Ayer oí en TV1 llamar por vez primera a Gadafi dictador y después una serie de piropos inhabituales: excéntrico, déspota, sanguinario… Hoy ya le llaman así casi todos los medios, casi todas las tertulias. Lo mismo sucedió hace unos días con Ben Alí o con Mubarak. Mientras nos visitan oficialmente y nos venden petróleo, o estrechan los lazos de nuestros intereses, son excelentes y excelentísimos, y hasta merecen un puesto en el empíreo de la Internacional Socialista o en el harén selecto de Berlusconi. Sólo a la hora de su desgracia política, pueden ser descritos y hasta definidos con verdad. Al sátrapa de Barhein o al del Yemen no los conoce aqui nadie. Los reyes de Jordania y de Marruecos son todavía nuestros amigos oficiales: ya veremos hasta cuando. Lo que sigue siendo cierto es que el mundo de la política no es el de moral, y menos el paradigma de la moral. Los responsables de la mayor dictadura del mundo, también petrolera, que es la china, son tratados todavía por todos los políticos europeos como durante estos últimos treinta años Ben Alí, Mubarak o Gadafi.