Corrupción y ley electoral

En el cara a cara entre el candidado a la presidencia del Gobierno  de la Nación y la portavoz de UPyD -uno los momentos más relevantes del proceso de investidura-, excepto en la expresión de corrupción generalizada, que Rosa Diez retiró poco más tarde, estoy de acuerdo con ésta última más que con Rajoy, quien, por otra parte, se ha mostrado como un maduro hombre de Estado, como un caballero y como un avezado político dentro del ámbito del centro-derecha. Y es que la corrupción política, propia de todos los partidos políticos, ha sido una plaga durante muchos años sobre todo dentro de los dos grandes partidos españoles, y eso no se debe exagerar, pero menos disimular, ocultar o pasar de largo.- En cuanto a la ley electoral, por muchos votos que tuviera cuando se estrenó y  después, en fecha reciente, no sólo favorece a los grandes partidos, como en muchos países europeos, sino que favorece todavía más a los partidos autonómicos, primados por el complejo centralista de los políticos de la Transición, y cuyos resultados electorales son todo un agravio comparativo con partidos nacionales como Izquierda Unida, y Unión Progreso y Democracia, que necesitan muchos más votos que cualquier minúsculo partido regional, con lo que esto significa para el desajuste de la política española. Si, además, no pocos partidos de ámbito autonómico, privilegiados con esa plus electoral, se mueven sólo por objetivos independentistas, la injusticia se convierte en una burla. Pero esto no se atrevió a decir ni Rosa Díez.