Domingo Etxandi: kaikus

 

Había que verlo en su caserío-taller de Erratzu.

Domigo Etxandi Elicegi estuvo haciendo kaikus, con la boina puesta, casi hasta el fin de su vida.

Tenía que ser la madera de abedul, árbol blanco, talado entre septiembre y abril, cuando no tiene sudor, y en días de luna creciente.

Ahí vemos al artista artesano, con el hacha al hombro, camino del monte.

Secada la madera, venía la corta, el desbaste, el vaciado, el refino.

Con la sierra, el hacha, la marraza (machete largo), el taratilu (barreno), la cuchara metálica, el lápiz, el formón, la adarrakia (cuchilla afilada), y, sobre todo, con la inteligencia artesana conduciendo unas manos avezadas, expertas.

Compañero de los viejos utensilios tradicionales (abatza, malatza, simitza...), ya está listo el nuevo kaiku para acoger la suavidad femenina de la leche, la blanda espesura del queso, el reposado temblor de la cuajada.