¿Cataluña independiente? (IX) La deriva del PSC

Para quienes conocemos  los contratiempos y disgustos sin cuento que dio en los años veinte y treinta la U.S.C. (Unió Socialista de Catralunya) al PSOE de Iglesias, Largo Caballero y Prieto, las andanzas del PSC, resultado lejano de lo que entonces sucedió y de la posterior reunificación en el PSUC, marxista-leninista y catalanista a tope, no nos coge de nuevas. Lo más triste de todo es la influencia, al parecer decisiva, que ese PSC, maragalliano y ya sin los Maragall, dividido y vuelto a dividir -que pide nada menos que el derecho de autodeterminación en la Constitución-, ejerce en la dirección del PSOE de Rubalcaba, Valenciano y Rodríguez. Según el ex ministro socialista  Corcuera, se han sacado de la manga el federalismo para salir del atolladero en que otros los han metido. Otro ex ministro socialista, José Bono, rememora los gobiernos autonómicos socialistas de Maragall – hoy, fuera del partido- y de Montilla, ex ministro de la Corona, con los independentistas de ERC y los penosos resultados obtenidos en las últimas elecciones generales. Lo que no dice tan claro es que esos gobiernos con ERC fueron una fábrica de independentismo en Cataluña, sumado al disparate de Zapatero/Maragall de inventarse un Estatuto inconstitucional, que nadie entonces pedía, para que tanto las Cortes, primero, como el Tribnal Constituciconal después, lo desplumaran: lo cual volvió, como es natural, a hacer crecer la resistencia independentista. Bono, que, como buen progresista, en vez de decir España, dice a veces igualdad, admite que los socialistas catalanes, que en tiempo fueron multitud, votarían al partido si éste hiciera hincapié en que lo que defiende es la igualdad y no el nacionalismo, añadiendo que nadie defiende la unidad de España porque tienen miedo  a ser tildados de fraanquistas o fachas. Supongo que se refiere a los suyos, porque en Cataluña, los crecientes votantes de Ciutadans  no tienen ese complejo. El PSOE tiene, pues, aqui su talón de Aquiles, que puede desbaratarlo. Poner como remedio el federalismo -que el mismo PSOE rechazó tanto en 1931 como en en 1978- no es decir y hacer nada, mientras no se nos aclara de qué federalismo se trata: del cooperativo, del asimétrico (de Pere Navarro), del confederal (de Durán Lleida)… Y eso ¿dentro de cuánto tiempo? ¿Y con qué asentimiento de los españoles, que suelen votar en sentido contrario? En fin, ya lo han dicho, con la boca pequeña o grande, otros socialistas como González, Guerra, Ibarra, Leguina, Vázquez…, que arrastraron masas durante muchos años: una desgracia.