El poeta Emilio Rodríguez

 

          No conocí a Emilio Rodríguez González (1938-2020), poeta dominico asturiano, dibujante y pintor, fundador de la revista salmantina Papeles del Martes, que pasó, dejando honda huella, por los conventos de Salamanca, El Escorial, Parquelagos y Montesclaros, fallecido a finales del pasado año. Ni conozco su copiosa obra anterior. Solo el breve libro de poemas, Dimensión y alarido, editado por Edibesa hace solo dos meses, y que ha diseñado y cuidado exquisitamente su amigo el navarro Javier Olite Ariz, residente en Parquelagos, quien me lo envía. Valentín Tascón, en su Comentario  introductorio, le llama un maestro indiscutible de la palabra y maestro de los endecasílabos y de la prosa poética. Para el prologuista de su penúltimo libro, Rimero de silencios, se convierte en el San Juan de la Cruz de nuestro desorientado siglo.

Con el austero estilo habitual de este cuaderno de bitácora, elijo dos poemas, breves como el resto, que lo dicen  todo en el lenguaje singular de la poesía. Mercdes Marcos y Antonio Sánchez, que conocían muy bien a Emiio Rodríguez, entienden esta vez al hermético poeta como El hombe frente a Dios, el poeta frente a Dios, sin otros paisajes que no sean los de su alma:

HERMETISMO

El aullido del ocaso
tiene un eco
que va grabando huellas
por todo el interior
de nuestros ojos.
Cariátide de un tiempo
como el mar
que nos fascina
con su estático
silencio.

***

FRONTERA

El bosque no es aquí
ni es ahora.
Ropajes de penumbra
me aclimatan
en otra dimensión,
rostros y voces.
Explosión de silencio
susurrante.