización. Sin embargo, los asaltos peligrosos proceden del interior de nuestra Iglesia, que sigue perdiendo la luminosidad y la autenticidad del mensaje evangélico.