Elecciones catalanas

Está claro que el 60 por ciento de los catalanes, que han emitido el voto, no han votado sobre todo por algo relacionado con el dichoso Estatuto catalán, que hace unas semanas parecía el ombligo político de la nación catalana, sino por algo mucho más real y cotidiano. El Gobierno tripartito ha fracasado sonoramente y los partidos coaligados de la llamada Izquierda catalanista lo han pagado caro: los federalistas asimétricos (PSC) + los autodeterministas eco-marxistas (IVC) + los independentistas puros y duros (ERC). Semejante mezcolanza no podía tener un final feliz en una situación crítiica. Los dos últimos seguirán en sus trece. Los primeros tendrán que decidirse alguna vez a ser ante todo la izquierda nacional catalana o a ser parte también de la izquierda española. Pero. mientras en sus congresos se definan como municipalistas, catalanistas, europeistas y… federales (¿de qué Federación?), poco podremos esperar. Si alguna ocasión era propicia para el PP y para Ciudadanos era ésta: el resultado es positivo para ellos, especialmente para el PP, pero no tanto. Vuelve a gobernar, como casi siempre en la historia contemporánea de España, la otrora llamada burguesía catalana, hegemónica en Gerona, Lérida y Tarragona, excepto en las capitales. Ahora es el partido de las llamadas clases medias, que ya no confían en la izquierda, ni siquiera en el centro-izquierda. CIU, ya desde la deriva soberanista de 1998, ha aprendido a comportarse como el PNV, aunque con desdibujados derechos históricos: le bastan los derechos electorales y el culto a la lengua, que confunden con cultura. Con todas las identidades nacionales en su seno, con todas sus necesarias y útiles contradicciones, jugará a ser el partido hegemónico en toda Cataluña y decisivo en lo que ellos llaman España (antes, Castilla). Como el PNV. Entre la independencia, el concierto económico y los presupuestos del Estado. La herencia de Cambó y la herencia de Maciá, con el recuerdo del fusilamiento de Companys y la matanza de monjes de Montserrat. Vayan preparándose los futuros inquilinos de la Moncloa.