Insurrecciones varias

Veo la pequeña insurrección del barrio de  Gamonal, en Burgos. Recuerdo el 15M. Veo la insurrección de buena parte de Ucrania. Todavía están recientes las tres insurrecciones de los egipcios. Y las varias de Irak, Túnez y Libia. O la de la República Centroafricana. Recuerdo la histórica de Mandela. Y las de Castro o Pinochet,  junto a las innumerables, de todo género, de Iberoamérica y África. Remembro la nuestra de julio de 1936, y las anteriores (Asturias y Cataluña) de octubre de 1934, y las anarquistas, tan olvidadas, de los “tres ochos”: 8 de enero de 1932, 8 de enero de 1933 y ocho diciciembre del mismo año: si por ellas hubiera sido, hubiera volado por los aires la República del 14 de abril. Y leo un artículo, muy desconocido, del ex ministro socialista Indalecio Prieto, que tomó parte muy activa en la de 1934, que escribía en El Liberal, de Bilbao, diario de su propiedad, nada menos que el 17 de julio de 1936: Los ciudadanos de un país civilizado tienen derecho a la tranquilidad, y el Estado tiene el deber de asegurarla. Hace ya tiempo – ¿ y a qué vamos a engañarnos?- que los ciudadanos españoles se ven desposeídos de este derecho porque el Estado no puede cumplir el deber de garantizárselo. (…) Del mismo modo que la Historia llega a justificar las revoluciones del paisanaje, puede aprobar las insurrecciones militares, cuando unas y otras concluyan con regímenes que, por cualquier causa, se hayan hecho incompatibles con el progreso polìtico, económico o social exigido por los pueblos.